29 junio 2005

IMPONER UN NOMBRE

[Otro interesante artículo sobre el verdadero matrimonio frente al abuso antidemocrático y aberrante que pretende el gobierno socialista, siguiendo la pauta que le ha marcado el lobby homosexual. ¿Por qué -se pregunta el autor- obligarnos a todos por ley a llamar matrimonio a una situación que jamás ha sido considerada tal? ¿No es un abuso de autoridad que alguien, aunque sea un Parlamento, imponga el significado de las palabras? Y más adelante: ¿Qué se busca? Quizá la respuesta esté en las manifestaciones de algunos conspicuos militantes del movimiento gay cuando han sido entrevistados: «A nosotros no nos interesa en sí el matrimonio, lo que nos interesa es la igualdad». ¿Por fin llegamos al meollo! (...) Lo que en realidad parecen desear es, sin más, que su unión sea socialmente considerada idéntica al matrimonio, por ley, que la ley diga o dicte esa identidad que tal vez jamás conseguirían culturalmente. Dentro de poco será ilegal enseñar en la escuela que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer. ¿Es soportable que lo cultural se imponga por la fuerza de la ley? ¿Puede un Parlamento crear la verdad, el significado, e imponerlos a los ciudadanos? Muy interesante artículo que aborda con mucha lucidez el atropello cultural, social y antropológico que pretenden algunos, con apariencia de igualdad de derechos... Oh, la, la, mon Dieu! Lo publica hoy El Diario Vasco.]

#186 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por Jorge Peñacoba, Teólogo y Doctor en Derecho Canónico
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Es loable garantizar la libertad individual y ampliar los derechos. Es un empeño irreprochable lograr que no se discrimine y sean respetadas socialmente las personas con una inclinación homosexual asumida en ejercicio de la propia libertad. Con imaginación, incluso se pueden conseguir reformas legales que eviten injustas discriminaciones en diversos aspectos jurídicos que reclaman. ¿Por qué, sin embargo, obligarnos a todos por ley a llamar matrimonio a una situación que jamás ha sido considerada tal? ¿No es un abuso de autoridad que alguien, aunque sea un Parlamento, imponga el significado de las palabras? ¿No se ha roto «el necesario equilibrio entre la ampliación de los derechos civiles de la minoría homosexual y la salvaguarda del interés general», como ha afirmado muy sensatamente una senadora del PSC, Mercedes Aroz?

Efectivamente, la reforma del Código Civil que se ha impuesto supone la equiparación o, mejor dicho, la identificación de las uniones homosexuales con el matrimonio. Así lo expresa lacónicamente la nueva redacción del Artículo 44: «El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo». La reforma consiste no tanto en extender un derecho, sino en establecer una indefinición jurídica. Por supuesto no se trata de una indefinición casual, sino la creación de un pie forzado que permita la acogida en la figura jurídica del matrimonio de algo que toda la Humanidad ha considerado hasta ahora como otra realidad distinta del matrimonio. Para lograrlo se lleva a cabo una especie de 'deconstrucción' del matrimonio: el sexo (no hablo de la sexualidad, sino del género) deja de ser relevante en su definición. Podríamos preguntarnos qué es entonces lo relevante, qué es lo que define jurídicamente el matrimonio, incluso qué es lo que lo hace merecedor de una definición jurídica.

¿Por qué se ha mixtificado la definición de matrimonio tan radicalmente? Se argumenta que se trata de terminar con una discriminación secular, pero esto no parece tener fundamento: a nadie se le prohíbe el matrimonio, no existe discriminación alguna; tampoco se impone, ni se le impide a nadie buscar e instaurar otras formas de vida en común. ¿Por qué entonces privar a las cosas del privilegio de su propio nombre? George Orwell, en 1984 o en Rebelión en la granja, ironiza amargamente sobre las tergiversaciones ideológicas que el poder ejerce a veces sobre el lenguaje común para ocultar una realidad que se quiere negar.

¿Qué se busca? Quizá la respuesta esté en las manifestaciones de algunos conspicuos militantes del movimiento gay cuando han sido entrevistados: «A nosotros no nos interesa en sí el matrimonio, lo que nos interesa es la igualdad». ¿Por fin llegamos al meollo! Es decir, les da un poco igual que se cree un registro para sus uniones, que se les garantice no ser perjudicados en asuntos jurídicos, económicos, etcétera. En realidad, todo eso les parece completamente secundario a la hora de la verdad, pues, en realidad, todo lo que echan en falta y les sirve de argumento para reivindicar el matrimonio monoparental lo podrían obtener sin matrimonio. Lo que en realidad parecen desear es, sin más, que su unión sea socialmente considerada idéntica al matrimonio, por ley, que la ley diga o dicte esa identidad que tal vez jamás conseguirían culturalmente.

El Gobierno que lo promueve defiende, en cambio, ingenuamente, que no se trata de ningún cambio para el matrimonio, sino de la ampliación de un derecho a un colectivo ciudadano, que en nada restringe ni modifica los derechos de los demás. Pero eso no es del todo verdad. Todas las leyes positivas afectan a todos los ciudadanos al crear, al menos potencialmente, algunas o muchas obligaciones. Es cierto desde luego que no se obliga a nadie a casarse con alguien del mismo sexo, pero también es cierto que jurídicamente, por ejemplo, se nos obliga a todos -incluso a quienes no piensen así- y a la sociedad, al sujeto político, a considerar esas uniones como si fueran matrimonio. Más allá de una political correctness -que ya existía- se crea una obligación jurídica y, por tanto, una nueva moralidad impuesta e imponible por ley.

Hace unos meses, un brillante pensador y político italiano fue sometido a un vergonzoso proceso inquisitorial laico (con examen público de pensamientos y juicios morales internos) en el Parlamento europeo; se inquirió indecentemente si él pensaba que la homosexualidad era un pecado, y al descubrirlo fue inmediatamente censurado y vetado. Dentro de poco será ilegal enseñar en la escuela que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer. ¿Es soportable que lo cultural se imponga por la fuerza de la ley? ¿Puede un Parlamento crear la verdad, el significado, e imponerlos a los ciudadanos?

A partir de ahora, por ley no podré yo, ciudadano, decir que eso no es un matrimonio. Se trata, pues, de la imposición que me afecta: es más, se trata de una opinión moral, por cierto la que hasta ahora ha sido completamente minoritaria; tanto que es inédita en la historia de la civilización. No es que se nos imponga a todos el respeto a las personas homosexuales, de manera que no sean nunca maltratados, insultados, injustamente discriminados; no es que se facilite su situación de convivencia, si quieren asumir la homosexualidad como forma amorosa, no, sino que se impone a la fuerza -la fuerza de la ley- la respetabilidad moral de una conducta a base de equipararla obligatoriamente, por ley, a una institución respetable.

Aunque es poco probable que consigan doblegar la rigidez del Gobierno, hay que agradecer a la inmensa mayoría de las organizaciones familiares que hayan dado la batalla dialéctica en esta cuestión, en la que en la mayoría de los partidos y de medios de comunicación ha prevalecido el apoyo a la medida, tal vez pensando que contenta a algunos y no hace mal a nadie. La gente parece decir: «Es cosa de ellos, que hagan lo que quieran»; como si el asunto no afectase a la entera sociedad. También a las iglesias, especialmente a la Iglesia católica, que ha asumido el papel menos apetecible de la crítica desde el primer momento. Ni su doctrina es homófoba (por el contrario, su juicio sobre la homosexualidad es muy matizado y respetuoso), ni le hace especial ilusión gastar su predicación en estos temas, que no son desde luego los primordiales de la vida de la Iglesia (casi al mismo tiempo que su última nota sobre la ley de marras, por ejemplo, sacó otra sobre la inmigración que nadie del Gobierno o de los periódicos se molestó en comentar); pero se ha atrevido a cargar con el coste de impopularidad que conlleva la valentía de ir contracorriente y someterse a un linchamiento mediático.

NO NOS IMPONGAS TU MORAL, IMPONGAMOS LA MÍA

[A menudo, el menor indicio de que una postura sobre cierta ley controvertida se inspira en determinadas convicciones éticas o religiosas basta para descalificarla acusando a quienes la sostienen de pretender "imponer su moral" a los demás. Este argumento es una falacia, explica el filósofo norteamericano Edward Feser (cfr. techcentralstation.com). Publicado en Aceprensa (nº 077/05, 22-VI-2005).

Edward Feser teaches philosophy at Pasadena City College in Pasadena, CA. He has been a visiting assistant professor at Loyola Marymount University in Los Angeles and a visiting scholar at the Social Philosophy and Policy Center at Bowling Green State University in Bowling Green, OH. He received his Ph.D. in philosophy from the University of California at Santa Barbara.- Feser is the author of On Nozick and the forthcoming Philosophy of Mind: A Short Introduction. His academic articles have appeared in such journals as the Journal of Consciousness Studies, Critical Review, the Independent Review, the Journal of Libertarian Studies, Social Philosophy and Policy, Faith and Philosophy, and the International Journal for Philosophy of Religion. His primary interests lie in the philosophy of mind, moral and political philosophy, and the philosophy of religion.]

#185 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por Edward Feser, Profesor de Filosofía
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Se trata, dice Feser, de una petición de principio y una manera tendenciosa de describir la postura rival. Pues todo el mundo tiene sus particulares convicciones morales, que no por serlo quedan descartadas como candidatas a inspirar la legislación. Así se comprueba cuando se hace el experimento de emplear el argumento contra quienes suelen esgrimirlo. Supongamos que alguien acusara a los partidarios de la discriminación positiva de "querer imponer sus ‘opiniones personales’ a todos los demás". Replicarían que "no es ‘simplemente’ su disgusto personal y subjetivo lo que les motiva, sino más bien su compromiso con la igualdad como ideal moral objetivo". Análogamente, si alguien se opone a "la pornografía o el matrimonio homosexual, eso no quiere necesariamente decir que se oponga porque tales cosas le resulten repugnantes; su rechazo puede estar basado en un principio moral objetivo y racionalmente defendible".

Feser llama al truco dialéctico que describe "la falacia anti-conservadora", porque suele esgrimirse contra los conservadores por parte de liberales, socialistas o feministas. La falacia consiste en atribuir las posturas morales del adversario a meras preferencias personales, sin conceder la posibilidad de que sus preferencias deriven de juicios que pueden ser verdaderos y, por tanto, universalmente válidos. Así se descartan los argumentos del contrario sin debatirlos, y se da por supuesto lo que habría que demostrar: que el otro no tiene razones para justificar su postura.

Relativismo aparente

Otra formulación de la falacia es que los contrarios pretenden "imponer la moral por ley" o "legislar sobre moral". Pero también "liberales y libertarios apelan a ciertos principios morales para defender las políticas de su preferencia. ¿Cómo entonces pueden, sin incurrir en incoherencia, criticar a los conservadores por hacer lo mismo? ¿No pretende el liberal ‘legislar sobre moral’ cuando defiende la redistribución de la riqueza en nombre de la justicia? ¿No está en tal caso ‘imponiendo sus opiniones morales’ a los ricos? ¿No tratan también los libertarios de ‘imponer sus opiniones morales’ a los liberales cuando pretenden detener tal redistribución?".

"En realidad, la tesis de que ‘no debemos imponer a otros nuestras personales opiniones morales’ es muy curiosa. Parece implicar la idea de que todas las opiniones morales son ‘meramente’ personales en el sentido de que no reflejan más que gustos o preferencias individuales, y por tanto no se puede justificar ‘imponerlas’ a quienes no comparten esos gustos o preferencias. La continua invocación de esta idea en las críticas a las políticas conservadoras es, probablemente, la razón principal por la que liberales y libertarios resultan a menudo sospechosos de relativismo moral. Pero como, según ya hemos visto, liberales y libertarios pueden ser perfectos absolutistas con respecto a sus propias creencias morales, y nada reacios a decir a los demás que deberían atenerse a ellas, es evidente que sus opiniones de ningún modo son genuinamente relativistas. De hecho, la misma idea de que ‘no debemos imponer a otros nuestras personales opiniones morales’ suena a imperativo moral absoluto".

Un recurso retórico

Por tanto, la verdadera cuestión no es una general sobre la "imposición" de posturas morales, sino una particular sobre la "validez" de determinada postura. Los usuarios habituales de la falacia deberían, pues, formular sus críticas "de manera más franca; pero eso sería a costa de perder eficacia retórica". En efecto, "si un liberal o libertario dijera: ‘Mis opiniones son genuinas opiniones morales, y las conservadoras son meras expresiones de preferencias personales’, o ‘Mis opiniones morales son correctas, y las conservadoras no’, resultaría obvio que no estaría haciendo más que afirmaciones no justificadas y muy discutibles. Mucho mejor, entonces, decir algo así como: ‘Nadie debe imponer a otros sus personales opiniones morales’. De ese modo, el liberal o libertario ‘parece’ estar diciendo algo evidentemente verdadero (que nadie debe imponer a otros sus peculiares y subjetivos gustos personales), cuando en realidad está declarando una tesis extremadamente discutible para la que no ha ofrecido justificación alguna (que se debe permitir a las opiniones morales liberales o libertarias, pero no a las conservadoras, inspirar las leyes)".

El recurso frecuente a esta falacia, concluye Feser, adultera el debate público, fomentando el simplismo. "No todos los principios morales deben ser impuestos por el poder del estado, pero casi todo lo que hace el estado se basa en algún principio moral. Es una frivolidad, por tanto, sostener que ‘no se debe legislar sobre moral’, si eso significa que las leyes no deberían inspirarse en principios morales controvertidos. Y casi todos los principios morales son controvertidos en medida significativa: aun si la gente concuerda en que el asesinato está mal, a menudo discrepa con respecto a qué debe ‘considerarse’ asesinato, como atestiguan las disputas sobre aborto, eutanasia e incluso el sacrificio de animales. La cuestión, pues, no es ‘si’ principios morales discutidos deben informar nuestras leyes, sino más bien ‘qué’ principios morales discutidos –liberales, conservadores, libertarios o los que sean– deberían informarlas".

HOMOSEXUAL GAME PLAN: REDEFINE MARRIAGE

[Publicamos ahora un artículo de Eric y Jenny Bales que no es de hoy, sino del año 2003, y no se refiere a España, sino a América, en general, y a los Estados Unidos en particular. Pero todo les resultará muy familiar, muy cercano, ya lo verán; y quizá a alguno le ayude a caerse del guindo y a entender mejor lo que hay detrás de tanto victimismo homosexual y tanto aspaviento del gobierno socialista: el "proyecto" al que hace referencia el título del artículo, "Homosexual Game Plan: Redefine Marriage". ¡De rabiosa actualidad en España! ¡Lo que está en juego es el concepto de familia para este tercer milenio!

Aunque no precisaría ninguna introducción, no me ha parecido superfluo -al contrario-reproducir también aquí, antes del artículo en cuestión, algunos párrafos escritos por uno que sabe de lo que habla porque no oculta que fue homosexual hasta los 28 años y desde entonces no para de desenmascarar la agenda del lobby de gays y lesbianas.

"Day in and day out, America is getting bombarded with 'pro-gay' propaganda. It's relentless. You can't open a newspaper or magazine, listen to the radio, or turn on the television without someone, somewhere pounding the 'glories of gayness' into your brain.
The calculated, planned 'homosexualization' of America by militant 'gays' and lesbians was encouraged well over a decade ago by homosexual advocates Marshall Kirk and Hunter Madsen in their book After the Ball: How America Will Conquer Its Fear and Hatred of Gays in the 90's (1989, Doubleday/ Bantam). Kirk and Madsen mapped out a plan to 'turn the tables' on America and switch the bigotry aimed at homosexuals – to those who would oppose them.
The book plays out almost like a prophetic book of the Bible. The Harvard-trained social scientists in the late '80s issued a call for 'gay' activists to adopt "…carefully calculated public relations propaganda." Their plan came dressed up in marketing lingo: "Desensitize, Jam and Convert." A better word to describe their call to 'homosexualize' America: manipulation.
Listen to what the book says. You won't believe it. "Desensitization," write Kirk and Madsen, means subjecting the public to a "continuous flood of gay-related advertising, presented in the least offensive fashion possible. If 'straights' can't shut off the shower, they may at least eventually get used to being wet." Friend, they're not talking about advertising a product here, but advertising homosexuality.
"The main thing is to talk about gayness until the issue becomes thoroughly tiresome," they say. "If you can get (straights) to think homosexuality is just another thing – meriting no more than a shrug of the shoulders – then your battle for legal and social rights is virtually won."
'Jamming' is smearing anyone who disagrees with the homosexual agenda. "Jam homo-hatred (i.e., opposition to homosexuality) by linking it to Nazi horror," urge Kirk and Madsen; associate all who oppose homosexuality with images like "Klansmen demanding that gays be slaughtered," "hysterical backwoods preachers," "menacing punks," and a "tour of Nazi concentration camps where homosexuals were tortured and gassed."
Moreover, they add, "Gays can undermine the moral authority of homo-hating churches over less fervent adherents by portraying (them) as antiquated backwaters, badly out of step…with the latest findings of psychology. Against the atavistic tug of 'Old Time Religion' one must set the mightier pull of science and public opinion…Such an 'unholy' alliance has already worked well in America against the churches, on such topics as divorce and abortion…(T)hat alliance can work for gays."
The authors urged homosexuals to cast themselves as "victims." By doing so, homosexuals are able to "invite straights to be their protectors." "Conversion" means "…conversion of the average American's emotions, mind, and will through a planned psychological attack, in the form of propaganda fed to the nation via the media."
Obviously, beyond a shadow of a doubt, Kirk and Madsen's devious plan has succeeded. CBS. NBC. ABC. CNN. Showtime. MTV. VH1. Even the children's network Nickelodeon. A new "gay cable channel" is in the works. Over 28 "gay" or lesbian characters or shows are currently on during so called prime time "family hour." All are following Kirk and Madsen's grand scheme – and America has bit the bait. We've been duped. Like lambs".


Si interesa su testimonio completo, haga click here.]

#184 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

by Eric and Jenny Bales
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Marriage is under attack in America

California and Vermont have already passed legislation permitting same-sex unions. Massachusetts is not far away. California public schools are required to teach that same-sex unions are equal to married heterosexuals beginning in Kindergarten. Our children are being told that families with homosexual parents are no different than those with a mother and a father. Is it true?

Proponents of what is mistakenly being called "gay marriage" (an oxymoron), publicly say that they merely want to be recognized as equals, to share in the rights and privileges that are currently reserved exclusively for heterosexual married couples. Publicly we are told that homosexuals only want to become families like you and me. To some, granting "equal rights" to cohabiting active homosexuals doesn't seem problematic, at least at first glance.

But, we hear of a different agenda altogether when the audience is not so public. Evan Wolfson who joined the fight against the Boy Scouts in B.S.A. v. James Dale and served as co-counsel in Baehr v. Miike, the attempt to bring "gay marriage" to Hawaii, wrote: "Marriage should not be the sole criterion for benefits and support, nor the only family form worthy of respect". It is much more than marriage that is being reinvented. It is the very concept of family.

If we sit idly by, marriage, as we know it, as God intended it, will become rare. How do homosexual activists plan to redefine marriage?

Offense: Reshaping Perceptions

Besieging the American Psychiatric Association in 1973, activists were successful in having homosexuality removed as a disorder from the DSM-III and even forced out a similar diagnosis from the DSM-III-R in 1987. Lobbying numerous groups to support gay adoption, they have recently secured supportive "position statements" from political-minded bodies like the American Bar Association, American Academy of Pediatrics and American Academy of Family Physicians to support them. As of 2002, 25 states already permit some form of adoption by same-sex couples. It is the hope of the homosexual community that if they can masquerade as successful parents, as the all-American family next door, that our resistance to their also being married will weaken.

This campaign continues in homes across America every day through television programs like NBC"s Will & Grace, ABC's It's All Relative, HBO's Six Feet Under, Showtime's Queer as Folk and Bravo's Queer Eye for the Straight Guy, where a disordered lifestyle is portrayed as entertainment. Homosexual activists seek to gradually overcome our resistance to their lifestyle by driving a consistent, unyielding effort to appear harmless.

Defense: Eliminating Opposition

While the "gay marriage" activists have carefully followed a well-thought blueprint to push these perspectives on the American public, they recognize that they are the minority, only 1% of total American couples, and that should they wake the sleeping giant of traditional, family-oriented Americans they will suffer a resounding defeat. Their defense is also carefully constructed but is similarly full of misrepresentations. The leaders of such extremist groups as Gay and Lesbian Advocates and Defenders, Freedom to Marry and the National Gay and Lesbian Task Force propose answers to all of our doubts. But, with careful thought and a little logic, their rhetoric disintegrates.

1. Religious v. Civil Marriage

Homosexual activists know they cannot reconcile Biblical condemnation (or the unbroken 2000 year teaching of the Christian Church and other religious traditions) with their agenda. Consequently they do not merely ignore religious considerations they jettison them altogether. They say they are only interested in civil marriage. They tell us that, "organized religion can determine its own religious marriage ceremony no matter what happens in the courts." Conveniently it is omitted that religious institutions, primarily Catholic institutions, are regularly forced to provide sterilization services and provide insurance coverage for contraception. These, like "gay marriage," are fundamentally contrary to Church teaching. But the courts have shown little care for the tenets of faith of neither individuals nor institutions.

2. Happy Families

Homosexual couples have undertaken one of the greatest deceptions of our time. They claim to raise children who are as developmentally normal as those from traditional homes. Numerous institutions continue to regurgitate studies from the early 1970s suggesting as much.

However, more recent research has shown that 76% of homosexual male couples experience infidelity within 5 years and accept it on a continuing basis while maintaining the original relationship. Only 26% of homosexuals surveyed believe commitment is a necessary component of their marriage-like relationship. Stating the obvious, homosexual researchers have said that same-sex couples are fundamentally different from their heterosexual counterparts. Those differences actually constitute an unhealthy environment in which to raise children. For example, one study showed that children of same-sex couples were 50 times more likely to suffer molestation from a homosexual parent than their counterparts in traditional homes. Additionally, "the incidence of domestic violence among gay men is nearly double that in the heterosexual population." These are not the conditions of a healthy home or lifestyle.

3. Tug of War

Homosexual activists are quick to paint any discussion of immorality as hate speech and those who mention it as bigots. One need not traverse this rhetorical minefield by arguing morals and values with a supporter of "gay marriage." The disordered reality of homosexual behavior is plainly evident in our anatomy.

Lacking the complementary nature of a man and a woman, same-sex couples are unable to share in a marital embrace that includes procreative ability. The types of sexual embraces in which homosexuals can engage with one another are always absent this, using the reproductive faculties contrary to their design. Unable to consummate a marriage, homosexuals ought not be allowed to start what they are physiologically incapable of completing.

To say same-sex attraction is disordered is not hate speech. It is common sense. It is important to note that those suffering from same-sex attraction are not necessarily responsible for their condition. They are, however, responsible for their choice to act on it. For us to assent to this disorder and begin to call normal what is abnormal is the furthest thing from Christian charity.

Inevitable Decline?

Homosexual activists are working to ensure "gay marriage" across the United States by 2006, a radical change with devastating effects. Like a glacier, this change would cut a canyon through the fiber of our nation that could be neither bridged nor repaired.

Is it inevitable? Will traditional marriage be something for the Smithsonian Institute by 2006? No! And here's why.

Homosexual activists recognize that this is an all-or-nothing battle in the Senate. Recently the National Gay and Lesbian Taskforce wrote, "At the moment it looks like our side has the Senate votes ' 34 ' to block [the Federal Marriage Amendment]. But in the 37 states with [Defense of Marriage Acts] and in Congress in 1996, we've seen our 'friends' repeatedly run for cover when the 'M' word is trotted out." They're not even certain if they will be able to stop the FMA in the Senate. And once the FMA goes to the individual states, the article goes on to describe how impractical it will be to wage a state-by-state battle against ratification. They simply don't have the resources or the support.

The Catholic Church's most recent document on homosexuality states best our call to action: "Legal recognition of homosexual unions or placing them on the same level as marriage would mean not only the approval of deviant behavior, with the consequence of making it a model in present-day society, but would also obscure basic values which belong to the common inheritance of humanity. The Church cannot fail to defend these values, for the good of men and women and for the good of society itself."

The Federal Marriage Amendment seeks to preserve marriage between a man and a woman. It would ensure that in America marriage could not be redefined. It would ensure that extremists could not corrupt this basic building block of every culture. Support the Federal Marriage Amendment and urge others to pledge their support. If we don't act soon, what's left of the family will be completely destroyed.

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Otros enlaces:

Wolfson, Evan. "All Together Now: the Blueprint for Winning 'gay marriage' Rights." 11 Sep. 2001. The Advocate. Available http://www.freedomtomarry.org/ftm_blueprint.htm.

"Fact Sheet: Gay, Lesbian and Bisexual Issues." American Psychiatric Association. Available http://www.psych.org/public_info/gaylesbianbisexualissues22701.pdf.

"Assembly Agenda: ABA Annual Meeting." Aug. 2003. The American Bar Association. Available http://www.abanet.org/yld/annual03/AnnualAssemblyAgenda.pdf.

"AAP Says Children of Same-Sex Couples Deserve Two Legally Recognized Parents." 7 Feb. 2002. The American Academy of Pediatrics. Available http://www.aap.org/advocacy/archives/febsamesex.htm.

"AAFP Advocates for Children in Adoption Policy." 16 Oct. 2002. The American Academy of Family Physicians. Available http://www.aafp.org/news/news904.html.

"Overview of State Adoption Laws." 27 Aug. 2002. Lambda Legal. Available http://www.lambdalegal.org/cgi-bin/iowa/documents/record?record=399.

"U.S. Census Data Shows Homosexual Couples Account for 1 Percent of All Couples." 13 Mar. 2003. LifeSiteNews. Available http://www.lifesite.net/ldn/2003/mar/03031302.html.

"Marriage Myths." Gay and Lesbian Advocates and Defenders. Available http://www.glad.org/Publications/CivilRightProject/Marriage_Myths.pdf.

Blain, Kate. "Diocese: End Forced Contraception Coverage." 18 Sep. 2003. The Evangelist. Available http://www.evangelist.org/archive/htm4/0918cont.htm.

Associated Press. "Catholic Charities Must Cover Prescription Contraceptives, Rules California Court." 3 Jul. 2001. Freedom Forum. Available http://www.freedomforum.org/templates/document.asp?documentID=14317.

Mattison, Andrew and David McWhirter. The Male Couple: How Relationships Develop. Prentice Hall, 1984

Mendola, Mary. The Mendola Report. New York: Crown Publishers, 1980.

Maher, Bridget. "Why Marriage Should be Priviliged in Public Policy." 23 Apr. 2003. Family Research Council. Available http://www.frc.org/get.cfm?i=IS03D1.

Dailey, Tim. "Homosexual Parenting: Placing Children at Risk." 30 Oct. 2001. Family Research Council. Available http://www.frc.org/get.cfm?i=IS01J3.

Cameron, K. and P. Cameron. "Homosexual Parents." Adolescence 31 (1996): 772.

Island, David and Patrick Letellier. Men Who Beat the Men Who Love Them: Battered Gay Men and Domestic Violence. Haworth, 1991.

Congregation for the Doctrine of the Faith. ?Considerations Regarding Proposals to Give Legal Recognition to Unions Between Homosexual Persons.? 3 Jun. 2003. The Vatican. Available http://www.vatican.va.

Wolfson, Evan. "All Together Now: the Blueprint for Winning "gay marriage" Rights." 11 Sep. 2001. The Advocate. Available http://www.freedomtomarry.org/ftm_blueprint.htm.

Foreman, Matt. "Promise and Peril: Matt Foreman Speaks on the Fight For Same-Sex Marriage." 30 Jul. 2003. National Gay and Lesbian Task Force. Available http://www.ngltf.org/news/release.cfm?releaseID=565.

Congregation for the Doctrine of the Faith. "Considerations Regarding Proposals to Give Legal Recognition to Unions Between Homosexual Persons." 3 Jun. 2003. The Vatican. Available http://www.vatican.va.

LA LÓGICA DE LA EQUIPARACIÓN

[Fernando Simón Yarza, alumno que acaba de terminar 3º de Derecho en la Universidad de Navarra, recibió el premio "Aula de Derecho Parlamentario". El galardón, que se concede al mejor trabajo de investigación en este campo, reconoce su estudio sobre "La inmunidad parlamentaria". El premio, dotado con 600 euros, tiene por finalidad promover entre los estudiantes la investigación en el ámbito de la actividad del poder legislativo. Este artículo, por la madurez humana y jurídica que refleja, podría haber sido escrito por un catedrático. Pero, no: refleja el sentir de buena parte de la juventud sana y rebelde ante las consignas del ejecutivo socialista en connivencia con los grupos homosexuales. No es gente trasnochada, del ancien regime; es juventud nueva, en plenitud de vigor, con muy notable capacidad dialéctica y con un empuje irresistible. Con independencia de que el rodillo pueda llegar a aprobar una aberración jurídica que nada bueno aporta a la sociedad -es totalmente ajena al bien común- y, por lo mismo, a nada obliga. No se contentan --dice el autor de este artículo-- con una convivencia sexual libertaria (...), sino que pretenden privar a los demás de la posibilidad de la convivencia matrimonial. (...) no tienen ningún interés en acceder al matrimonio sino que, bajo el pretexto de que la entrada les está vedada, pretenden derrumbar sus muros para que todos queden fuera. Por eso defienden no sólo la equiparación sino también el «divorcio express» y tantas otras formas que contradicen la lógica matrimonial. (...) Ante esta imposición (que responde sin duda a las convicciones éticas de quienes detentan el poder) los que defendemos el matrimonio, en ejercicio de nuestro derecho a pensar y vivir libremente hemos de protestar. Porque protestando no negamos a las parejas homosexuales su derecho a vivir la sexualidad libertaria, sino que afirmamos el derecho de los demás a vivir el matrimonio como espacio jurídico. Ante una ley tan reaccionaria como la que el gobierno quiere imponer lo cívico es protestar. Publicado en el Diario de Navarra (24-VI-2005).]

#183 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por Fernando Simón Yarza, estudiante de 3º de Derecho
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La defensa de la homosexualidad ha estado siempre unida a la apología del amor libre. Sus partidarios conciben la sexualidad como una mera facultad ordenada a la procreación (biológica) sólo según las leyes de la naturaleza, pero dirigible discrecionalmente por el individuo. Se trata ésta de una libertad entendida como un espacio de autonomía situado al margen de la ética y el derecho. Porque mientras lo propio de la ética y el derecho son el orden y la norma, el ejercicio de la sexualidad libre cae fuera de éstos, en el «imperio de la libertad».

Frente a esta concepción de la sexualidad humana como una mera facultad-poder, todavía son bastantes los que reivindican un fin propio de la sexualidad y, por lo tanto, una ética sexual. Entienden asimismo que, en la comunidad familiar, la dualidad sexual tiene además una función social, por lo que reivindican no sólo su dimensión ética sino también jurídica. Ese espacio jurídico es el matrimonio.

¿Cómo es posible entender a quienes quieren equiparar el matrimonio a las uniones homosexuales, si el matrimonio es radicalmente opuesto a su visión de la sexualidad? Hace poco leí una entrevista en la que un defensor de la homosexualidad sentenciaba que el matrimonio entre homosexuales es reaccionario. Y es que, para un partidario de la sexualidad libertaria, la reivindicación del matrimonio es una auténtica paradoja, pero una paradoja «con explicación».

El adjetivo reaccionario es casualmente el que mejor se adecua a la lógica de la equiparación, porque se corresponde perfectamente con las pretensiones de sus defensores, que no quieren adquirir el status jurídico del matrimonio sino eliminar ese status sustrayéndole sus propias reglas. No se contentan con una convivencia sexual libertaria -a la que nadie les niega el derecho-, sino que pretenden privar a los demás de la posibilidad de la convivencia matrimonial. Dicho gráficamente: no tienen ningún interés en acceder al matrimonio sino que, bajo el pretexto de que la entrada les está vedada, pretenden derrumbar sus muros para que todos queden fuera. Por eso defienden no sólo la equiparación sino también el «divorcio express» y tantas otras formas que contradicen la lógica matrimonial.

A esta lógica nueva obedece la ley del gobierno que, con un aparato retórico decimonónico, impone al grito de «¡libertad!» un matrimonio sin contenido (a jurídico) como espacio para cualquier opción sexual, esto es, para el sexo libre. Ante esta imposición (que responde sin duda a las convicciones éticas de quienes detentan el poder) los que defendemos el matrimonio, en ejercicio de nuestro derecho a pensar y vivir libremente hemos de protestar. Porque protestando no negamos a las parejas homosexuales su derecho a vivir la sexualidad libertaria, sino que afirmamos el derecho de los demás a vivir el matrimonio como espacio jurídico. Ante una ley tan reaccionaria como la que el gobierno quiere imponer lo cívico es protestar.

SAME-SEX UNIONS

[For about the past ten years, there has been an extensive campaign in Europe, North America and some other countries to grant formal legal recognition to same-sex unions, relationships between people of the same sex. This MercatorNet backgrounder discusses the moral and practical difficulties of allowing gay couples to marry. The author, Dwight Duncan, is a professor of constitutional law at Southern New England School of Law in North Dartmouth, Massachusetts. Over the years, Mr Duncan has participated in litigation as attorney for amici curiae in opposition to so-called same-sex marriage in Hawaii, Vermont, Massachusetts and New Jersey. He has written extensively on the topic and given expert testimony to the Canadian government. ]

#182 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

by Dwight Duncan, a professor of constitutional law at Southern New England School of Law
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Background

For about the past ten years, there has been an extensive campaign in Europe, North America and some other countries to grant formal legal recognition to same-sex unions, relationships between people of the same sex. Whether this legal recognition takes the form of “marriage” or a marriage-like status variously called “civil union” or “domestic partnership,” the intent of this campaign, waged largely in the media and in courts and legislatures around the world, is to officially sanction and endorse homosexual relationships and put them on the same level as the spousal relationship between husband and wife. In 2001, the Netherlands became the first country in the world to recognize same-sex “marriage,” and Belgium, Canada and the state of Massachusetts in the United States have since followed suit. This social experiment runs counter to the universal consensus of history, across wide divides of geography, religion and culture, as to the nature and meaning of marriage. Historically, marriage has always been understood to be an enduring relationship between a man and a woman and to have some intrinsic relationship to the possibility of having children and thus providing them with a both a mother and a father. Even traditions that have recognized polygamous unions have always understood them to involve both sexes and not just one.

Why Western culture has privileged marriage

In the Judeo-Christian tradition, of course, marriage has been so understood from “the beginning,” in the Book of Genesis, where it says that “male and female He created them.” (Gen 1:27) “Hence a man leaves his father and mother and clings to his wife, so that they become one flesh.” (Gen 2:24). In the Gospels Jesus Christ expressly adopts these passages from Genesis in explaining his teaching against divorce (Matt 19:4-7). The Christian tradition, like all the major world religions, has always recognized marriage as an enduring relationship between a man and a woman. This understanding of marriage makes sense if we consider why it is that society is vitally interested in the marital relationship: because it is the best setting for the begetting and raising of children, who are the future of society. This explains why society and the state require a marriage license for people to get married, and regulates the terms and conditions of the dissolution of marriage. Unique among types of friendship, marriage implicates the public interest, principally because the marriage relationship, of its nature, has the potential for bringing new citizens into the world. After all, one does not generally need a “friendship license” or need to get the government’s approval to break up a friendship. But because marriage is the socially approved setting for sexual intercourse, which is procreative by nature (even if not actually procreative in a particular instance), the government is vitally interested in the welfare of the children who may result, and who are best raised by both their mother and their father.

Why homosexual relationships disadvantage children

Homosexual relationships, which are between persons of the same-sex, can never result in children. Any children raised by partners of the same sex are necessarily the son or daughter of some third-party and not the offspring of the same-sex union. Furthermore, same-sex parenting by design deprives children of either a mother or a father. There is plenty of sociological evidence indicating that children do best when raised by both a mother and a father. Two mothers or two fathers are just not the same. For instance, as I recently noted in an amicus brief filed in Washington state in the same-sex marriage case, “families with both a mother and a father achieve the best outcomes in raising children along virtually all relevant measures when compared with alternative family forms. Under almost every conceivable standard—educational achievement, physical and mental health, drug and alcohol abuse, emotional and behavior problems, teenage pregnancy, depression, suicide, and criminal activity—children raised in homes with their biological mother and father who are married do better than various other family arrangements that lack the presence of either a mother, a father, or one of the biological parents.”

Is contemporary marriage “shot to hell” anyway?

Of course, this attempt to radically reconfigure the definition of marriage comes against the background of various attacks on marriage as traditionally understood. The widespread practice of divorce, for example, has weakened our understanding of marital fidelity, as has the practice of extramarital sex. Furthermore, the widespread availability of contraception and abortion have tended to lessen the link between sex, even within marriage, and procreation. Meanwhile, many people are having children and raising children as single parents. All of these developments, most of which have nothing to do with homosexuality, are undermining our shared rich, deep understanding of marriage as the permanent union of a man and a woman intrinsically ordered to the procreation and education of children. Instead, a stripped-down cultural understanding of marriage as simply a type of “friendship recognized by the police” has allowed homosexuals to argue that their relationships too should qualify. No matter how transient or how disconnected to potential offspring, they argue, their relationships are “loving,” and deserve society’s good housekeeping seal of approval. This is what I call the “marriage is shot to hell anyway” argument, and it is one of the strongest arguments in favor of recognizing homosexual relationships as some type of “marriage.” However, the endangered status of marriage in the industrialized West is an argument for being more careful, not less, before changing an institution of such central importance which is vital for the future of society. To recognize same-sex unions as marriage would definitively sever the link between marriage, procreation and father-mother parenting.Thus, the burden of proof in making such a radical change should be on the advocates of change, not the advocates of tradition. As a practical matter, for example, no one really knows what the long-term effect of deliberately raising children without a father or a mother will be, since this experiment is of very recent vintage.

Who should decide: judges or voters?

Furthermore, the strategy in many countries has involved using open-ended constitutional guarantees of liberty and equality and court cases to force the recognition of same-sex “marriage” on a reluctant public. That was certainly the case in Canada and in Massachusetts. Here the question is who should decide this question of the nature of marriage in a democratic society: judges who are more or less insulated from public opinion, or legislators who are democratically elected and answerable to the people. This past election, in the eleven states in the United States where this question was on the ballot, the traditional understanding of marriage prevailed in all eleven by wide margins. The Massachusetts Supreme Judicial Court, on the other hand, imposed the recognition of same-sex marriage on the Commonwealth by a 4-3 vote of its judges. No wonder that there is now talk of amending state and federal constitutions in the United States to prevent the judicial imposition of same-sex marriage.

Is denying homosexuals the right to marry discriminatory?

The claim that same-sex “marriage” is some kind of civil right also assumes the matter at issue. Many minority groups would dispute the claim that behavior based on sexual orientation is in any way comparable to innate characteristics like race or sex. Many African-Americans, for instance, have been appalled by efforts to make gay marriage the new civil-rights agenda comparable to racial integration. There are many reasons why same-sex unions are not properly considered to be required by either liberty or equality. They are not required by constitutional liberty because this right has never been recognized at common law. At common law, one had the freedom to marry if one was of legal age, one’s intended spouse was of legal age and of the opposite sex, and there were no impediments like an already-existing marriage or near-degree of kinship. Furthermore, equality between the sexes did not require the legal recognition of same-sex unions because the requirement of male and female affected both sexes equally. Nor was the refusal to recognize same-sex unions a type of invidious discrimination on the basis of sexual orientation because the discrimination was in no way intentional. After all, no one asks what your sexual orientation is when you seek to obtain a marriage license. It’s just that marriage is only marriage if it is between the sexes.

An uncertain future for marriage

Indeed, constitutional arguments for the creation of a right to same-sex marriage based on either liberty or equality have this problem about them. They can in no way be limited to the legal recognition of same-sex couples. If what makes a marriage is simply “love” pure and simple, there is no reason why three or more people cannot be married. And so the door is open to the forced legal recognition of polygamous relationships. Even bans on the marriage of close relatives would become constitutionally suspect, if marriage were so understood. Thus the door would be open—not now, maybe, and not by this set of plaintiffs, perhaps—but eventually and in principle, to incestuous or underage unions. Some people have argued that homosexual couples should be given all the legal rights and responsibilities of marriage, but under another name, like “civil union.” That is what the state of Vermont tried to do, though it could only extend identical rights and responsibilities under its own state law, and not under federal U.S. law. (This is because the United States government and 40 or so of the 50 states have passed Defense of Marriage Acts which specify that marriage is only between a man and a woman.) What’s wrong with the “marriage-in-all-but-name” approach to same-sex unions? The problem with this is quite simply that a same-sex partnership is not marriage and so should not be treated like marriage: Male-female couples are different from male-male couples, which are in turn different from female-female couples. (Perhaps “pairs” would be a better term than “couples” for same-sex unions, since there is no sexual difference involved.) And if these are different, since same-sex pairs do not exhibit the complementarity of the sexes in the relationship, nor have any ability to procreate, nor provide children with both a mother and a father, then the law should be able to treat them differently. Indeed, to treat these relationships as “marriage,” or as somehow legally equivalent to marriage, is to commit an injustice against those who are married in the full and proper sense (their existing marriage is “diluted” and deprived of its intrinsic connection to procreation and parenting). It also is an injustice to the children raised by same-sex couples, since they are being knowingly deprived of either a mother or a father. Interestingly, Scandinavian countries, which paved the way for the legal recognition of same-sex unions, were reluctant to extend to such couples the ability to adopt or use artificial techniques of reproduction—because they were concerned about the effects of raising children this way. In the United States, however, a number of states, among them Massachusetts and Vermont, allowed same-sex couples to adopt before they allowed them to get “married” or enter a “civil union.” In conclusion, however the law treats same-sex relationships—and it must be recognized that the law in western democracies is quite permissive and tolerant of such relationships—there is no sense in which they can be considered to be equivalent to marriage.

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Statistics

62% of Americans believe that marriage is the union of a man and a woman
Data from Scandinavia shows that gay male couples were 50 per cent more likel) to divorce as married opposite-sex couples and lesbian couples 167 percent more likel) to divorce as opposite-sex married couples over a similar period of time. iMapp Policy Brief (2004)

Internet links

"A rabbi speaks out". National Post (Canada). 25 May 2005. The sages of the Talmud would give short shrift to gay marriage.
Policy Agenda: Polls of community attitudes in the US. Surveys about whether Americans should accept homosexuality often draw different responses depending on the examples mentioned.
Do Mothers and Fathers Matter? The Social Science Evidence on Marriage and Child Well-Being (2004)
The End of Marriage in Scandinavia: The "conservative case" for same-sex marriage collapses. (2004) by Stanley Kurz in The Weekly Standard.

26 junio 2005

DISCRIMINACIÓN SEXUAL Y LA JUNTA DE PORTAVOCES

[Reproducimos otro interesante y jugoso artículo del Prof. Lorda que hoy se publica en el Diario de Navarra. Como todos sabemos, desde edad temprana, la capacidad de razonar y de distinguir lo verdadero de lo falso está en todos los hombres y mujeres, aunque esa facultad no esté en cada uno igualmente desarrollada. También sabemos todos que no basta tener buen ingenio sino que lo importante es aplicarlo bien. Esto es patrimonio común de la Humanidad y no son argumentos religiosos, como algunos dicen a la vez que hacen una mueca despreciativa (por si alguien les mira...). Lo decía, por ejemplo, Descartes, con palabras similares a las aquí escritas y, como se sabe, René Descartes no fue precisamente un Padre de la Iglesia. Entendía que el sentido común es como el instinto de la verdad. Hace falta prestigiar el sentido común y, sobre todo, usarlo más. Cuando las personas normales, que no son homófobas, ni tienen diagnosticada ninguna otra fobia especial, se manifiestan masivamente -como en Madrid el pasado día 18- y se oponen a que a una pareja de homosexuales se les equipare legalmente con un matrimonio, tienen toda la razón y no hacen falta muchas explicaciones científicas, sino simplemente aplicar el sentido común y tener también, si no es pedir mucho, un mínimo de sentido jurídico. Como comentaba a este respecto un abogado y profesor universitario español, "a nadie se ofende si se trata de modo jurídicamente desigual lo que es distinto; al contrario, se ofendería a la justicia tratando igual lo desigual. Pero el sentido común percibe a simple vista que una unión entre dos personas del mismo sexo no es matrimonio, como no lo es una unión de cinco personas, o de una persona sola (recientemente se publicó un suelto sobre una artista que celebró su boda consigo misma, prometiéndose perpetua e indisoluble fidelidad)" -reproducido de Encuentra.com-. Volviendo al artículo de Lorda, dice, entre otras cosas: "Ahora por la presión de grupos gay, confundiendo toda la historia del derecho, se intenta decir que todo es matrimonio. Pero es evidente que se trata de fenómenos muy distintos, con un interés social muy distinto. Y que es muy conveniente, para la inteligencia y para la vida social, distinguir lo que es distinto." Muy interesante lectura. Es un soplo de aire fresco -de verdad, de bien- en un ambiente social no sólo enrarecido, sino que apesta a podrido...]

#181 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por Juan Luis Lorda, profesor de Teología, Universidad de Navarra
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Todas las personas son dignas por el hecho del ser personas. Eso es lo que yo creo. Todo ser humano merece respeto, desde que es concebido hasta que muere. Y ningún adjetivo cambia, ni quita ni pone, esa dignidad fundamental. Da lo mismo que una persona sea alta o baja, vieja o joven, sana o enferma, hombre o mujer. Es igualmente digna: aunque, naturalmente, no es lo mismo ser joven que ser viejo, ser sano que ser enfermo, ser alto que ser bajo, ser hombre que ser mujer. Las palabras sirven para distinguir, que es una operación muy necesaria para la inteligencia. Poner nombres distintos a cosas distintas La Junta de Portavoces del Parlamento de Navarra, con rechazo de UPN y abstención de CDN, hizo recientemente una solemne declaración institucional comprometiéndose a «velar por hacer efectivo el derecho al matrimonio entre dos personas, sin discriminación por razón de sexo» y a «trabajar tanto en el ámbito legal como en educativo, cultural, comunicativo y social, de cara a superar los comportamientos homófobos». La Junta de portavoces está en su derecho a hacer las declaraciones que le parezcan y con toda la solemnidad que quiera. Es deseable que, en lo posible, sean coherentes. Aquí faltaría por aclarar qué significa «matrimonio». Si es una palabra cuyo significado depende de la Junta de portavoces o se basa en alguna realidad independiente de la Junta de Portavoces. Y también quién es el que declara y con qué criterio qué es homófobo. Si se le pone a todo el que no le cae simpático a alguien o se basa en alguna apreciación independiente y justa.

Si yo tuviera un amigo que intentara comer yogur metiéndoselo por la oreja, con todo respeto, le podría observar que quizá resulta algo anómalo desde el punto de vista alimenticio. Porque ese orificio no pertenece al sistema digestivo. Yo creo que diciéndoselo no le estaría despreciando ni cayendo en la homofobia. Y que, en cierto modo, él, si es mi amigo, tiene derecho a que honradamente se lo diga. Procuraría no ofenderle, pero creo que tengo derecho a decirlo y, mucho más, a pensarlo.

El sistema reproductivo humano está tan fijado y es tan rígido como el sistema digestivo. Es decir, hay comportamientos que sirven para la reproducción y otros que no. Y esto no depende de las votaciones de la Junta de Portavoces. Espero no ofender a nadie ni hacer perder a ningún niño o anciano la inocencia. Se da la circunstancia de que cuando dos personas, varón y mujer, se unen adecuadamente, se puede producir ese fenómeno biológico tan precioso que es la concepción de un ser humano. Pero si lo hacen de otra manera o no son varón y mujer, resulta que no se puede producir.

Se da la circunstancia también de que la concepción es un asunto de alto interés público porque es el camino ordinario y masivo de incorporación de los nuevos ciudadanos a la sociedad. Y, en cambio, se da la circunstancia de que todos los demás tipos de uniones no tienen interés reproductivo y, por tanto, apenas tienen relevancia social. Son asuntos privados de dos o más. Por el altísimo interés que tiene la reproducción humana y por el valor de los hijos, la legislación universal (y también la navarra) protege desde tiempo inmemorial el «matrimonio», que significa literalmente, como ya se ha recordado en este periódico «el oficio de la madre». Y en cambio, apenas ha prestado atención a otro tipo de uniones privadas, que no tienen ese efecto. Ahora por la presión de grupos gay, confundiendo toda la historia del derecho, se intenta decir que todo es matrimonio. Pero es evidente que se trata de fenómenos muy distintos, con un interés social muy distinto. Y que es muy conveniente, para la inteligencia y para la vida social, distinguir lo que es distinto.

Que los gays son distintos lo dicen a viva voz ellos mismos. Y que la unión gay es distinta del matrimonio protegido por la tradición de la ley es una evidencia biológica. Los que defendemos estas verdades mínimas lo único que hacemos es proteger el sentido común, el uso del lenguaje, y, lo que es más importante, la reproducción humana natural, la familia que de allí se deriva y el interés público. Y, por supuesto, tenemos el mismo derecho que los demás a decirlo y a no ser insultados con comportamientos homófobos, agresivos e intolerantes.

Pero hay más. Todo homosexual tiene el derecho de saber que no existe un sexo homosexual, sino que hay personas con mayor o menor tendencia homosexual. Que esa orientación parece que, en la generalidad de los casos, es adquirida y no congénita. Que se puede cultivar o que se puede disminuir (aunque tiene su dificultad). Que tiene derecho a intentar cambiar esa orientación y que en un tanto por ciento de los casos se consigue. Que tiene derecho a manifestar su condición o a no manifestarla. Y que cualquier presión en este sentido (como las amenazas que han salido estos días en los periódicos), es un grave abuso. Todo esto, lejos de ser homofobia es, sencillamente, decir la verdad, sin ánimo de ofender a nadie. Y con derecho a no ser ofendido.

Por encima de estas consideraciones elementales e ideológicamente neutras, todos los que sienten una inclinación homosexual tienen también el derecho, lo mismo que cualquier otra persona, a saber cómo es la moral cristiana. Y a saber que la moral cristiana considera que el sexo se ordena, por naturaleza, a la vida. Y que hay que vivirlo así, aunque a todos nos cueste. Y que la moral cristiana considera inmoral todo comportamiento que no respeta este orden, sea ese comportamiento homosexual o no. Y que uno lo puede intentar y lo puede conseguir. Y son muchos los que lo intentan y lo consiguen. Y que uno se puede equivocar y volver a empezar. Y que esto es muy bueno y da mucha alegría. Y que las familias de padre y madre e hijos son sumamente beneficiosas para la sociedad. Y muy necesitadas de que la Junta de Portavoces les preste alguna atención.

Es muy dudoso que sea competencia de la Junta de Portavoces (o del Parlamento español) cambiar el vocabulario español contra su propia tradición jurídica. Lo que es seguro es que no puede cambiar la realidad de la reproducción humana, como no puede cambiar la de la alimentación. Con una declaración de la Junta de Portavoces no se conseguirá que el acto de meter yogur por la oreja sea un acto de alimentación y tenga ese significado biológico y social. Pero pueden declararlo, si quieren, y aumentar la confusión. Si de paso, tienen tiempo para ocuparse alguna vez de los derechos de las familias, mejor.

24 junio 2005

INTERVENCIÓN DE AQUILINO POLAINO EN EL SENADO

[El lunes, 20 de junio, tuvo lugar en la Comisión de Justicia del Senado la comparecencia de varios expertos para informar en relación con el proyecto de ley por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio y, en particular, sobre los efectos que tiene en el desarrollo de los menores la convivencia con parejas homosexuales.

Con motivo de su comparecencia en el Senado, el Doctor Aquilino Polaino "ha sido víctima de un linchamiento público por parte de algunos medios de comunicación, asociaciones de gays y lesbianas y partidos políticos, incluso el que le llamó para acudir al Senado a transmitir su conocimiento": esto dice en Analisis digital el periodista Pedro José Rodríguez. Pero, a la vez que él, todos los españoles hemos podido observar atónitos las reacciones desmedidas y el linchamiento público sin precedentes a un científico, por manifestar, en uso de su libertad de expresión -como cualquier otra persona- , lo que considerase oportuno decir como experto psiquiatra convocado por los padres de la Patria.

Y en Hazteoir: "Esta escalada antidemocrática, dictatorial e intolerante en la que están inmersos la actual cúpula del PSOE, el lobby rosa y el Gobierno de Zapatero ha llegado a su extremo más alarmante con la intervención en el Senado del eminente psiquiatra Aquilino Polaino para informar sobre las consecuencias de la adopción. Aquilino Polaino ha recibido emails con insultos, amenazas y vejaciones, sus declaraciones han sido manipuladas y falseadas por representantes políticos y por medios de comunicación, y todo por limitarse a coincidir con decenas de miles de especialistas como él aunque eso le lleve a discrepar del Gobierno y del lobby rosa."

Aquilino Polaino, por si alguien no lo sabe, ha sido Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense (desde 1978 a 2003) y actualmente es Catedrático y Director del Departamento de Psicología de la Universidad San Pablo-CEU. Licenciado en Medicina y Cirugía (Universidad de Granada, 1968), Diplomado en Psicología Clínica (Universidad Complutense, 1971), Especialista en Psiquiatría (1971), Doctor en Medicina y Psiquiatría (Universidad de Sevilla, 1971). Amplió estudios de su especialidad en las Universidades de Colonia (1970) y Heilderberg (1972), en el Departamento Family Therapy and Training Center (Philadelphia, 1974), Neuropsychiatry Institute de la UCLA (Los Ángeles, 1980), y Georgetown University School of Medicine (Washington, USA, 1993). Hasta la fecha ha publicado más de 350 artículos en revistas nacionales y extranjeras de su especialidad. Entre los libros y monografías publicadas, pueden destacarse Sexo y cultura. Análisis del comportamiento sexual. (1992), La familia hacia el mundo del mañana (Cols.) (1992), Familia: locura y sensatez (con Carreño) (1993), Terapia familiar y conyugal. Principios, modelos y programas. (con García Villamisar, D.) (1993). Tus hijos y las drogas (con De las Heras, J.) (1995), Madurez personal y amor conyugal. Factores psicológicos y psicopatológicos (1990), Manual de Bioética (1996), Evaluación psicológica y psicopatológica de la familia (con Martínez Cano, P.) (1998), La adopción. Evaluación psicológica del niño y selección de los padres. (con Fontana Abad, M.) (2000).

En el mismo artículo de Análisis digital se dice también: "Polaino ha cometido varias torpezas. La primera, y más gorda, ha sido hablar claro de un tema que para la sociedad de nuestros tiempos es tabú." Otra "torpeza ha sido no pensar como un político, sino como un experto. Ha sido no decir lo que querían los medios --es lo que han hecho los otros expertos que han comparecido--, sino lo que sabe como catedrático."

"Algunos medios han dado a entender que el catedrático ha sostenido que los homosexuales son fruto de matrimonios con un padre alcohólico. No es lo que dijo." Y concluye: "Yo no juzgo las palabras de un experto, porque no tengo conocimiento técnico suficiente para decir si tiene o no razón con sus tesis, pero sí creo que se equivocan los que cargan contra él sin argumentos especializados, pero con el nervio fácil de saltar cuando se pasa la frontera de lo políticamente correcto."

De otra parte, Profesionales por la Ética, Federación Española de Asociaciones, denunció hoy la "manipulación de la que está siendo objeto" (...) "algunas de las afirmaciones que desde el primer momento están siendo utilizadas para, de manera irresponsable, desprestigiar, insultar y ridiculizar al referido profesional, están burdamente sacadas del contexto en el que han sido expresadas", señala la Federación en un comunicado.

Profesionales por la Ética aconseja una lectura completa del texto de la intervención, "desde la racionalidad y el espíritu de apertura a la verdad y a la realidad de las cosas" como la "mejor defensa contra la dictadura de quienes pretenden someter a la opinión pública desde la mentira y la negación del derecho al disenso".

Eso es lo que ofrecemos aquí para que los lectores de Arguments, que no son precisamente unos necios, puedan conocer exactamente lo que ha transmitido el Doctor Aquilino Polaino en la Comisión de Justicia del Senado, según el Diario de Sesiones y no según los titulares parciales y sesgados de algunos medios: cfr. Hazteoir.org

Los otros comparecientes parecen invisibles, casi nadie los ha mencionado en los medios... ¿Por qué será? La respuesta es tan evidente que lo mejor es que permanezca implícita, teniendo en cuenta la agudeza mental de los lectores de este blog. Lo que están pensando es lo que responde a la realidad. Al final de la intervención del Doctor Polaino, incluyo un resumen de las intervenciones de los diversos comparecientes. Eso sí, con más honradez intelectual de la que se ha empleado con Aquilino Polaino.]

#180 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

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La señora PRESIDENTA:

De acuerdo con lo oído en Junta de Portavoces, las comparecencias se van a desarrollar de la siguiente manera. Después de la intervención del compareciente, hará uso de la palabra el portavoz del grupo parlamentario que haya solicitado la presencia de dicho compareciente y, a continuación, habrá un turno de portavoces de menor a mayor.

Ruego a los señores portavoces que se ciñan en sus turnos, en la medida de lo posible, a hacer preguntas y observaciones porque, como es de todos bien sabido, lo que nos interesa hoy es conocer la opinión de los expertos que tan amablemente nos van a acompañar a lo largo de la mañana.

El primer compareciente es don Aquilino Polaino Lorente, Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense, que comparece a propuesta del Grupo Parlamentario Popular.

Tiene la palabra el señor compareciente.

El señor POLAINO LORENTE (Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense):

Con la venia de sus señorías, acepto con mucho gusto la invitación que se me ha hecho a comparecer ante esta Comisión.

Voy a tratar de sintetizar, aproximadamente en media hora, la conclusión a la que me ha llevado mi ciencia y mis 38 años como profesor universitario, investigador y psiquiatra con ejercicio clínico.

En primer lugar, voy a decir una verdad obvia: la persona humana, hombre y mujer, está modalizada sexualmente. Eso tiene una raíz genética que después se abrirá paso a lo largo de toda la vida intrauterina, condicionando la producción de hormonas en la placenta de la madre- actualmente se considera la placenta un órgano endocrino y no sólo de protección del embrión. Esas hormonas se producen por la placenta de una manera diferente según que el embrión sea masculino o femenino.

Por otra parte, a la producción hormonal de la placenta le cabe la importantísima y trascendental competencia de dirigir la diferenciación sexual y cerebral del embrión que está en el claustro materno. Este es un hecho demostrado desde el año 1966, y no sólo para la especie humana, sino para los mamíferos superiores, que arroja un saldo de publicaciones anuales de entre 1.200 y 1.700 según cada año.

Desde el año 1976 a la actualidad este hecho no ha sido más que probado y verificado una y otra vez. Esto significa que el cerebro del embrión se estructura, autoconstituye y configura de modo diverso, según sea varón o hembra, en función del influjo de las hormonas que produce la placenta. Una vez producido el parto las hormonas ya no dirigirán el comportamiento ni la mayoría de las facultades y funciones de la persona, sino que lo hará el sistema nervioso central, previamente diferenciado. Esa modalidad en que cada persona está constituida, que tiene un sello genético inmodificable, no nos puede hacer suponer que estamos ante un determinismo biológico irrenunciable e inmodificable, por la sencilla razón de que la persona humana no es pura biología.

Hay otras funciones cuyo desarrollo psicoevolutivo es mucho más lento. Me refiero, por ejemplo, al desarrollo de la afectividad, o no digamos de la sexualidad, donde la persona humana tiene una amplitud enorme, con grados de libertad diversos, pero sin olvidar -y esta es la segunda cuestión en la que quiero entrar- que tiene que darse un ensamblaje entre la identidad sexual o de género, la identidad afectiva, la identidad personal y la identidad del comportamiento sexual. Si no se diese ese ensamblaje, como acontece en algunas personas, infortunadamente, tendríamos, en vez de una unicidad de la persona, una fragmentación de la misma, con consecuencias nefastas y en muchos casos patológicas. Me importa mucho hacer la consideración de que el desarrollo emocional y psicoafectivo está abierto al mundo entorno, al mundo de las relaciones interpersonales; no es una consecuencia ciega y directa que esté determinada por la pura biología. Esto significa que los modelos de exposición social a los que esté expuesto el niño o la niña a lo largo de su desarrollo psicoemotivo van a determinar en algunos casos y a condicionar en todos los casos el desarrollo emocional de la persona. Ese desarrollo emotivo es tanto más denso, más profundo, más radical, más intenso, tiene más carga personalizante en la medida en que estamos en los primeros estadios del desarrollo. Por tanto, en lo que acontece en los ocho o nueve primeros años de la vida va marcando y configurando lo que será después nuestro talante afectivo. Para ese desarrollo psicoemocional es preciso - hoy se reconoce así- la comparecencia de hombre y mujer como figuras de padre y madre respectivamente. Es decir, que aquel primer hecho diferencial que arrancaba y hundía sus raíces en la carga genética después se amplifica y consolida con más grado de libertad en esa expansión de la emergencia de la afectividad en relación con los contactos, con las interacciones, con la exposición a esos modelos.

El niño en su primera etapa es un mero espectador de lo que acontece a su alrededor; tiene una segunda etapa en que es actor, es decir, imita aquello que ha observado, y tiene una tercera etapa en que actúa como autor de su propio comportamiento. Estas tres etapas están encadenadas, no son sucesivas, ya que puede darse la inclusión de una etapa en otra, y esa observación e imitación que hace el niño acaban con la interiorización de un modelo de comportamiento que tiene mucho que ver con el autoconcepto, con la imagen, con la autoestima que tiene de sí mismo. Y esa interiorización acaba finalmente por una identidad entre el modelo a que ha sido expuesto y sus propios sentimientos, su concepto de sí mismo, su identidad personal. Es muy importante que haya dos modelos de exposición porque le va en ello, entre otras cosas, también el aprendizaje de las relaciones y de la diversidad entre hombre y mujer. Es importante, en segundo lugar, porque así aprende algo de esa diversidad que, no podemos olvidar, es el fundamento último de la complementariedad de persona de diverso sexo. Por eso se ha dicho que la educación sentimental, la educación emotiva, a la que hoy se da una importancia primordial -incluso hay sobre ello algunos best-seller-, tiene mucho que ver con el escenario de estas interacciones. De hecho, la mayor parte de los padres -si me autoriza la crítica- no han estudiado educación emotiva como para poder educar en la afectividad a sus hijos, y sin embargo hay que concluir que sí están educándoles en la afectividad a pesar de que no son conscientes de ello. ¿Y cómo lo están haciendo? Pues en función de las interacciones padre-hijo, madre-hijo y en función de las interacciones padre y madre. ¿Por qué? Porque el niño observa todo, lo absorbe todo como una esponja, lo imita, lo interioriza, constituyendo ello el fundamento último en que basar su identidad personal. Y es importante ese aprendizaje puesto que después se va a encontrar con una sociedad abierta cuando empiece la socialización a través de la escuela fundamentalmente, y también de la calle y de los medios de comunicación, etc. Probablemente se sentirá perdido si no tiene esas referencias, ese mapa cognitivo y afectivo que le sirve para conducir su vida hacia donde desea. Esto ha llevado a algunos autores a sostener que lo sustantivo del matrimonio es la diferente modalidad de las personas como hombre y mujer. Porque de esa sustancia del matrimonio -que al fin y al cabo es lo que va a generar los modelos de exposición que servirán de referentes al niño- van a depender los aspectos estructurales de la configuración de la identidad personal del niño. Por tanto, lo sustantivo de la pareja es fundamento de lo estructural de la identidad personal del niño. Voy a entrar ahora en un tema que me resulta más próximo, en cuál es el perfil psicopatológico de las personas con conducta homosexual. Muchos de los datos que voy a darles proceden también de la investigación de numerosos autores y asimismo de mi propio ejercicio en la práctica clínica, al que he dedicado muchos miles de horas, lo que me hace sentirme seguro de lo que estoy diciendo, y es que a estas alturas pasan de los 160 los hombres y mujeres de conducta homosexual que han solicitado mi ayuda humanitaria como terapeuta.

Por hacer uso de un cierto orden sistemático empezaré haciendo la siguiente pregunta: ¿Qué núcleos estructuradores de la psicopatología encontramos? En primer lugar, las relaciones familiares.( Voy a limitarme a leer sin hacer comentarios porque se me iría el tiempo.) Muchos de ellos y de ellas describen y perciben al padre durante la infancia como un padre hostil, distante, violento o alcohólico. Puedo citar a Aperson (1978), a Bene (1975), a Sipoa (1983), a Vilar (1988) o a Fisher (1998). La madre es percibida como sobreprotectora más por los niños que por las niñas que al llegar a adultos tiene conducta homosexual. Ahí están los trabajos de Vider (1971), de Norton (1979) o de Nicolós (2004). La madre es considerada por su hijo como necesitada de afecto, fría y muy exigente. Hay un buen trabajo de Fitz Gibbons de 1999. La madre es percibida por su hija lesbiana como emocionalmente vacía, y a ese respecto están fundamentalmente los trabajos de Bradley (1979) y de Eisenwood (1982). Los padres no fomentaron la identidad ni la identificación del niño con el propio sexo, y a ello se refieren los trabajos de Zucker de 1995. En esos chicos y chicas hay ausencia de juegos. Los chicos renuncian a los juegos violentos, en relación a lo cual están los trabajos de Friedman y de Haven (1987 y 1967). Hay ausencia de identificación con sus iguales del mismo sexo, Thomson (1993); hay ausencia de empresas motoras, especialmente de aquellas relacionadas con la práctica de deportes violentos y masculinos -hay trabajos al respecto pero no entraré en ellos-. Hay una incapacidad para defenderse físicamente de sus compañeros iguales en situaciones de violencia. Pueden haber sufrido en la temprana infancia abuso sexual o violación por padre, madre o algún familiar. En eso la colección bibliográfica, incluida mi experiencia en España es muy abundante. Con arreglo a los datos de que dispongo podría decir que casi el 30 por ciento de las personas que he visto han sufrido estos problemas. Hay también fobia social o timidez extrema, como muestra el trabajo de Goldwing en el año 1993. En algunos casos se produce la pérdida del padre por muerte o divorcio o la separación de uno de los padres durante una etapa crítica del desarrollo, como revela el trabajo de (?)Suker, o el rechazo de los padres adoptantes cuando uno de ellos es homosexual o lesbiana.

Un segundo apartado se podría precisar con el concepto de comorbilidad. ¿Qué se entiende por comorbilidad? Cuando dos trastornos patológicos diversos coinciden sincrónicamente en una misma persona sin que se conozcan a fondo cuáles son los grados de implicación respectiva - a veces la hay, pero otras no- entre ellos. Por poner un ejemplo que está al alcance de la comprensión generalizada, una persona puede sufrir simultáneamente caries dental y apendicitis y a lo mejor no hay relación entre ambas afecciones o quizá sí la haya; eso es lo que hay que probar. Entre los trastornos psicopatológicos más frecuentes en personas con conducta homosexual, cabe citar la depresión grave -hay numerosísimos trabajos al respecto, por ejemplo el de Ferguson del año 1999- o el trastorno obsesivo compulsivo, que casi alcanza a un 45 por ciento de la población estudiada. También hay un aumento de la idea de suicidio -ahí están los trabajos de (?)Herrer entre 1999 y el 2003-, crisis de ansiedad generalizada, una mayor propensión al consumo de drogas, aparición de trastornos de conducta, especialmente durante la adolescencia, o trastornos de personalidad graves como anuncian los trabajos de Parry de 1993 y de (?)Cruenco entre los años 1987 y 2001. Algún autor como (?)Gosiork ha enunciado como posible comorbilidad la aparición de esquizofrenia. Comorbilidad no significa que una causa o un proceso A condicione la aparición de otro proceso B, simplemente que coinciden en el tiempo. Haría falta una investigación enormemente dura para probar, aunque hoy es posible porque se puede hacer un análisis estadístico causal de dos factores que correlacionan entre sí, cuáles son las interconexiones y la modalización de los efectos de una a otra patología. Por último, dentro de ese segundo bloque de trastorno psicopatológico hay que hablar del narcisismo patológico, sobre el que hay muchos trabajos; es quizá el tipo de trastorno de personalidad más frecuente y común en estas personas.

Sobre los traumas y violaciones sexuales durante la infancia podría ampliar más cosas pero, en caso de que deseen más información, luego les diré lo que sé al respecto.

Un quinto apartado se refiere a los trastornos de identidad de género a causa de la inestabilidad emocional de la pareja homosexual. Son muy numerosos los estudios que acaban por demostrar que hay una mayor incidencia de trastornos de identidad de género entre los chicos y chicas educados, acogidos y aceptados por padres adoptivos homosexuales. Hay también una mayor promiscuidad en la conducta sexual, hay más contactos homosexuales ante y durante la pubertad. Existe una mayor consistencia en la estabilidad de la conducta homosexual durante la vida adulta.

Actualmente, se está distinguiendo un nuevo cuadro, sobre todo entre los autores norteamericanos, de lo que llaman unmasculinity, que son los sentimientos crónicos de no ser masculino. Algunos autores sostienen que esos sentimientos crónicos son los que fundamentan las actitudes de antimasculinidad y, por tanto, podrían condicionar en muchas personas con conducta homosexual la emergencia de una actitud heterofóbica. La National Association for Research and Therapy Homosexuality ha elaborado un amplio dossier sobre todo esto que acabo de mencionar.

¿Qué sabemos de la inestabilidad de las relaciones afectivas en la pareja homosexual? Quiero citarles algunos datos. A propósito de Estados Unidos, diré que en lo relativo a la estabilidad de la relación sentimental el 28 por ciento de los homosexuales estudiados de una muestra de 600 habían tenido 1.000 o más compañeros; el 15 por ciento entre 100 y 249; el 9 por ciento entre 50 y 99; y un solo compañero sólo se daba en tres casos, y de estos 600 homosexuales la mitad tenía menos de 35 años.

¿Cuánto dura esa estabilidad de la pareja? El 9 por ciento no había tenido una relación duradera, el 17 por ciento había tenido una, el 16 por ciento dos, el 20 por ciento tres, el 13 por ciento cuatro, el 16 por ciento entre seis y 87.

¿Se han realizado estudios en España? Voy a citarles uno, los datos de la primera encuesta nacional sobre los hábitos sexuales del colectivo gay, que fueron publicados en el año 2002 y patrocinados por la federación estatal de lesbianas y gays. Según esos datos, un varón homosexual tiene relaciones con 39 personas distintas como media a lo largo de su vida. Esto, en palabras del biólogo Vincent en su libro Biología de las Pasiones, se traduce en que la homosexualidad resultaría de un déficit en la función de alteridad; es decir, en el reconocimiento del otro, función que es primordial para el amor. El homosexual se elegiría a sí mismo sin querer aceptar la diferencia.

¿Qué consecuencias tendría la exposición de los hijos a una inestabilidad emocional de la pareja y a una tan escasa estabilidad y duración de su relación? Voy a dar datos de algunas naciones donde se ha legalizado esa estabilidad. Son datos que cada país ha suministrado y, por tanto, es cuestión de volver a analizar las fuentes y cómo lo han hecho. En Dinamarca, tras 10 años de vigencia de la ley que regula estas uniones, se han registrado 3.200 parejas homosexuales para una población de 5 millones de habitantes. En Estados Unidos las parejas homosexuales constituían, aproximadamente, el 0,2 por ciento del número de matrimonios; concretamente, 157.000 parejas de homosexuales frente aproximadamente 64,7 millones de matrimonios y 3,1 millones de uniones de transexuales. En Suecia entre los años 1993 y 2001 hubo 190.000 matrimonios y 1.293 parejas de homosexuales registradas, con lo que la tasa de incidencia es del 0,67 por ciento. En Noruega entre los años 1993 y 2001 hubo 280.000 matrimonios y 1.526 parejas homosexuales registradas, lo que da una tasa de incidencia del 0,54 por ciento. En España, según el censo del Instituto Nacional de Estadística, hubo casi 9 millones de matrimonios en el año 2001 frente a las 10.474 parejas del mismo sexo: 3.619 femeninas y 6.855 masculinas, lo que representa el 0,11 por ciento de todas las uniones.

La insignificancia de esta cifra no minusvalora en modo alguno el efecto perjudicial que puede tener sobre los hijos los continuos cambios de pareja, la infidelidad dentro de la pareja homosexual, las alternancias, las sucesiones, los cambios y, por consiguiente, la ruptura de los vínculos de apego entre las figuras parentales y el niño.

Por último, quiero recordar aquí -y con esto termino mi exposición- que el sujeto de derecho es el niño adoptado y no los padres adoptantes o adoptivos. Voy a mencionar dos artículos resumidos, o sea nada más que el texto que nos interesa, de la Convención sobre los Derechos del Niño. El primero es el artículo 3, que en su párrafo 1 dice: “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.”El otro es el artículo 18 de esa Convención: Incumbirá a los padres o, en su caso, a los representantes legales la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo de niño. Su preocupación fundamental será el interés superior del niño.

Ante esto sólo me queda mencionar un hecho significativo. En España en el año 2000 se aprobó en dos Comunidades, Navarra y el País Vasco, la capacidad de adoptar niños: en Navarra hubo sólo dos adopciones, en el País Vasco -desde mayo de 2003 en que se aprobó- una adopción y en los tres casos se trató de hijos biológicos en que una de las personas de la pareja era lesbiana.

Muchas gracias por su atención y estoy dispuesto a contestar aquello que yo entienda o sepa.

La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Polaino. Tiene la palabra el señor Conde.

El señor CONDE BAJÉN: ¿Por cuánto tiempo, señora presidenta? Lo digo simplemente como orientación y por ceñirme al mismo.

La señora PRESIDENTA: Si queremos dar un turno debidamente al compareciente, no deberían superar los cinco minutos todos los portavoces. Pero en función de que es el solicitante, seré un poco generosa con usted y con el resto de portavoces cuando sean comparecencias pedidas por ellos.

El señor CONDE BAJÉN: Gracias, señora presidenta, intentaré ajustarme con exactitud a esos cinco minutos.

En primer lugar, muchas gracias, doctor Polaino, por su presencia en esta comisión que, como sabe, tiene por objeto poder ilustrar tanto a la Comisión de Justicia como a toda la Cámara sobre un proyecto de ley que tendremos que votar mañana, que es la reforma del Código Civil en relación con el derecho a contraer matrimonio y, consecuentemente, la posibilidad que tendrán matrimonios homosexuales de adoptar niños en condiciones de igualdad con los heterosexuales de ser aprobada esta ley. Doctor Polaino, a nosotros lo que nos interesa fundamentalmente es precisamente la incidencia que en el desarrollo de un menor puede tener la convivencia con una pareja homosexual. Usted nos ha descrito perfectamente cuál es la psicopatología de los homosexuales y cuáles son básicamente los elementos de comorbilidad que padecen los homosexuales; pero siendo esto un hecho -usted nos ha citado una cantidad enorme de estudios españoles y extranjeros sobre el particular-, insisto en incidir no tanto en la psicopatología del homosexual como en los trastornos que para el desarrollo del menor puede tener la convivencia con homosexuales, y básicamente me interesaría su opinión sobre una serie deaspectos.

En primer lugar, nos ha llamado la atención profundamente el estudio de Tasker y Golombok de 1995 sobre la predisposición a la homosexualidad que tienen los niños que conviven con parejas homosexuales. Me gustaría saber si conoce este estudio -estoy convencido de que sí-, su opinión, si nos puede hacer alguna mención sobre la metodología utilizada, en qué se distingue este estudio de otros que puedan existir tanto en la literatura científica española como internacional para, en definitiva, responder a la gran pregunta, que entiendo respondida desde el comienzo de su intervención cuando usted nos ha dicho que los niños primero observan, luego imitan y posteriormente actúan y que en realidad lo que hay son modelos de exposición a los que el niño reacciona. Pero me gustaría un comentario sobre el particular.

Nos ha impresionado también el estudio de Cameron y Cameron de 1996 en relación con la incidencia de padecer abusos sexuales por parte de niños que conviven con parejas homosexuales, tremendamente superior a la incidencia que podría tener en la convivencia con parejas heterosexuales. Según ese estudio, el riesgo de un niño de poder ser violado por alguno de sus progenitores en el caso de una pareja homosexual es del 29 por ciento y en el caso de una pareja heterosexual de un 0,6 por ciento. Comprenderá que los datos nos hayan sorprendido e incluso nos hayan espeluznado y me gustaría algún comentario suyo sobre el particular, sobre este estudio, sobre el método utilizado, etc.

Por último, si es posible, me gustaría que nos hiciera algún comentario sobre la metodología que se emplea en general en los estudios homofílicos. Es decir, en todos aquellos estudios de la literatura científica que son proclives o muestran una opinión favorable a la adopción de niños por homosexuales se viene a decir que el desarrollo de estos menores es absolutamente normal, no padecen problema psicológico o de personalidad ninguno y que en realidad estos niños no se distinguen en nada de otros niños que viven en familias heterosexuales. ¿Ese tipo de estudios tiene alguna metodología contrastable, es una metodología típica, es una metodología aceptada o aceptable desde el punto de vista de la literatura científica, adolecen de algún fallo en general? Todas éstas son las preguntas que se nos suscitan y esperamos con avidez sus respuesta. Reitero nuestro agradecimiento por su presencia y su magnífica exposición -perfectamente documentada, como no podía ser de otro modo- que, evidentemente, nos será tremendamente útil en nuestra labor como legisladores.

Muchísimas gracias.

La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Conde.

Por el Grupo Parlamentario Mixto, tiene la palabra la senadora López Aulestia.

La señora LÓPEZ AULESTIA: Muchas gracias, señora presidenta. Señorías.

Señor Polaino, muchas gracias por su presencia en esta comparecencia. Habrá podido usted observar que por problemas de transporte de avión no he llegado a tiempo para oír su exposición; no obstante, conozco cuáles son sus teorías acerca de la cuestión que nos ocupa, acerca de la homosexualidad y, como usted puede suponer, yo soy una senadora de Izquierda Unida y no comparto en absoluto esas teorías. Teniendo en cuenta que partimos desde posiciones absolutamente antagónicas, no creo que sea ni siquiera procedente el que entremos aquí en un debate ni que yo le haga ninguna pregunta acerca de sus teorías. Le agradezco que haya venido y nada más.

Muchas gracias.

La señora PRESIDENTA: Gracias, señora López Aulestia.

Por el Grupo Parlamentario Catalán en el Senado de Convergència i Unió, tiene la palabra el senador Badia.

El señor BADIA I CHANCHO: Gracias, señora presidenta.

Evidentemente, sólo quiero agradecer su presencia al ponente aquí en el Senado.

La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Badia.

Por el Grupo Parlamentario de Senadores Nacionalistas Vascos, tiene la palabra la señora Etxegoyen.

La señora ETXEGOYEN GAZTELUMENDI: Gracias, señora presidenta.

Bienvenido, señor Polaino, a la comisión y le agradezco también su comparecencia a día de hoy.

Desde luego no seré yo -que soy una humilde jurista, por definirme de alguna forma- la que desde un punto de vista técnico o científico pueda rebatir alguna de sus afirmaciones. Permítame, en todo caso, que algunas de mis preguntas o de mis reflexiones en voz alta vengan -creo yo- de la mano de mi observancia en mis 44 años ya y un poco también del sentido común, que habría que aplicarlo con mayor vigor si cabe en un tema como éste.

Me parece que ha mencionado usted que ya desde su fase embrionaria hombres y mujeres somos distintos -es evidente, no habrá nadie que pueda decir lo contrario-, pero yo entiendo que tan cierto como esto es que no hay dos hombres ni dos mujeres iguales tampoco, y esto es, a mi entender, lo que enriquece precisamente nuestra vida, nuestra existencia. En la afinidad o complicidad con nuestros semejantes -sean éstos hombres o mujeres- radica, permítame la expresión, la salsa de la vida pero también la estabilidad de nuestros propios compromisos personales, familiares y, por qué no, de proyección de nuestros valores a nuestros hijos quienes los tengamos; yo ceo que radica precisamente en eso, en la importancia de lo que puede ser esa comunión de vida que algunos llaman matrimonio - otros no- y que algunos consideran que es un matrimonio exclusivamente entre un hombre y una mujer. Pero, en fin, esto es una reflexión o una opinión absolutamente personal.

Ahora paso a señalarle dos cuestiones. He crecido deducir -y si me equivoco le ruego que me disculpe y me corrija, desde luego estoy abierta a todo tipo de rectificaciones- que, en definitiva, la condición de homosexual significa al fin y al cabo una patología, una desviación o una realidad antinatural que, desde luego, hay que respetar -lo contrario en modo alguno se lo he escuchado decir-, pero que de alguna forma sí que habría que reconducir. Sinceramente, no lo llego a entender ni a compartir en modo alguno y me gustaría que me lo aclarara.

Y respecto a la posibilidad o no, a la conveniencia o no, de que las parejas homosexuales puedan adoptar niños, tampoco comparto sus conclusiones ni tampoco aquéllas que ha hecho suyas el portavoz del Grupo Parlamentario Popular. En realidad considero que en este país nuestro la adopción no es un derecho de nadie, no es un derecho ni siquiera del niño, no existe un derecho ni a ser adoptados ni a adoptar. En principio, nuestros niños a lo que tienen derecho es a ser cuidados y protegidos y eso es correlativo a la obligación que tiene toda la sociedad de atenderlos. En realidad, ni los homosexuales ni los heterosexuales tienen derecho a la adopción, y un niño lo que requiere es amor, estabilidad y, desde luego, tener un modelo -no sé yo si correcto o no- en el que crecer, pero sí un ambiente de cariño en el que los valores que le transmiten aquellos que le educan sean unos valores reconocidos por todos.

Nada más y muchas gracias.

La señora PRESIDENTA: Gracias, señora Etxegoyen.

Por Entesa Catalana de Progrés, tiene la palabra el señor Bofill.

El señor BOFILL ABELLÓ: Buenos días, señor Polaino.

Yo no quería intervenir, pues de hecho he solicitado la comparecencia de otros expertos, que seguramente tendrán una tendencia distinta a la del señor Polaino.

Únicamente debo agradecerle su presencia en la comisión. No sé si lo he entendido bien, pero da la impresión de que hay un cierto prejuicio a la homosexualidad; es decir, hablamos de ella como si fuera una cosa mala, perversa, un problema. Y, claro, si es un problema, será un problema que adopten niños, que sean maestros de escuela, que hagan según qué cosas. Para mí no es ningún problema; es decir no entiendo que la homosexualidad pueda ser una perversión; considero que es otra normalidad, distinta de la mayoritaria, y el Estado ante la adopción tiene prevenciones suficientes como para garantizar justamente que ningún niño va a parar a ninguna pareja inestable, insegura, etcétera. Por eso mismo las adopciones -como usted ha citado del País Vasco y Navarra- han sido muy reducidas, lo que quiere decir que están funcionando las prevenciones que tiene el Estado ante situaciones de inestabilidad que pueden producirse en parejas homosexuales y heterosexuales.

Por lo tanto, la posibilidad de acceder a la adopción por parte de una persona homosexual es indiferente pues, por otro lado, a título individual sí están accediendo, y nos estamos rasgando las vestiduras sobre cuestiones que tienen una relativa normalidad.

Nada más y muchas gracias.

La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Bofill.

Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra la señora Granado.

La señora GRANADO PANIAGUA: Gracias, señora presidenta, señorías.

Señor Polaino, bienvenido a la comisión. Después de su intervención y de haber leído con anterioridad alguno de los trabajos que usted ha realizado, en estos momento me reafirmo, si cabe más, en mis planteamientos anteriores, en el sentido de que -sinceramente lo digo- preferiría que algunos niños estuvieran con parejas homosexuales antes que con algunas parejas heterosexuales, dado que, bajo mi punto de vista, estarían mejor educados en ciertos valores que a mí me interesan mucho, como la tolerancia, la solidaridad, la libertad y, en definitiva, serían mucho más felices que con algunas parejas heterosexuales.

Ha comentado usted en otro momento que hay pocos matrimonios homosexuales. Yo le digo que, aunque hubiera solamente una pareja, para mí sería suficiente para que el Estado les reconocieran sus derechos.

Señor Polaino, menciona usted también que los estudios dicen que los niños criados en parejas homosexuales están más expuestos y sufren más violaciones y agresiones sexuales. Yo le diría que la realidad, evidentemente respetando todos los estudios que se hagan, nos demuestra otra cosa; el día a día nos está demostrando que donde realmente se producen violaciones y malos tratos es precisamente en hogares heterosexuales; lo estamos viendo todos los días y ayer o anteayer tuvimos el último caso. Por lo tanto, hay que tener más rigor y cuando se hagan estudios científicos hacerlos desde el planteamiento realmente científico y no desde posiciones ideológicas o religiosas que es como, a mi entender, se están haciendo muchos de estos estudios.

Creo haberle entendido que la homosexualidad es una enfermedad. Por lo tanto, si es una enfermedad, tendrá cura. Me gustaría saber si en estos momentos está realizando usted terapias con homosexuales y qué tipo de terapias se pueden llevar a cabo para curar esta enfermedad, esta epidemia, como me ha parecido entender en algún momento.

La señora PRESIDENTA: Gracias, señora Granado.

Tiene la palabra el señor Polaino.

El señor POLAINO LORENTE (Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense):

Si me permiten sus señorías, voy a empezar respondiendo en primer lugar a la última intervención.

La señora Granado ha dicho cosas muy interesantes, aparte de darme las gracias, cosa que a su vez yo le agradezco. Piensa usted que sería mejor que esos niños estuvieran con parejas homosexuales que heterosexuales porque la incidencia sería más baja. Usted ahora mismo se sitúa absolutamente en contra de toda la comunidad científica y de toda la experiencia clínica. Usted es muy libre de hacerlo, absolutamente libre, pero los datos empíricos, los hechos son tozudos; las interpretaciones, decía Hegel, no. Hay personas que prefieren las interpretaciones - siguiendo a Hegel- a los hechos. Yo me quedo con los hechos, soy más modesto.

Si no la he entendido mal, lleva usted en la vida pública casi tantos años como yo en la clínica. La diferencia es que probablemente yo podré haber gastado 20.000 horas de mi vida con personas con conducta homosexual. ¿En función de qué? En función de que considero que hay que tener una actitud humanitaria.

Dejemos a un lado -si quiere, luego vuelvo sobre ello- si es enfermedad o no es enfermedad. Pero si una persona pide ayuda porque no se siente a gusto dentro de sí mismo, no se acepta como es y eso es lo que tiene clavado y lo que le hace sufrir, y le puedo ayudar, como ha puesto de manifiesto la terapia reparativa, más otras terapias -que espero que algún día usted pueda leerme- (La señora Granado Paniagua: creo que no) Sí, aunque fuera por curiosidad, probablemente no le interese, pero otros sí me leerán y otros seguirán, porque todos estamos de paso y yo estoy como la despedida.

Dice usted que hay que reconocer sus derechos aunque sólo fuera una pareja. Yo le diría que de acuerdo. ¿Pero que ocurría si dentro de diez años los chicos que hoy son adoptados por homosexuales interpelan al Estado español, le denuncian, le acusan de haber consentido que se haya quebrado su identidad personal y exigen una indemnización por ello? Claro, lo pagamos todos los españoles. (Rumores.) Estamos muy cerca de eso.

Por otra parte, usted ha hecho una leve y discreta insinuación que yo personalmente no se la tolero. Usted no me puede decir, incluyéndome en la cesta, que los científicos parten de criterios ideológicos y religiosos. Yo todos los datos que he dado son clínicos y son científicos. Si usted por ejemplo se va a alguna declaración a la prensa, yo soy muy libre también de opinar. ¿O es que la prensa solamente es de los políticos? Enséñeme usted un documento científico publicado por mí en un contexto científico en el que yo haya apelado a la ideología o a la religión. Porque, si no, invalidamos el discurso, el suyo y el mío. Usted habla desde una ideología y yo desde otra; entonces no hay ciencia. ¿Sabe usted cuándo la ideología tiene más potencia? Allí donde no hay ciencia. Porque la ley de la gravedad no es un asunto ideológico, eso no se discute. (Un señor senador: se discutió) Lo fue, pero no hoy; habrá que esperar.

Enfermedad y cura. Mire usted, la política también se ha metido en los cenáculos científicos y los ha desalojado. Ahí tiene usted toda la historia del señor Spitzer y cómo ha tratado de enderezar, después de estar 20 años en la APA, después de estar en la Universidad de California, después de estar en la Columbia University y cómo en los últimos 15 años de su vida lleva dedicado a la terapia de personas con conducta homosexual, con unos resultados bastantes aceptables. Y no es omnipotente; ni él ni nadie va a ser omnipotente en esa terapia, y se compadece muy bien con la persona. Las personas sufren no porque les tengan que poner electroshock, como alguien me ha malinterpretado a mí, sufren porque cualquier persona que se siente mal consigo misma ya está sufriendo. Y hay obligación, no derecho, de que el que entienda de esa materia alivie el sufrimiento humano. Eso es solidaridad; si no es así, la solidaridad es una palabra hueca, vacía, estéril, sin sentido, a lo mejor ideológica y políticamente correcta, pero nada más.

No quiero pasarme. Quisiera contestar al señor Bofill, a quien doy las gracias por estar aquí y por aceptar alguna cosa que haya dicho. Usted piensa que la homosexualidad no es ningún problema. Entonces le digo, ¿lo que hacemos en la terapia es porque no hay ningún problema? Le invitaría si pudiera -el código ético me lo impide-, por ejemplo, a que esta tarde viniera usted conmigo a hacer cinco horas de terapia y luego me cuenta si es problema o no. Lo que pasa es que éticamente no puedo, pero sería muy bueno un paseo por la realidad. ¿Significa esto que todos los que acuden pidiendo ayuda están fingiendo, son simuladores? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Los mandamos al Senado? Puede ser otra opción. ¿Se los mandamos al señor Bofill? Usted ha citado la palabra perversión y yo no la he mencionado. Como aquí están con luz y taquígrafos y yo traigo mi aparato, me parece que eso está demostrado.

La señora Etxegoyen me pregunta si la homosexualidad es una patología. Pues sí. Que haya en esta sociedad fragmentaria, nominalista, cuyos términos continuamente cambian de significado, que se haya desclasificado, pero esto no quiere decir que no haya trastornos. No digo que se le pueda poner el rótulo que se le ponía hace a lo mejor un siglo de perversos sexuales, que sí se utilizaba la palabra. ¿En la actualidad se considera una patología? Sí. Terapeutas que se dediquen exclusivamente a esto en el mundo hoy pasan de 10.000 y no creo que vivan del aire, no creo que tengan un sueldo del estado que les proteja.

¿Nadie tiene derecho a la adopción? Estoy de acuerdo con usted en parte. Pero luego me tiene usted que explicar por qué dice que lo que necesita el niño es custodia -ha dicho textualmente- y estar protegidos, requieren amor, estabilidad y eso, ¿en qué contexto se configura, cómo se fabrica eso, cómo se cuece, eso es distinto de la adopción? Bastaría que nos leyéramos que se entendía por adopción en el Imperio Romano, que es de donde parte porque después hay siete siglos oscuros en los que la adopción no existe en el mundo. Pero no quiero apelar a la historia, quiero apelar a lo vital porque en este país nos entendemos todos más vitalmente, somos más rápidos, tenemos una inteligencia más intuitiva y rápida. ¿Cree usted que a un niño que se le cuida, se le quiere, se le ama y se le protege, eso no es la figura de un padre? Si sacamos esos cuatro contenidos de las relaciones paternofiliales, ¿qué le queda a la paternidad? Nada. (La señora Etxegoyen Gaztelumendi: En eso estoy de acuerdo con usted.) Entonces sí que existe la adopción.

Por último, paso a contestar al señor Conde y con el cual voy a ser un poco crítico. Voy a empezar por lo último porque es lo más aburrido. Usted me ha hecho una pregunta que probablemente en el segundo ejercicio de oposiciones a cátedra de hace aproximadamente 20 o 30 años -porque ahora ya es un cuerpo a extinguir, yo ya llevo 30 años de catedrático- estaría muy bien formulada porque eso le llevaría una hora. La metodología con la cual hay que estudiar estos problemas es igual que la de cualquier otro trastorno psicopatológico o cualquier otra conducta social: hay que establecer una hipótesis de trabajo; hay que determinar qué variables se van a medir; hay que definir operativamente cada variable; hay que demostrar que el instrumento de medida que se va a emplear mide exactamente y solo exactamente esa variable; hay que hacer una selección de la muestra para seleccionar una muestra que tenga validez y que los resultados obtenidos en esa muestra sean generalizables, es decir, que tengan validez de contenido, validez de hipótesis, validez de constructo, validez social y que además sea fiables los resultados obtenidos, tiene que ser una muestra aleatoria.

Por lo tanto, no puede haber una mano invisible que tome de aquí unas personas que le gusten y otra que tome las personas que le gusten y luego comparo. Eso no se puede hacer. Se puede hacer, de hecho se ha hecho, pero no sirve para nada. Si usted quiere probar, tendrá que decir, por ejemplo, una muestra que puede representar bien a la comunidad de españoles entre 8 y 12 años hoy es una muestra que tenga 4.600 niños y niñas. ¿Sabe cómo se hace una muestra aleatorizada? En un bombo ponemos todas las aulas escolares de niños de esa edad y vamos sacando. Elegimos, por ejemplo, solamente cinco ciudades y en cinco ciudades representativas del universo llamado todavía España vamos sacando y saca usted entonces, como hicimos un estudio sobre depresión infantil en los años 85 o 90 de 8 a 12 años en Santiago de Compostela, Barcelona, Valencia, Madrid y Sevilla, y tome usted una muestra al azar, por sorteo continuado, es decir, usted sortea aula, sortea vocal o consonante con la que iniciar el apellido, sortea número de matrícula y si falla, vuelva a sortear cuál es el siguiente que saca y ese universo es representativo del superuniverso que se llama este país. Si no se hace así, es una muestra sesgada.

En todo trabajo empírico hay muchos fenómenos de arrastre, hay mucha contaminación, por ejemplo, el efecto halo, el efecto de sugestionabilidad de la persona que se somete a esa investigación cuando está de acuerdo con los presupuestos o lo que adivina cree que quiere encontrar el investigador. Por eso, los aplicadores de pruebas no tienen nada que ver con el equipo investigador, tienen que ser personas diferentes, tienen que estar muy bien entrenados, porque si se les entrena bien y se les evalúa en su entrenamiento se puede ver qué casos falsos positivos y falsos negativos se producen por todavía no ser doctos o peritos en aquello que van a hacer. Por consiguiente, quien diseña, construye y establece la hipótesis son unas personas, los aplicadores de la medición son otras y quienes hacen el tratamiento estadístico de los datos son otras y la muestra aleatoria y representativa es por azar de todo el país.

Esto se ha cumplido en muy pocos trabajos en este ámbito de la homosexualidad. En España el que ha levando un poco más de polvareda es el de la Universidad de Sevilla. En la Universidad de Sevilla se han comparado muestras que no son comparables. Por ejemplo, para medir la talla de los españoles, para que lo entendamos, yo no puedo tomar a 20 niños de Sevilla, por ejemplo, de familias monoparentales y a su vez 20 niños que están en adopción con padres homosexuales porque de ahí no me sale la talla de los españoles, son muestras sesgadas. Cuál es el universo de niños de la misma edad en España, cuya pertenencia solo a familias monoparentales, ¿son representativos de la muestra universal? No. ¿Entonces puedo sacar una conclusión? Sí, pero para esa muestra que he trabajado, para nada más. Por lo tanto, me he hecho un guisado que yo me lo como pero no puedo invitar a nadie porque no es generalizable.

Esos errores metodológicos están a la vista, han sido enormemente criticados. Esto hace que no se pierda el espíritu crítico y por eso la dureza en los juicios de cualquier equipo de investigación, porque lo mismo que el propio equipo es juzgado por otros colegas de la comunidad científica, también él juzga a otros colegas de la comunidad científica. ¿Cabría hacer estudios retrospectivos? Sí, tienen menor validez y menor significado. Es decir, si tomo la muestra de personas a las que he ayudado, ¿son representativas del universo muestral de todas las personas con conducta homosexual españolas? No. ¿Por qué? Porque no todo el universo de personas con conducta homosexual en España ha ido a pedirme ayuda; habrán ido aquellas personas que quisieran hacerlo, las que hayan podido, las que sepan, las que entiendan, las que lo deseen y, ¿cómo puedo evaluar esa variable? No la puedo evaluar. ¿Me sirven los estudios retrospectivos como indicadores indirectos -que sí son relativamente fiables-, para hablar de cuál va a ser el impacto de este comportamiento en el futuro? Sí, me sirven, pero con matizaciones importantes y jamás para hacer una generalización del resultado obtenido.

Usted ha citado al señor Cameron y, efectivamente, he de decir que las tasas que ofrece son altísimas. Sobre este caballero hay mucha leyenda y no sé si es una especie de leyenda negra, como en la historia de nuestro país, o si se trata de una leyenda biográfica.

Otros equipos científicos han criticado mucho a este señor por la metodología que ha empleado; sin embargo, no es cierto que haya sido expulsado de la APA, tal y como se ha dicho. De hecho, al día de hoy se sabe hasta la fecha en que él pidió apartarse del APA y también se sabe la fecha en el que el presidente lo acepto, y entre la fecha de solicitud y la fecha de aceptación transcurrieron más de 30 días. Sobre todas estas cuestiones se han hecho centenares de comentarios y no voy a tratar de hacer una defensa ni una crítica a la persona -que tiene todo mi respeto como tal, al igual que cualquier otra persona-, pero sí puedo decir que los datos obtenidos están un poco en crisis, quizá como consecuencia de haberse equivocado metodológicamente en otros trabajos publicados. En este sentido, también ahora cabe la posibilidad de que se haya colado algún error de atribución o un sesgo interpretativo.

Insisto en que me parece que las tasas que ofrece son muy altas, pero sólo es una impresión y no puedo juzgar. Sé que en ese entorno, en ese mapa de navegación, la persona es un poco cuestionable porque los datos que ha ofrecido en ocasiones han sido erróneos y ciertas revistas se le han acusado de ello, hasta el punto que ha tenido que reconocer y aceptar los sesgos y errores de su metodología investigadora.

Por último, usted ha citado los trabajos de Task que, desde mi punto de vista, son más aceptables o, al menos, no están rodeados de tanta leyenda negra, entre otras cosas porque hay dos frentes que fundamentan sus teorías: por una parte, la psicología evolutiva, que está algo más alejada y distante de lo que hoy puede ser una cuestión que suscite un ardiente debate -aquí y en cualquier otro escenario o contexto científico-, por aquello de si la homosexualidad es un problema o si ha dejado de serlo. En este sentido, la psicología evolutiva no está condicionada por esta circunstancia y puede decir qué papel juegan los modelos de exposición porque sin modelos de exposición no habría socialización. Si quieren promover un cambio cultural tendrán que cambiar los valores, porque los valores cambian actitudes y las actitudes son las que cambian los comportamientos; cambiar valores es tener otro mapa cognitivo y axiológico completamente diferente. La psicología evolutiva sí recoge esta postura y, además, lo dice sobre la generalidad de los comportamientos humanos. En este sentido, la aportación de la psicología evolutiva refuerza la opinión de la psicopatología y es que esos modelos de exposición tienen una profunda, extensa e intensa capacidad de suscitar conductas homosexuales en niños y niñas que han sido adoptados por padres homosexuales o mujeres lesbianas. (Un señor senador del Grupo Parlamentario Socialista: ¡Qué barbaridad!).

Creo que con esto he contestado a las preguntas del señor Conde. Gracias.

La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Polaino.

Ruego a sus señorías que no abandonen la sala porque sólo vamos a hacer una pausa muy breve, para despedir al compareciente. (Pausa.)



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Otros comparecientes:

El señor BAO PÉREZ (Psicólogo y técnico de acogimiento familiar)

• La homosexualidad es una condición, una orientación personal y sexual.
• La homosexualidad en este momento y desde hace unos cuantos años ha dejado de ser, afortunadamente, una consideración patológica.
• Las personas homosexuales hoy en nuestra sociedad están presentes individualmente y como parejas en todo tipo de ámbitos. Pueden ser profesores, terapeutas y educadores de nuestros niños y niñas con entera normalidad.
• La familia es una institución social en cambio y en evolución, como la propia sociedad. Hay pluralidad cultural, étnica, de familias, hay familias con padres heterosexuales, padres homosexuales, familias monoparentales, con personas de orientación homosexual o heterosexual, hay abuelos que ejercen de padres, hay familias adoptivas, familias acogedoras que son cuasiadoptivas pero en las que no hay filiación. Hay familias con hermanastros, reconstituidas, familias con un padre biológico ausente y un padre ejerciente que no produce filiación; es decir, hay una multiplicidad de familias enorme.
• Nos encontramos con un problema, si el matrimonio es, como podemos considerar razonablemente, una institución social y no natural, ¿cómo podemos fundamentar que se mantenga al margen de la actual realidad social? Y si se reconoce el derecho de las personas gays y lesbianas a contraer este matrimonio, ¿cómo podríamos justificar la restricción de la adopción discriminando a los contrayentes de matrimonio respecto a otras unidades de convivencia?
• Nos podemos preguntar si es posible que lo real no pueda ser legal. Habría que impugnar en ese supuesto la situación en que tanto niños y niñas que conviven con parejas homosexuales.
• Pongo como ejemplo la Diputación Foral de Vizcaya, donde ya hay situaciones de acogimiento familiar que están siendo realizadas por personas individuales de orientación homosexual y por parejas de orientación homosexual, o sea por unidades convivenciales homoparentales.
• Algunos dicen que las parejas homosexuales no son idóneas. Por tanto, los que trabajamos en el campo de la infancia tendríamos que declarar que estas parejas, por ser homosexuales, no son idóneas, lo cual es un imposible, porque en estos momentos la homosexualidad no forma parte de los criterios de valoración de la idoneidad.
• Los niños y niñas pueden tener, con plena idoneidad por parte de los servicios técnicos, un solo padre o madre, ya sea de orientación homosexual o heterosexual, ya sea por rechazo de la relación de pareja de ese padre o esa madre, por pérdida de esa relación de pareja, o porque mantiene relaciones de pareja fuera de la propia unidad de convivencia, fuera de casa.
• Creo que seguramente para estos niños este tipo de debates que nosotros tenemos serían un poco kafkianos con respecto a la situación en que ellos se encuentran.
• Algunos teóricos sostienen como principio la inestabilidad de las parejas homosexuales, y de ahí deriva la inconveniencia de concederles la posibilidad de la adopción. Sin embargo, este supuesto no puede determinar en ningún caso la no idoneidad por nuestra parte, como técnicos de infancia. La valoración psicosocial se hace en el presente y no puede hacer nunca presunciones de voluntades de futuro de las personas, que pueden separarse o no separarse, y también, evidentemente, las de orientación heterosexual.
• Otro elemento apriorístico que se suele sostener y se acostumbra a esgrimir es la posible falta de modelos de padre o de madre en parejas homosexuales. La Psicología sostiene la necesidad que tienen los niños de disponer de unos adultos capaces de contenerlos, transmitirles afectos y reconocimiento y asegurarles una proyección social. No dice en ningún caso que esta condición exija la existencia de un padre y de una madre.
• Otra apreciación también meramente valorativa que se suele hacer es considerar que la familia heteroparental es natural y que homoparental rompería ese modelo de la naturaleza. Creo que esto no se sostiene en absoluto. Plantear el tema de la naturaleza en estos asuntos me parece que es un poco colocar las cosas fuera de su lugar y fuera del tiesto.
• También se habla de la posibilidad de que haya más niños con orientación homosexual (…) más allá de que lo hubiera, ya hemos dicho que la homosexualidad ni es un problema legal ni es un problema mental, por tanto no tiene ningún tipo de consideración de patología o de problema mental.

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El señor GONZALO CASAL (abogado y responsable de Berdindu):


Berdindu ["Da lo mismo"] se creó en octubre de 2002: es el servicio vasco de atención a gays, lesbianas y transexuales; un servicio público, dependiente del Gobierno vasco que, durante estos años, ha venido atendiendo al colectivo GLBT -gays, lesbianas, bisexuales y transexuales- y acumulando una experiencia de interés en el campo que nos ocupa.
• Siguiendo con la Constitución, el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica, según reza el artículo 32.1. La interpretación literal es clara: el hombre tiene derecho a contraer matrimonio y la mujer tiene derecho a contraer matrimonio. Quizás no sea tan clara la voluntad del legislador constituyente, de hace bastantes años.
• Según una socióloga, catedrática de la universidad, que ha hecho un estudio sobre modelos familiares, actualmente existen 63 modelos, no 51 ni 80 modelos, sino, como digo 63, aunque realmente no sé de dónde salen tantos, pues a mí se me escapan algunos. Lo que sí es cierto es que hoy en día hay una amplia pluralidad de modelos familiares, hay muchos tipos de familia, y la Constitución protege de igual manera a todos los modelos familiares, tanto a los monoparentales, como a los homoparentales, heterosexuales, etc., y los protege a todos por igual.
• Actualmente hay 12 leyes autonómicas de parejas de hecho en vigor, siendo la última, si no me equivoco, la ley de Cantabria. En cinco de estas leyes se contempla la posibilidad de que las parejas compuestas por dos hombres o dos mujeres puedan adoptar conjuntamente o coadoptar a los hijos de la pareja. Así sucede en Navarra, en Euskadi, en Aragón, en Cataluña y en Cantabria. Hasta la fecha son ocho los casos de adopción coparental que se han producido, dos en Navarra y seis en el País Vasco, en un corto período de tiempo.
• La ley vasca de parejas de hecho se aprueba en mayo de 2003; en mayo de 2005, es decir, dos años después, extraigo los datos del registro de parejas y compruebo que existen 5.436 parejas de hecho inscritas en el registro, de las cuales aproximadamente un 7 por ciento son parejas compuestas por dos hombres o dos mujeres.
• El porcentaje de prevalencia de la orientación homosexual en menores criados en familias homoparentales no difiere al de los criados en familias con padres heterosexuales. (…) Para quien todavía sienta este temor diré que la prevalencia de la orientación homosexual en los hijos de estas parejas es del 10 por ciento, idéntica a la de los niños criados en familias de otro tipo.
• La sexología actual nos enseña que la homosexualidad es una variable más de la sexualidad humana, igual de respetable que la bisexualidad o que la heterosexualidad, pues no es sino una variable más del deseo, de la atracción, de la sexualidad humana.
• Decir que el niño necesita referente paterno y materno, que necesita la referencia de hombre y de mujer constituye una forma de pensar profundamente machista, constituye una profunda consecuencia de la discriminación de género en tanto en cuanto se parte de la siguiente consideración: el hombre y la mujer tienen actitudes diferentes y, por tanto, tienen que jugar roles diferentes. La mujer tendría necesariamente que jugar el rol de la sensibilidad, de la ternura, de la delicadeza, de la actitud para criar niños, para ocuparse de la casa. Por eso decimos referente materno. El hombre, por el contrario, tendría que jugar otro rol muy distinto, el supuesta y tradicionalmente masculino, el de la autoridad, la firmeza, la fuerza, la aptitud para el trabajo fuera del hogar, etcétera.
• Todos los modelos familiares, todos, son merecedores de la misma protección en interés exclusivamente del menor. Privar de la patria potestad al adulto con hijos o hijas en cualquiera de estas situaciones sería, en mi opinión, privar al menor de una parte de la protección que le ofrecen los adultos. Creo que lo importante para un niño y para una niña es que reciban la asistencia de dos adultos comprometidos entre sí -estamos hablando de la pareja- y comprometidos asimismo con el bienestar del menor.
• El derecho a contraer matrimonio para todas las personas y no solamente para algunas, como hasta ahora, pondrá fin a la última discriminación legal que persiste desde la restauración de la democracia. Heterosexuales, gays, lesbianas y bisexuales, todas las personas son iguales, con la misma capacidad de amar, con el mismo derecho a ser amados, a fundar una familia, a obtener la protección de la sociedad, del ordenamiento y, en definitiva, a ser felices. La calidad de la relación es idéntica; la calidad del amor o del desamor en su caso es idéntica, y el derecho a ser amados y a ser felices también. El matrimonio no es natural e inmutable. Es una institución, un contrato con derechos -según dice la Constitución- que define el propio ordenamiento jurídico, pero es susceptible de adaptarse a la realidad que cambia y evoluciona.
• El matrimonio entre personas del mismo sexo, al igual que las leyes de parejas de hecho, va a suponer también una importante dosis de visualización de gays y lesbianas, lo que a mi juicio ayudará enormemente a acabar con los prejuicios y con la discriminación que ha venido existiendo hasta ahora, una discriminación que en mi opinión viene durando demasiado tiempo y que está provocando demasiado sufrimiento, demasiada exclusión y demasiado dolor a muchas personas.

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La señora GONZÁLEZ RODRÍGUEZ (Profesora de Psicología Evolutiva, Univ. de Sevilla):

• En este momento, para la sociedad española y probablemente para el resto de la sociedad mundial, es muy difícil hablar de un único modelo de familia. Hemos pasado de la familia modelo a los modelos de familia (…) hay quien tiene dudas sobre el desarrollo de niños y niñas que crecen en modelos familiares no convencionales.
• Las familias homoparentales son una realidad bastante desconocida (…) el proyecto de ley no las va a crear sino a reconocer, pero han sido una realidad invisible por muchas razones, porque los propios prejuicios homófobos de la sociedad impedían que salieran a la luz, porque no tenían ni nombre, y lo que no tiene nombre no existe y no se reconoce.
• Estas familias se han constituido como otras y como deberían constituirse todas, a raíz de un proyecto de amor y de vida en común. (…) Los niños han sido concebidos de distintas maneras; la gran mayoría, tanto en España como en el resto del mundo, proceden de uniones heterosexuales anteriores; y en los últimos años, un porcentaje no tan despreciable surge a partir de las técnicas de reproducción asistida en el caso de lesbianas o del acogimiento conjunto, permanente o no permanente, y de la adopción por parte de personas individuales.
• Se estudió a 28 familias homoparentales, con hijos o hijas entre 3 y 16 años; queríamos ver qué sucedía con los menores que se criaban educados en familias de madres lesbianas o padres gays. En 21 de los casos el progenitor era una madre lesbiana y en los otros 7 eran padres gays los responsables de la crianza y educación de estos menores. En 14 de estas familias, niños y niñas vivían con un solo progenitor y la otra mitad con una pareja, en un contexto biparental. Estudiamos a cinco niñas o niños de edad infantil, 12 de primaria y 8 de secundaria, edades que tenían en aquellos momentos.

Los niños formaban parte del siguiente tipo de familias: 15 estaban formadas por madres con hijos de uniones heterosexuales anteriores, que tenían la custodia, y seguían conviviendo con ellos; había 5 familias de madres con hijos por inseminación artificial, por técnicas de reproducción asistida; otras 5 familias, de padres o madres con hijos adoptados en solitario; y 3 familias de padres que no tenían legalmente la custodia pero que, por razones de organización familiar, convivían día a día con los niños y niñas, es decir, no les veían los fines de semana sino que vivían de hecho con los pequeños y mantenían una relación de convivencia.
• Estamos desarrollando un segundo estudio, del que únicamente les puedo dar avances parciales, en el que estamos analizando las experiencias vitales y el ajuste psicológico de jóvenes adultos que han vivido con padres gays o madres lesbianas; como he dicho, aún está en curso. Hasta el momento, en este estudio hemos entrevistado a 14 jóvenes adultos que han vivido con madres lesbianas y a 2 de con padres gays, 10 chicas y 6 chicos, con edades comprendidas entre 17 y 31 años, y en las próximas semanas tenemos previsto entrevistar a cinco más.
• Voy a contarles los datos del primer estudio básicamente: la muestra es todavía pequeña y necesitamos tener más datos.
• Hay dos grandes preguntas que voy a intentar responder con ustedes: la primera, si estas familias son contextos idóneos para el desarrollo infantil y adolescente, y la segunda , cómo es el ajuste psicológico de los chicos y chicas que viven y crecen en familias homoparentales.
• Hemos encontrado que estos padres o madres poseen un buen conocimiento del desarrollo infantil y saben cómo intervenir en él. Poseen ideas evolutivo-educativas acertadas. Sabemos, además, que los estilos educativos que desarrollan son adecuados, o sea, buenas dosis de afecto y de comunicación, pero también normas, exigencias y disciplina basadas en el razonamiento. También por otros datos que tenemos sabemos que el valor más importante para compartir con chicos y chicas, el que citaron casi el 100 por 100 de las familias, fue el respeto a los demás y la tolerancia, y lo resalto como un elemento de los muchos que hemos encontrado que nos pareció singular e interesante de estas familias.
• Déjenme que les relate lo que nos contaba una de las chicas que hemos entrevistado, Cori, de 24 años. Decía: Yo me alegro mucho de que mi madre sea homosexual, porque me ha ayudado muchísimo, me ha ayudado a ser más persona. Una persona es más persona cuando respeta a las demás, cuando las trata como hay que tratarlas. Gracias a mi madre y a la educación que mi madre me ha dado soy una persona muy tolerante, muy educada y respeto mucho a la gente que es homosexual. Yo juzgo a la gente por cómo es, no por quién se acueste, nos decía ella.
• Según los padres o madres, el ambiente familiar de estos hogares estaba configurado con relaciones estructuradas, organizadas, pero al tiempo flexible para adaptarse a las distintas circunstancias y por buenas dosis de cohesión, de afecto, de vinculación estrecha, pero no tan estrecha que impidiera el desarrollo individual de chicos y chicas.
• Lo más interesante es que cuando pedimos a los chicos o chicas más mayores de los que estudiábamos, a los de Secundaria, que respondieran a un cuestionario acerca del ambiente familiar que ellos percibían en sus casas nos dieron exactamente la imagen especular. El perfil que nos salía de su percepción del ambiente familiar era que ellos percibían que en su familia se los aceptaba, se les quería, se preocupaban por ellos, se alentaba su autonomía, había escaso conflicto en la casa. En cuanto al ambiente familiar, hay otros estudios que han llegado a conclusiones muy parecidas.

• Chicos y chicas han pedido que se considere que sus familias son normales, porque así las han vivido ellos Sienten que han vivido en un entorno normal, aunque quien lo vea desde fuera no siempre sea capaz de verlo.
• Dentro de este ambiente familiar, ¿cómo eran las relaciones entre la pareja, y de la pareja con los hijos? Hemos encontrado relaciones entre la pareja afectuosas, poco conflictivas, estables, ajustadas, satisfactorias y muy igualitarias. Este es un dato repetido en la literatura. Tengo que decir que nuestras parejas eran todas de lesbianas. Los gays que vimos vivían solos con sus niños.
• ¿Cómo eran las relaciones con la pareja de la madre? Por ejemplo, a una persona le preguntábamos qué significa para ti la pareja de tu madre? Ella decía: mi madre me ha pagado los estudios, me ha comprado la ropa, me ha hecho la comida, me ha limpiado el culo cuando era bebé, se ha preocupado de las parejas que he tenido, si yo iba mal se preocupaba. Otra decía: Para mí Cinti es una buena amiga que sé que tendré siempre. Cuando necesite ayuda va a estar, cuando necesite hablar va a estar ahí, cuando necesite cualquier cosa me va responder como pueda si eso está en su mano. Es una buena amiga y la pareja de mi madre.

• ¿Cómo es el ajuste psicológico de los chicos y chicas que viven en familias homoparentales? No se diferencian y están bien respecto a esas dimensiones que les muestro: competencia académica, competencia social, autoestima y ajuste emocional y comportamental -salud mental, si quieren-.

• Pedimos a chicos y chicas que identificaran, por medio de distintos instrumentos, lo propio de hombres y lo propio de mujeres en nuestra sociedad. Bueno pues no se diferenciaban en cuanto al reconocimiento de los roles de género: sabían perfectamente qué es lo propio de hombres y qué es lo propio de mujeres, no tienen duda ni en cuanto a la identidad de rol ni en cuanto a la identidad genérica.
• Nuestros datos dicen que, afortunadamente, están integrándose en sus escuelas, en su grupo de compañeros o compañeras, sin problemas especiales.

• ¿Qué recuerdan los mayores de sus relaciones sociales? Una chica nos decía: a mi casa venía everybody; algunos eran más íntimos y otros eran más colegas, pero nunca sentí la necesidad de dar explicaciones diciendo mi madre está en pareja con una mujer, ahora que vais a entrar en casa, ni de ocultarlo; simplemente, el que venía a casa veía que yo vivía con mi madre y con Carmen; si alguien me preguntaba quién era Carmen, yo decía: la novia de mi madre.
• De los 16 chicos que hemos estudiado, sólo Nico nos dijo que sí había percibido en algún momento cierto rechazo; dijo que no se había sentido objeto de burlas en general, sino que, cuando llegó al barrio con su madre y la novia de su madre, hubo algunas bromas; lo expresaba así.
• Paso a las conclusiones. Los chicos y las chicas están razonablemente bien: viven en hogares estables y cálidos, con padres o madres implicados y competentes, y apoyados por una red social amplia y variada. Son aceptados por sus compañeros, no muestran diferencias en cuanto a ajuste psicológico excepto en su mayor flexibilidad y aceptación de la homosexualidad. Estos resultados son coincidentes, además, con los obtenidos en estudios realizados en otros países.

• ¿Qué concluyen los niños? Esto es lo que contaba un chico: yo soy muy feliz con que mi madre sea lesbiana y soy muy feliz con que mi padre sea heterosexual, porque he vivido en dos familias; he visto tantas cosas que, ahora, de lo que veo, no me sorprendo; lo veo como la cosa más normal del mundo; estoy muy feliz, porque tener o estar con los ojos cerrados es muy feo, es muy triste.

Y por último una de nuestras chicas nos mandó una carta con un cuestionario que nos tenía que completar y que se le había olvidado. Lo que les voy a leer a continuación ha sido extraído de la carta. Dice así: Para mí lo importante no es la opción sexual ni de los padres o madres ni de los hijos, sino que haya amor, cariño, respeto y escucha. Hoy en día se habla mucho de sexo, los adolescentes tienen a veces sobreinformación sobre el tema, y creo que se le da demasiada importancia al sexo y se pasa por encima de temas como la comunicación, la aceptación y el amor, y no el amor romántico, sino aquel que nos ayuda a crecer. Y ése lo puede dar cualquier persona, no importa su sexo, lo importante es que se ame así misma.

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La señora GISPERT CATALÀ (Abogada y ex consejera de Justicia de la Generalidad de Cataluña):

• En mi caso, voy a explicar la experiencia que vivimos en Cataluña hace 7 años, momento en el cual el Parlamento de Cataluña aprobó la Ley de parejas de hecho.
• A mí me gustaría explicar y recordar cómo se llegó a aprobar esta ley, que fue la primera en el Estado español -después lo hicieron Aragón, Navarra, Valencia y el País Vasco- y en nuestro entorno cultural europeo más próximo.
• El 30 de junio del año 98 el Parlamento de Cataluña aprobó dos leyes muy importantes: el Código de Familia y la Ley de uniones estables de pareja.
• El Código de Familia representaba la regulación de todos aquellos aspectos civiles que nacen y mueren en la familia: el matrimonio, los efectos civiles del matrimonio, de la separación y el divorcio, la filiación, la tutela, la adopción, etc.
• El mismo día se aprobó también la Ley de parejas de hecho. Nuestra voluntad fue y es regular los derechos civiles de las parejas heterosexuales y homosexuales, pero, sobre todo, el de estas últimas porque entendíamos que las primeras, en la mayor parte de los casos, no querían papeles, sino compartir su vida sin que nadie les dijera nada o les hiciera firmar ningún tipo de contrato.

• Quisimos conocer qué pensaba la ciudadanía, captar de alguna manera su opinión en temas que tocaban las propias convicciones personales, ideológicas, morales y sociales, y también porque se apreciaba un aumento de las uniones de parejas heterosexuales y homosexuales. Se encargó un estudio, yo diría que profundo, al Instituto de Estadística de Cataluña respecto al censo de personas y núcleos familiares, divididos en cuatro ámbitos: quiénes formaban parte de parejas matrimoniales, quiénes de parejas heterosexuales, quiénes de parejas homosexuales y quiénes formaban parte de esos núcleos de convivencia -que yo pienso que cada vez existen más- en los que a veces hay una relación de familia, otras veces no la hay, pero en los que se unen para ayudarse en la situación económica, en el pago del alquiler del piso, en todo aquello que necesitan normalmente las personas que se ponen de acuerdo para convivir juntas y que no tienen nada que ver con los tres ámbitos que he comentado antes.
• El estudio del Instituto de Estadística de Cataluña arrojó unos datos importantes ( censo de 1996) y eran los siguientes: 1.432.114 eran parejas matrimoniales;
128.309 parejas de hecho heterosexuales; y 17.000 parejas homosexuales; respecto a los grupos convivenciales o núcleos unipersonales a los que me he referido anteriormente, había 54.856 núcleos de personas que sin tener o teniendo relación de parentesco también convivían juntas.
• Estableciendo porcentajes: el 80 por ciento eran parejas matrimoniales, el 9 por ciento heterosexuales y el 1 por ciento homosexuales.

Yo en aquel momento era la consellera de Justicia y, por lo tanto, la principal impulsora de los trabajos en materia de leyes de familia y de la posible ley de uniones estables de pareja, y tengo que decir claramente que en muchos momentos dudaba de si se iba a llevar a cabo, por diferentes motivos, porque yo entendía que lo importante era poner sobre la mesa todos aquellos estudios y experiencias que nos sirvieran de base para poder defender delante de mi partido, de mi coalición, delante del Gobierno y después, si llegaba, en el Parlamento de Cataluña, la necesidad de esa regulación.

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El señor CHACÓN FUERTES (Presidente del Colegio de Psicólogos de Madrid):

• soy coautor del estudio que ha presentado anteriormente la doctora González.
• El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid declaraba este mismo año que, según los estudios científicos existentes en la actualidad, “no puede afirmarse que los niños educados por familias homoparentales sufran perjuicios en su desarrollo psicológico”.

• Esta declaración se une a otras muchas, como, por ejemplo, la de la Asociación Psicológica Norteamericana, que dice: “No existen pruebas científicas de que la efectividad parental se relacione con la orientación sexual de los padres” y “La investigación prueba que el ajuste, desarrollo y bienestar psicológico de los niños no está relacionado con la orientación sexual parental”.

La Asociación Psiquiátrica Americana dice que numerosos estudios han demostrado que los hijos de padres gays -dice gays y no se refiere específicamente a lesbianas- tienen la misma probabilidad de ser sanos y bien adaptados que los niños criados en hogares heterosexuales ni muestra una mayor incidencia de homosexualidad que otros niños.
• La Asociación Nacional de Trabajadores Sociales anima a la aprobación de leyes que reconozcan el matrimonio homosexual, la custodia de niños y otros derechos de lesbianas, gays y bisexuales.
• Tendríamos que añadir otras acepciones científicas como la Academia Americana de Pediatría y en un informe oficial del 2002 -cuyo autor es Perrin y que fue aceptado por la ejecutiva- dice que en general hay más similitudes que diferencias en los estilos parentales y actitudes de los padres gays y no gays; no hay diferencias sistemáticas entre padres gays y no gays en salud emocional, habilidades parentales y actitudes hacia la parentalidad. Ningún dato apunta que exista algún riesgo para los niños por crecer en una familia con uno o más padres gays.
• Siguiendo con esta revisión de asociaciones, la Academia Americana de Psiquiatría Infantil Adolescente, afirma en 1999 -es la declaración más antigua que conozco- que no existe evidencia que sugiera o apoye que los padres con orientación gay, lesbiana u homosexual sean per se diferentes o peores en habilidades parentales, interés en los niños, relaciones parentofiliales a los padres heterosexuales.
• La homosexualidad no es una psicopatología. Uno de los primeros comparecientes describió un perfil psicopatológico de lo homosexual en el que, aparte de algunos aspectos, como fobia social, incluía, por ejemplo, el no querer jugar con juguetes violentos. Pues a mí me gustaría que mis hijos tuvieran ese perfil psicopatológico. Incluía otra serie de aspectos que evidentemente no eran psicopatológicos.
• Dentro del ámbito español ha sido difundido, por lo menos entre ustedes, porque creo que no está publicado en una revista científica, el informe “No es lo mismo”. Yo no creía que ibamos a debatir aquí sobre si la homosexualidad era o no una psicopatología, o sobre los sesgos que se pueden introducir. Esta frase está recogida expresamente de uno de los informes que se citan que dice : “ Y nosotros sabemos que el estilo de vida homosexual es peligroso, es un estilo de vida de alto riesgo. Los homosexuales sufren desproporcionadamente un amplio abanico de condiciones mórbidas comparadas con los heterosexuales, particularmente enfermedades de transmisión sexual como la gonorrea, la sífilis, el sida”. Evidentemente, si uno parte del principio de que la homosexualidad es una psicopatología, puede llegar a conclusiones como a las que se llega en algunos de estos informes.
• Yo voy a revisar brevemente algunas de las críticas que se hacen a los estudios. Primero, las muestras pequeñas. Pues sí, son muestras pequeñasd; podemos hablar de por qué es difícil encontrar una muestra.

• Yo he oído una intervención anterior y lo primero que he de decir es que si se exigen los criterios de aleatoriedad en ciencias sociales que se han manifestado aquí esta mañana, es decir, muestra representativa de población nacional - creo que la cifra es de alrededor de 4.000-, no hay ni un solo estudio en ciencias sociales que sea válido.

• Nunca es posible usar el azar para este fin. Lo más que se puede hacer es seleccionar sujetos que cumplan las condiciones experimentales. Es una limitación producida por el propio objeto de estudio y no por variables externas; se usa el azar es para seleccionar una muestra de la población que cumpla los requisitos de las condiciones experimentales. Para ello hay que conocer la población de referencia. En España -y ahora se han dado algunos datos de registros de parejas de hecho, no de homosexuales- creo que no existe ningún censo de homosexuales. Pero es más, yo creo que es ilegal. A nadie se le puede preguntar legalmente su orientación sexual.
• Me van a permitir que no me resista a hacer una última consideración; hemos quedado en que la homosexualidad no es una psicopatología. Parece que no produce graves perjuicios para el desarrollo psicológico de los niños.

Otro de los debates es el relacionado con el problema de la identidad sexual de esos niños. No hay datos concluyentes, como pueden ustedes comprobar a lo largo de las exposiciones, pero yo pregunto: ¿y si los hubiera? Si la legislación española afirma que somos iguales, que no se puede discriminar, y si no hay un perjuicio psicológico para el desarrollo del niño, ¿dónde está el problema? Insisto, además, los datos no demuestran que lo haya.


• Hay una cuarta crítica que me he dejado en el tintero. Desde la psicología social de la ciencia, evidentemente, ninguna investigación, incluso la que nos pueda parecer más científica, es ajena a los valores sociales, entre otras cosas, porque son los grupos políticos, los grupos de poder y los grupos económicos los que determinan las prioridades de investigación. Digo esto porque se ha hecho referencia a orientaciones sexuales de investigadores, a pertenencia a determinados grupos, etc. ; si creemos que esto es relevante, lo es para todos, tanto para los comparecientes como para los que llevan a cabo las investigaciones; porque, evidentemente, la orientación sexual puede influir en la forma de investigar, así como la orientación religiosa.

• En alguna de las comparecencias se han citado artículos para probar que la incidencia de los abusos sexuales en familias educadas por homosexuales es mucho mayor y, posteriormente, a raíz de una pregunta, se dice que esos datos presentan dudas. Yo prefiero reconocer las dudas en los informes: hemos hecho esto, se ha avanzado hasta aquí, estas son las limitaciones, etc.; creemos que esto es lo que debe ser.