31 agosto 2005

LIBERTAD PARA ELEGIR EL MODELO EDUCATIVO: UN DERECHO DE LOS PADRES

[La libertad de enseñanza está reconocida por la Constitución española como un derecho fundamental. La Declaración Universal de los Derechos Humanos indica que los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que se dará a sus hijos. Por su parte, el texto de la Constitución Europea, después de reconocer el derecho a la educación y a recibir gratuitamente la enseñanza obligatoria, consagra la libertad de creación de centros docentes dentro del respeto a los principios democráticos, así como el derecho de los padres a garantizar la educación y la enseñanza de sus hijos conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas. Por tanto, el pluralismo educativo está garantizado jurídicamente en España y en los países de nuestro entorno europeo. Un colegio puede ofrecer la educación diferenciada y los padres tienen el derecho a escoger ese tipo de escolarización si la consideran preferible. Los poderes públicos deben asegurar que todos los padres pueden elegir el modelo educativo que deseen para sus hijos. Y garantizar la gratuidad de la enseñanza obligatoria, con independencia del modelo de organización escolar que hayan escogido.
Publicamos ahora el documento editado por la COFAPA (Confederación de Padres y Madres de Alumnos) con argumentos sobre la legitimidad de la escolarización diferenciada y sobre el derecho de los padres a ejercitar la libertad de elección sobre el modelo pedagógico que deseen para sus hijos.]

#206 Educare Categoria-Educacion

por la COFAPA
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Introducción

Cada persona nace hombre o mujer, con ritmos diferentes de maduración personal y de aprendizaje, tienen distinta sensibilidad, reaccionan ante los estímulos de forma diferente, suelen actuar de modo diverso y, con frecuencia, complementario. Varón y mujer tienen modos diversos de vivir su idéntica dignidad personal y, en consecuencia, la escuela debe facilitar que cada alumno cultive las cualidades propias de su modo de ser, la masculinidad y la feminidad, rasgos constitutivos de la persona.

La atención a la diversidad personal de chicos y chicas puede lograrse tanto en la escuela mixta como en la diferenciada, pero en la escuela mixta surgen con frecuencia inconvenientes importantes para atender la diversidad de los alumnos porque un aula mixta presenta variables emocionales, conductuales y evolutivas mucho más acentuadas y dispares que un aula para alumnos de un solo sexo.


La escuela mixta se generalizó en los países occidentales a partir de 1960 y, en España, desde la Ley General de Educación de 1970. Su implantación no respondió a estudios experimentales serenos. La necesidad de atender a una demanda escolar creciente y algunas presiones ideológicas facilitaron la extensión de la escuela mixta como un postulado que no necesitaba demostración previa. No obstante, tanto en España como en la casi totalidad de los países avanzados se han mantenido prestigiosos centros de educación diferenciada y, desde hace casi veinte años, son cada vez más numerosas las voces que, a la vista de la experiencia, cuestionan la eficacia de la coeducación como modelo único −especialmente, en Estados Unidos, Suecia, Gran Bretaña, Australia, Canadá y Japón− y se ha establecido un número notable de nuevas escuelas diferenciadas .


En estas páginas se ofrecen algunos datos sobre la legitimidad y el interés de la escolarización diferenciada, un modelo educativo que facilita atender adecuadamente la diversidad del hombre y de la mujer, que gozan de igual dignidad pero presentan diferencias que no sólo son sexuales, sino que afectan a toda la persona. Alumnas y alumnos tienen el derecho a la igualdad de oportunidades en la educación, a cursar los mismos contenidos docentes, con medios similares e idéntica exigencia, pero la educación debe atender a la diversidad personal sin que esto suponga un trato discriminatorio o injusto.


De cualquier modo, al no existir una evidencia científicamente comprobada sobre qué sistema es más ventajoso, son los padres quienes tienen el derecho a escoger el tipo de escuela que desean para sus hijos, y las autoridades educativas deben facilitar el ejercicio de ese derecho, incluso ofreciendo centros de escolarización diferenciada también en la red pública, donde existe una demanda latente no manifestada. La pluralidad de opciones es enriquecedora y necesaria en un régimen democrático; y una sociedad en la que todos se viesen obligados a seguir un mismo modelo educativo disminuiría su ámbito de libertad, que es la esencia de la democracia.


Numerosas investigaciones sostienen que la escuela diferenciada beneficia el proceso de aprendizaje, ayuda a un mejor desarrollo de la personalidad de los alumnos y consigue mejores resultados académicos globales; algunos estudios incluso señalan algunas ventajas de la escuela diferenciada respecto de la coeducativa para fomentar en los alumnos las actitudes de respeto por el otro sexo. Por su parte la experiencia muestra que la coeducación no ha conseguido asegurar la igualdad de sexos ni la de oportunidades, dos objetivos que se esperaban de ese sistema escolar.

Incluso algunos movimientos feministas han reconsiderado su defensa de la educación mixta como medio para lograr la igualdad de oportunidades y señalan su preferencia por las escuelas diferenciadas para chicas. En los Länder alemanes de Berlín y Renania del Norte por iniciativa de los socialistas y de los "verdes" y con el apoyo de las feministas, y después de una rigurosa investigación, se iniciaron en 1998 clases diferenciadas en algunas asignaturas. En Estados Unidos y Canadá, el desarrollo de nuevos colegios de enseñanza diferenciada en los últimos años ha sido notable. En Nueva Gales del Sur, el estado más poblado de Australia, las solicitudes de plaza en las escuelas públicas mixtas se redujeron un 50% en 2001, a favor de las escuelas diferenciadas .


La parlamentaria Chris Heister, presidenta de la Comisión para el Estudio de la Educación en Suecia, sostiene en su informe de julio de 2004 que la educación actual fracasa porque desprecia las diferencias entre los sexos. Y recomienda que se organicen clases diferenciadas para chicas y para chicos, porque no es lícito imponer idénticas conductas y modelos educativos a los alumnos de ambos sexos.


Tres razones a favor de la educación diferenciada

1. Desarrollar mejor la personalidad de chicas y chicos


Las chicas maduran biológica y psíquicamente antes que los varones, que resultan perjudicados en las aulas coeducativas: las chicas tienen un rendimiento superior en la escuela secundaria y se da el caso de que muchos chicos disminuyen su rendimiento porque la comparación constante con las chicas provoca un comportamiento inhibitorio.


En centros mixtos, se incrementa el índice de fracaso académico entre los chicos y suelen presentarse mayores problemas de falta de motivación, frustración, ansiedad e incluso agresividad . El hecho es que van en aumento los problemas educativos entre los varones, hasta el punto de que algún prestigioso psiquiatra les ha aplicado el concepto de "vulnerabilidad masculina" .


Esas dificultades en las aulas mixtas pueden explicarse por el hecho de que las actitudes habituales y el comportamiento espontáneo de las chicas presentan ventajas en el ámbito escolar −suelen ser más tranquilas, más disciplinadas, más ordenadas−, mientras que a los chicos les supone un esfuerzo mayor adaptarse a los moldes establecidos en las aulas. En una clase coeducativa surgen inevitablemente las comparaciones y los varones suelen ser tildados de violentos, agresivos, inadaptados o desmotivados. Sin embargo, la Asociación Americana de Mujeres Universitarias, en un estudio hecho con 1.331 chicas, señala que en los centros con coeducación estas reciben una atención menor por parte de los profesores en su trabajo y en la solución de sus dudas, al tiempo que se sienten menos estimuladas para lograr sus metas .


Lee y Bryk han encontrado que las mujeres adultas educadas en escuelas para chicas tienen una actitud menos estereotipada en relación a los roles de género, y un autoconcepto más elevado. Cairns, en un estudio con 2.295 estudiantes irlandeses, obtuvo un resultado semejante y constató mejor competencia cognitiva, autoconcepto y control interno . Por su parte, Eder señala que la presencia constante de chicos en el aula dificulta las amistades entre las alumnas . Finalmente, el liderazgo, la autoconfianza de las chicas y la capacidad de mantener unas relaciones mejores con las compañeras y el profesorado, mejoran significativamente en centros exclusivamente femeninos .


En definitiva, la igualdad de oportunidades también se favorece desde la educación diferenciada y existen razones poderosas para que los padres de familia, en uso de su derecho, elijan centros diferenciados para sus hijos.


2. Mejorar el proceso de socialización

Suele afirmarse que la coeducación presenta ventajas para el proceso de socialización al que está llamada la escuela, y que favorece la disciplina escolar de los chicos por el efecto moderador de la presencia de las chicas. Pero la conducta de los chicos en las clases mixtas suele ser más agresiva y egoísta que en las clases diferenciadas y se ha constatado que, en general, en los centros mixtos los chicos entienden mejor a las chicas pero les pierden el respeto . Sorprendentemente, algunas investigaciones han demostrado que en la escuela mixta se refuerzan los estereotipos de género y señalan que la educación diferenciada presenta ventaja a la hora de superar algunos de esos estereotipos de conducta femeninos y masculinos, al menos en lo que se refiere a la elección de asignaturas consideradas tradicionalmente masculinas o femeninas. En un centro diferenciado, las chicas suelen encontrarse más cómodas para elegir Matemáticas o Ciencias o Deportes; y los chicos para elegir Arte, Literatura o un idioma extranjero.

Gilligan afirma que las mujeres difieren de los hombres en su orientación básica hacia la vida. Considera que algunas teorías de psicología evolutiva desprecian de manera ilegítima la orientación femenina: las mujeres tienen mayor facilidad para las relaciones humanas, la delicadeza en el trato y el compromiso; mientras que los hombres se orientan más hacia el pensamiento abstracto, y suelen subordinar las relaciones a otros objetivos personales.


Por otra parte, los jóvenes necesitan ver personas adultas que, además de trasmitir información en las clases, les sirvan de referencia. Los centros de educación diferenciada tienen la ventaja de ofrecer a los alumnos un número significativo de profesores del mismo sexo que pueden ocuparse de su orientación personal, con más facilidad para lograr un diálogo natural y profundo .


3. Incrementar la eficacia académica

Se han realizado numerosas investigaciones sobre la eficacia académica de la escuela mixta en comparación con la diferenciada; y un buen número muestran que los alumnos de centros con educación diferenciada obtienen mejores resultados académicos .


Los resultados de las pruebas del General Certificate of Secundary Schools, que se realizan en Inglaterra y Gales al final de la enseñanza obligatoria, señalan que en el curso 2001–2002, de entre los mejores veinte colegios (públicos y privados), trece eran de escolarización diferenciada. En el caso de los colegios públicos (que escolarizan al 80% del total de alumnos), seis de los diez mejores ofrecen enseñanza diferenciada.


Por su parte, el “Financial Times” publica cada año, en el mes de agosto, los resultados de las “Top independent schools” en Gran Bretaña: en los últimos cinco años, el 94% de las 25 mejores escuelas, ofrecían enseñanza diferenciada.


En Estados Unidos, Lee y Bryk realizaron una investigación sobre una muestra de 1.807 alumnos de 75 escuelas de secundaria y constataron que los alumnos de enseñanza diferenciada obtienen un mayor rendimiento académico y muestran aspiraciones más altas .


El último informe sobre las escuelas de secundaria de Ontario (Canadá), realizado por el Instituto Frazer, constata que diez de los dieciséis centros con mejores calificaciones académicas ofrecen enseñanza diferenciada .


En el año 2001, el Australian Council for Educational Research realizó un estudio que comparaba resultados entre escuelas coeducativas y diferenciadas, con un seguimiento de la evolución de 270.000 estudiantes durante seis años. El informe señala que los alumnos educados en aulas diferenciadas habían obtenido resultados académicos entre un 15% y un 22% mejores que los que iban a escuelas mixtas. El ambiente de trabajo era más agradable y el comportamiento de los alumnos mejor. El gobierno de Nueva Gales del Sur está experimentando con clases separadas en algunas materias, para intentar mejorar los resultados académicos de los chicos.


Una opción legítima por la igualdad

La libertad de enseñanza está reconocida por el artículo 27 de la Constitución española como un derecho fundamental que ha de ser interpretado, de acuerdo con el artículo 10.2 de nuestra ley fundamental, de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.

En relación con la educación diferenciada, el art. 2 de la Convención de la UNESCO de 14 de diciembre relativa a la lucha contra las discriminaciones en materia de enseñanza, señala que no es discriminatorio mantener centros de enseñanza separados para los alumnos de sexo masculino y para los de sexo femenino, siempre que estos sistemas o centros ofrezcan facilidades equivalentes de acceso a la enseñanza, dispongan de un personal docente igualmente cualificado, de locales escolares y de un equipamiento de igual calidad, y permitan seguir los mismos programas de estudio o programas equivalentes. La plena vigencia de este artículo fue recordada en 1999 por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU.


El artículo 26.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 indica que los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que se dará a sus hijos.


Por su parte, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea redactada en Niza en diciembre de 2000, en su artículo 14, después de reconocer el derecho a la educación y a recibir gratuitamente la enseñanza obligatoria, consagra la libertad de creación de centros docentes dentro del respeto a los principios democráticos, así como el derecho de los padres a garantizar la educación y la enseñanza de sus hijos conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas.


En la legislación española, la LODE, Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación, de 1985, indica que los titulares de los centros privados tendrán derecho a establecer el carácter propio de los mismos (art. 22.1).

La escolarización diferenciación es, en consecuencia, plenamente legítima, y así lo ha reconocido la jurisprudencia. La Audiencia Nacional, en sentencia de 20 de diciembre de 1999, señala: el hecho de que en un centro docente se impartan enseñanzas sólo a niños o sólo a niñas, no puede considerarse que suponga una discriminación por razón de sexo desde el momento en que los padres o tutores pueden elegir, dentro de un entorno gratuito de enseñanza, entre los diversos centros existentes en un determinado territorio.

Con anterioridad, en 1981, el Tribunal Constitucional había ya dejado claro que el artículo 14 de la Constitución no prohíbe toda diferencia de trato en el ejercicio de los derechos y libertades: la igualdad es sólo violada si la desigualdad está desprovista de una justificación objetiva y razonable. Y la sentencia de 27 de junio de 1985 reconoce que el derecho de los padres a elegir centro docente forma parte del núcleo o contenido esencial del derecho a la educación, reconocido por la legislación española y los pactos internacionales suscritos por España. Al tiempo señala la legitimidad de los diferentes enfoques pedagógicos y organizativos en los centros de enseñanza, porque el término “carácter propio” no supone forzosamente que haya de interpretarse en todo caso como limitado a aspectos morales y religiosos, excluyendo cualquier otro aspecto.


Por tanto, el pluralismo educativo está garantizado jurídicamente en España y en los países de nuestro entorno europeo. Un colegio puede ofrecer dentro de su carácter propio la educación diferenciada, y los padres tienen el derecho a escoger ese tipo de escolarización si la consideran preferible.


La Constitución Española, en su artículo 27.2, indica que la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana, y ese desarrollo puede ser entendido y atendido de forma diferente por los padres, según sus convicciones. La Constitución sólo señala un límite al carácter propio de un centro: el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales (art. 27.2). En todo lo demás, hay que respetar el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que desean para sus hijos y el de los titulares de los centros a ofrecer un determinado modelo de escuela.


Los poderes públicos deben asegurar que todos los padres pueden elegir el modelo educativo que deseen para sus hijos. Y garantizar la gratuidad de la enseñanza obligatoria, con independencia del modelo de organización escolar que hayan escogido.


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Notas:

[1] Cfr. www.singlesexschools.org)

[2] M. FIZE. Les piéges de la mixité scolaire. Presses de la Renaissance. París (2003).

[3] The Sun–Herald, 25 marzo 2001

[4] R. W. CONLON: Teaching the boys: New research on masculinity and gender strategies for schools "Teachers College Record", 98, 2 , invierno 1996, pp.206–35. D. KINDLON, M. THOMPSON: Raising Cain: Protecting the Emotional Life of Boys. New York, Ballantine, 1999. Edición española en 2000, Educando a Caín, Ed Atlántida, Buenos Aires. J. KLEINFELD: Student Performance: Males versus females . "Public Interest" 3:20. 1999, p.134. W. POLLACK: Real Boys: Rescuing Our Sons from the Myths of Boyhood . New York. Random House, 1998. Christina HOFF SOMMERS: The war against boys ; how feminism is harming our young men . New York, Simon and Schuster, 2000 L. YATES: Gender Equity and the boys debate: What sort of challenge is it? . "British Journal of Sociology of Education", 18:3, 1997, pp.337–47.

[5] S. KRAEMER: The fragile male . "British Medical Journal", 2000, 1609–1612.

[6] AMERICAN ASSOCIATION OF UNIVERSITY WOMEN: How schools shortchange girls . Washington, DC, 1992.

[7] V. E. LEE, A. S. BRYK: Effects of single–sex secondary schools on student achievement ans attitudes ."Journal of Educational Psychology", 1986, pp.78, 381–395. E. CAIRNS: The relationship between adolescent perceived self–competence and attendance at single–sex secondary school . "British Journal of Educational Psychology", 1990, pp.60, 207–211.

[8] D. EDER: The cycle of popularity: Interpersonal relations among female adolescents . "Sociology of Education", 1985, pp.58, 154–165.

[9] F. A. MAEL: Single–sex and coeducational schooling: Relationships to socioemotional and academic devolopment . "Review of Educational Research", 68:2, 1998, pp.101–129. N. M. MONACO, E. L. GAIER: Single–sex versus coeducational environment and achievementin adolescent females. "Adolescence", 1992, pp.27, 579– 94. A. W. ASTIN: On the failure of educational policy. "Change", 1977, pp.40–45] [D. G. SMITH: Women's colleges and coed colleges: Is there a difference for women "Journal of Higher Education", 1990, pp.61, 181–197.

[10] M. A. PAYNE, E. H. NEWTON : Teachers' and students' perceptions of the major advantages and disadvantages of coeducational secondary schooling . "Australian Journal of Education", 34, 1990, 67–86]. R. HAWLEY: A case for boys' schools . En D. K. HOLLINGER, R. ADAMSON (Eds.): Single–sex schooling: Proponents speak , 11–44. Washington, DC: U. S. Departament of Education.

[11] S. M. BAILEY : The current status of gender equity research in American schools .Educational Psycologist, 1993, pp.228, 321–339 N. MOSCONI, Il faut sauver les garçons , en "Le monde de l'Education", enero de 2003] [R. HAWLEY : A case for boys'schools . En D. K. HOLLINGER, R. ADAMSON (Eds.), "Single–sex schooling: proponents speak". Washington, DC: US Department of Education, 1993.

[12] C. GILLIGAN: In a different voice. Cambridge, MA, Harvard University Press, 1982.

[13] Noe, R. A.: “Women and Mentoring: A review and research agenda”. Academy of Management Review, 13, 1988, pp 65–70. Geis, F. L., Boston, M. B. y Hoffman, N.: “Sex of authority role models and achievement by men and women: Leadership performance and recognition”. Journal of Personality ans Social Psychology, 49, 1985, pp 636–656.

[14] V. E. LEE, A. S. BRYK : Effects of single–sex secondary schools on students achievement and attitudes . "Journal of Educational Psychology", 78, 1986, pp.381–395. C. RIORDAN: Girls and boys in school: Together or separate? New York: Teachers CollegePress, 1990. D. G. SMITH: Women's colleges and coed colleges: Is there a difference for women? "Journal of Higher Education", 61, 1990, 181–197. D. J. YOUNG, B. J. FRAZER : Science achievement of girls in single–sex and coeducational schools. "Research in Science and Technological Education", 8, 1990, 5–20. F. A. MAEL: Single–sex and coeducational schooling: Relationships to socioemotional and academic devolopment. "Review of Educational Research", 68:2, 1998, pp.101–129.

[15] V. E. LEE, A. S. BRYK : Effects of single–sex secondary schools on students achievement and attitudes. "Journal of Educational Psychology", 78, 1986, pp.381–395.

[16] Globe and Mail, 19 abril 2003

30 agosto 2005

VIOLENT VIDEO GAMES AND OUR KIDS

[Research on violent television and films, video games, and music reveals unequivocal evidence that media violence increases the likelihood of aggressive and violent behavior in both immediate and long-term contexts. The research base is large; diverse in methods, samples, and media genres; and consistent in overall findings.
Short-term exposure increases the likelihood of physically and verbally aggressive behavior, aggressive thoughts, and aggressive emotions. Recent large-scale longitudinal studies provide converging evidence linking frequent exposure to violent media in childhood with aggression later in life, including physical assaults and spouse abuse.
This is a Common Sense Media Approach (2005). Common Sense Media is the leading non-profit organization dedicated to improving media and entertainment choices for kids and families: their goal is to provide trustworthy information on a variety of media content and to create a responsible and enjoyable media environment for everyone. “Playing violent video games is to an adolescent’s violent behavior what smoking tobacco is to lung cancer.” (American Academy of Pediatrics Policy Statement on Media Violence). According to the American Academy of Pediatrics, playing violent video games accounts for a 13% to 22% increase in adolescents’ violent behavior compared to a 14% increase in lung cancer from smoking tobacco.[1]
Common Sense Media
believes that the current practice of marketing and selling graphically violent and sexually offensive video games to children poses a mental and physical health threat to their health and welfare.
Violent video games negatively affect children’s mental, physical and social well-being. A meta-analysis of over 35 research studies that included over 4000 participants, found that “playing violent video games significantly increases physiological arousal and feelings of anger or hostility, and significantly decreases pro-social helping behavior.” [2]
Further research has shown that the involvement of the player as the perpetrator of violence increased the tendency of video games to inspire violence. [3] Mature games stereotype both race and gender and often reward players for committing violent acts. Violent video games feature a number of disturbing traits. For example: [4] Violent video games have been found to increase violent adolescent behavior by 13%-22%; the most common role for women in video games is prostitutes.

{Versión en Español}

#205 Educare Categoria-Educacion

by Common Sense Media
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Violent Video Games –Dangerous Lessons and Serious Consequences

Carefully documented analyses by leading research institutions and scholars have found that playing violent video games has a detrimental effect on minors. Noteworthy consequences include troubling shifts
in psychological attitudes, anti-social behavior, and physical condition. The real-world results of such changes have in many cases proven to be tragic and alarming.

Violence Begets Violence

Craig Anderson, PhD Professor and Chair of the Iowa State University Department of Psychology has studied and testified about the effects of video game violence for many years. Dr. Anderson and his colleagues have found that: [6].

  • Exposure to media violence increases both short and long term aggressive behavior.
  • Exposure to media violence increases heart rates and other sensory activities that are associated with dominant behavior.
  • People learn new aggressive behaviors and they will likely reenact them almost immediately afterward if they are in a similar situation.
  • Heavy game players become desensitized to aggression and violence.
Degradation of Women

While violent video games frequently promote negative portrayals of several societal genres, the depiction of women is particularly egregious.

  • 86% of all African American females in games are victims of violence.
  • The most common role for women in video games is prostitutes.

Video Games are More Influential Than Other Media

Dr. Jeanne B. Funk, PhD Professor and Director of Doctoral Training in Clinical Psychology at the University of Toledo, published a study in the Journal of Adolescence which found that both media and video game violence are associated with more pro-violence attitudes, but only video game playing resulted in lower empathy for the victim of violence.

Dr. Faulk suggests that the fact that the players were the perpetrators of the violence in the video games was the cause. Researchers at the University of Toledo found that video game violence has a stronger effect on kids than violence in movies does because of the interactive nature of the experience. [7]


Dr. Craig Anderson notes that “the active nature of the learning environment of the video game suggests this medium is potentially more dangerous than television and movie media.” [8]

Access to Video Games is More Prevalent and Less Supervised

According to a March 2005 study by the Kaiser Family Foundation, video games are becoming as much a part of the home landscape as the television. Moreover, increasing numbers of consoles are finding their
way into less supervised areas, such as the bedroom. The study reports: [9]

  • 83% of young people have a video game console at home, with 65% having two or more.
  • About half of the young people surveyed have a video game console in their bedroom.
  • 55% have a handheld video game player.
  • Just over 20% of kids reported that their parents had any rules regarding video game use.
The Medical Community Speaks Out

At the July 26th, 2000 Congressional Public Health Summit, six leading medical associations (American Academy of Pediatrics, American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, American Psychological Association American Medical Association, American Academy of Physician, and the American Psychiatric Association) warned of the following effects of media violence on children:

  • Increased anti-social and aggressive behavior.
  • Violence desensitization, lower levels of empathy.
  • Increased levels of fear due to perceiving the world as violent.
  • Higher tolerance and threshold for violence leading to a desire to experience more violence in both video games and real life.
  • Acceptance of violence as a way to settle conflict.

Video Game Addiction


Video games have been proven to lead to a type of addiction by increasing the amount of Dopamine, a pleasure-inducing brain chemical associated with narcotic use, released in the brain. In 1998 at Hammersmith Hospital in London, Dr. Paul Grasby performed a study that showed that playing video games triggers the release of dopamine in the brain. During the study dopamine levels doubled in the subjects’ brain when they played video games, this level of dopamine is equivalent to an injection of amphetamines or Ritalin. [10]

Dr. David Walsh, a long-time expert and founder of the National Institute on Media and the Family, reports of children playing over 43 hours a week of video games. [11]

Reduced Exposure = Reduced Violence

A study by the Stanford University School of Medicine found that reducing TV and video game consumption to under one hour per day reduces verbal aggression by 50% and physical aggression by 40% among 3rd and 4th grade children. [12]

Links Between Teen Play and Violent Crime

One of the most frightening tragedies in modern society is the new breed of teen killers. These instances of teen mass killings have shocked the world and have led many to search for the reasons behind those desperate acts. There is no conclusive evidence as to the cause, and the blame for these incidents clearly cannot be laid entirely on the shoulders of the video game industry. However, there is an equally clear link that cannot be overlooked between these killings and the violent video games that the perpetrators spent hundreds of hours playing.

Examples:

  • Columbine, Colorado April 19, 1999, Eric Harris and Dylan Klebold killed 15 people, wounded 23 and then took their own lives. Harris announced on his website that he would “make DOOM a reality” on April 19. Harris also named a shotgun “Arlene” after a character in the video game DOOM. [13] Furthermore, Harris designed a level of DOOM that mimicked Columbine High School before the shootings.

  • West Paducah, Kentucky, Michael Carneal, 14, shot and killed 3 students and wounded 5 others. He was a violent video game addict of DOOM, QUAKE, and FINAL FANTASY. Michael Breen, an attorney in the case against Carneal, stated in court: “Michael Carneal, clipped off nine shots in a 10-second period. Eight of those shots were hits. Three were head and neck shots and were kills. That is way beyond the military standard for expert marksmanship. This was a kid who had never fired a pistol in his life, but because of his obsession with computer games he had turned himself into an expert marksman.” [14]

  • Fayette, Alabama, Devon Thompson shot three police officers after being brought in under suspicion of driving a stolen car. He grabbed one of the officers’ guns, shot three men and then jumped into a police car to make his escape. This scene is eerily similar to scenes from GRAND THEFT AUTO, Thompson’s favorite video game, which rewards players for committing the crime that Thompson perpetrated. When Thompson was apprehended for the killings he stated, “Life is a video game. You’ve got to die sometime.” [15]

The video game industry has been ineffective at self-regulation

With circumstances that mirror the fox guarding the chicken coop, the current self-regulation of the industry has been ineffective at stopping under age youths from buying and playing violent and sexually explicit games designed for more mature (“M” >17) audiences. A 2004 Federal Trade Commission study reported that more than two thirds of children under 17 were able to purchase ‘M’ rated games. Furthermore, 87 percent of boys under the age of 17 have played ‘M’ rated games. [5]

While Common Sense Media respects the right of game producers to exercise their creative visions (and we also do not believe that all children who play violent games will adopt violent behavior) we advocate strongly for more stringent regulations regarding the sale and marketing of these games to minors for whom repeated play of these games poses a major public health concern.

In 1994, the video game industry created its own self-regulating body, the Entertainment Software Ratings Board (ESRB), which rates all video games. There are four categories:

  • E – Everyone (6 years and older),
  • T – Teen (>13 years),
  • M – Mature (>17 years),
  • AO (Adult Only).
Defined by the industry itself, these regulations are entirely voluntary and up to individual retail outlets to enforce.

How well is this self-regulating rating system working?

The National Institute for Media and the Family found that just 21 percent of retail and rental stores have policies to keep mature video games out of the hands of minors. [16]

Further, the Federal Trade Commission found that 69% of boys under 17 are able to purchase ‘M’ rated games. [17]

Additionally, the 2005 Kaiser Family Foundation study reported that: [18]

  • 87% of boys under the age of 17 have played ‘M’ rated games.
  • 90% of teens say their parents never check ratings before they buy or rent a game.
  • Only 1% of teens say their parents ever stopped them from using ‘M’ rated games.
The Smoking Gun

Just as the tobacco industry was sited for targeting ‘tomorrows smokers’, the FTC recently pointed out that the video game industry is actively marketing to minors. Furthermore, sixty percent (60%) of the Mature-rated games on which the Commission focused in the study were actually targeted to youth under 17. [19]

One document found by the FTC stated:

“… [The game] has an M rating, which may discourage parents from buying the game. However, the younger the audience, the more likely they are to be influenced by TV advertising… Therefore, the recommended target audience is: Males 12-17 – Primary; Males 18-34 Secondary.” [20]

A decade ago the tobacco industry was caught and punished for similarly targeting youth: “They represent tomorrow’s cigarette business,” said Charles Tucker, R.J. Reynolds Vice President of Marketing. “As this 14 to 24 age group matures, they will account for a key share of the total cigarette volume.” [21]

Targeting of M-Rated Games to an Under-17 Audience

In order to safeguard our children from the proven effects of violent video game use, Common Sense believes there should be legislative and industry change as well as changes that parents can effect in their own homes:

  • Enact legislation at both the state and federal levels prohibiting the sale of ultra-violent and sexually offensive M-rated games to all those under the age of 17.
  • Change current marketing AdCodes so that advertising and marketing practices for video games conform to AdCodes for other proven health hazards for kids like tobacco and alcohol.
  • Distribute more detailed ratings for video games that give in-depth content information (for example, rape or violence against women receive no notice).
  • Create and implement an independent, uniform ratings system for all media, including video games.
  • Encourage parents to become involved and know what their kids are buying and playing.
  • Pay attention to the labeling – and go deeper than the summaries– to find out the exact content in games.
  • Treat video game play as a serious potential public health hazard for millions of children, similar to the treatment of alcohol and tobacco products as they relate to minors.
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Notes:

[1] O’Keefe, Lori. January 2002. Media exposure feeding children’s violent acts, AAP policy states. AAP News.

[2] The Henry J. Kaiser Family Foundation. March 2005. Generation M: Media in the Lives of 8-18 Year Olds. A Kaiser Family Foundation Study.

[3] Funk, Jeanne B., Bechtoldt-Baldacci, H., Pasold, T., & Baumgardner, J. (in press). Violence Exposure in Real-life, Video Games, Television, Movies, and the Internet: Is There Desensitization? Journal of Adolescence.

[4] Anderson, Craig. March 21, 2000. Violent Video Games Increase Aggression and Violence. U.S. Senate Testimony, Hearing on The Impact of Interactive Violence on Children, Committee on Commerce, Science and Transportation, 106th Congress, 1st Session.

[5] December 16, 2004. Gov. Blagojevich proposes bill to make Illinois first state to prohibit sale or distribution of violent and sexually explicit video games to minors. Office of the Governor Press Release.

[6] Craig Anderson. op. cit.

[7] Jeanne B. Funk et al. op. cit.

[8] Sept 18, 2003. “Grand Theft Auto” Creators Sued for $100M Over Killing. The London Independent.

[9] The Henry J. Kaiser Family Foundation. op. cit.

[10] Sanchez. August 23, 2002. Violent Video Games and Operant Conditioning: Physical and Psychological Effects. Maxwell School.

[11] National Institute on Media and the Family. www.mediaandthefamily.org.

[12] Dr. Thomas Robinson, Stanford University, Pediatric Adolescent Medicine. 2001;155:17-23

[13] Ibid., x

[14] Tompkins, Aimee. December 14, 2003. The Psychological Effects of Violent Media on Children. AllPsych Journal.

[15] February 15, 2005. Lawsuit Claims video games led to Fayette police deaths. Associated Press State & Local Wire.

[16] November 28, 1999. Is it all DOOM and GLOOM? Computer gaming draws devotion and fire. Some see it as a healthy outlet and a way to socialize. Others say it inspires real life violence. The Denver Post.

[17] Federal Trade Commission. 2000. Marketing Violent Entertainment to Children. A Review of Self-Regulation and Industry Practices in the Motion Picture, Music Recording & Electronic Game Industries.

[18] The Henry J. Kaiser Family Foundation. op. cit.

[19] Federal Trade Commission. September 11, 2000. FTC Releases Report on the Marketing of Violent Entertainment to Children.

[20] Ibid., xvii

[21] January 15, 1998. Tobacco Firm’s Ads Tried to Hook Kids. San Francisco Examiner.

VIDEOJUEGOS, VIOLENCIA Y NUESTROS NIÑOS

[Medios con Sentido Común es la organización independiente sin ánimo de lucro más destacada en la búsqueda de mejores alternativas de entretenimiento y medios de comunicación para niños y familias. Somos partidarios de la sensatez, no de la censura. Nuestro objetivo consiste en difundir información fidedigna sobre gran variedad de contenidos de los medios de comunicación y hacer que en éstos se refleje un ambiente en el que todos puedan disfrutar de una manera responsable.
Medios con Sentido Común piensa que la práctica actual de comercializar entre el público infantil videojuegos con contenidos llenos de violencia y obscenidad constituye un riesgo para el bien de los niños y para su salud física y mental. Según la Academia Americana de Pediatría, el estar expuestos a la violencia de los videojuegos provoca en los adolescentes un aumento de su inclinación a la violencia que oscila entre un 13% y un 22%, frente al aumento en un 14% de los casos de cáncer de pulmón provocados por el hábito de fumar. [1]
Jugar con videojuegos que se recrean en la violencia provoca en el adolescente comportamientos violentos de la misma manera que fumar afecta al cáncer de pulmón.” (Pronunciamiento de la Academia Americana de Pediatría sobre la violencia de los Medios de Comunicación).
La violencia de los videojuegos va en detrimento del bien psíquico, físico y social de los niños. Un análisis global de más de 35 estudios de investigación que implicaban a más de 4000 participantes, concluyó que “exponerse a la violencia de los videojuegos aumenta considerablemente la excitación fisiológica y los sentimientos de enfado o animosidad y reduce de forma significativa la inclinación a ayudar y a cuidar de los demás.” [2]
Otras investigaciones han demostrado que la implicación del jugador en la autoría de acciones violentas dentro de los videojuegos origina la propensión de éstos a alentar la violencia en la vida real. [3] Los videojuegos para adultos fomentan los estereotipos de raza y sexo y frecuentemente premian a los jugadores por cometer actos violentos. Los videojuegos con contenidos de violencia poseen una serie de rasgos preocupantes. Por ejemplo: [4] esos juegos aumentan entre un 13% y un 22% la inclinación de los adolescentes a cometer acciones violentas; en esos juegos a las mujeres se las considera sobre todo como prostitutas.]


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#205 Educare Categoria-Educacion

por Medios con Sentido Común
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Cambios de actitudes y comportamientos

Análisis cuidadosamente documentados llevados a cabo por instituciones de investigación punteras y por expertos han concluido que jugar con videojuegos que se recrean en la violencia tiene consecuencias negativas para los niños. Entre las más dignas de mención son los cambios preocupantes en las actitudes psicológicas, comportamientos egocéntricos que se manifiestan en una falta de sensibilidad social y la aparición de enfermedades. El impacto de esos cambios en el mundo de la vida ha resultado ser trágico y alarmante.

La violencia engendra violencia

Dr Craig Anderson, catedrático del Departamento de Psicología de la Iowa State University ha estudiado y testificado sobre las consecuencias de la violencia de los videojuegos durante muchos años: El y sus colegas han llegado a las siguientes conclusiones: [6].

• Una consecuencia de exponerse a la violencia de los medios es el aumento de los comportamientos agresivos tanto a corto como a largo plazo.
• Otra de las consecuencias de exponerse a la violencia de los medios es la aparición de un mayor ritmo cardíaco y de una mayor intensidad en la actividad sensorial, ambos asociados a modos de comportamiento dominantes
• La gente aprende nuevas formas de hacer violencia y es muy probable que las ponga en práctica en cuanto se vea en una situación similar a la reflejada en los videojuegos.
• Los jugadores empedernidos dejan de ser sensibles a las agresiones y a la violencia.

Degradación de las mujeres

Aunque los videojuegos de contenidos violentos a menudo ofrecen visiones negativas de muchos elementos constitutivos de la sociedad, el tratamiento de las mujeres es especialmente lamentable.

• el 86% de las mujeres afroamericanas que aparecen en los juegos son víctimas de la violencia.
• En esos juegos a las mujeres se las considera sobre todo como prostitutas.

Los videojuegos ejercen mayor influencia que otros Medios

Dr Jeanne B. Funk, Catedrática y directora del Programa de Doctorado de Psicología Clínica de la Universidad de Toledo (EEUU), publicó un estudio en el “Journal of Adolescente” en el que concluía que tanto la violencia mostrada por los medios de comunicación como la reflejada en los videojuegos estaban relacionadas con un resurgir de las actitudes violentas, pero que la empatía con la víctima era menor en los jugadores de videojuegos. Dr Funk aventuraba que esto se debía a que los jugadores de videojuegos participaban en ellos como instigadores de la violencia y no eran meros espectadores pasivos, como en los otros medios.

Investigadores de la Universidad de Toledo (EEUU) llegaron a la conclusión que la violencia de los videojuegos afecta más a los niños que la violencia de las películas debido a la naturaleza interactiva de la experiencia con aquéllos. [7]

Dr Craig Anderson afirma que “la naturaleza activa del entorno de aprendizaje de los videojuegos nos hace entrever que este medio es potencialmente más peligroso que la televisión o el cine” [8]

El acceso a los videojuegos es más común y menos controlado

Según un estudio realizado en marzo de 2005 por la Fundación Familiar Kaiser, los videojuegos tienen ya tanta carta de naturaleza en el hogar como la televisión. Por otra parte cada vez hay más videoconsolas en los dormitorios, donde la vigilancia es menor: [9]

• El 83% de los jóvenes posee una videoconsola en casa, y el 65% de ellos tiene dos o más
• Aproximadamente la mitad de los jóvenes estudiados tienen una videoconsola en su habitación.
• El 55% tiene una mini-videoconsola portátil (gameboys).
• Sólo un poco más del 20% de los jóvenes reconocían que sus padres vigilaban el uso de los videojuegos.

La Comunidad Médica se pronuncia

El 26 de Julio del 2000, en la Cumbre de Salud Pública que se celebró en el Congreso de EEUU, seis asociaciones médicas punteras (la Academia Norteamericana de Pediatría, la Academia Norteamericana de Psiquiatría infantil y juvenil, la Asociación Norteamericana de Psicología, la Asociación Norteamericana de Medicina, la Academia de Médicos Norteamericanos y la Asociación Norteamericana de Psiquiatría) previnieron contra los siguientes males que la violencia en los Medios produce en los niños:

• Mayor presencia de comportamientos díscolos y agresivos.
• Acostumbramiento a la violencia, menos consideración por los demás.
• Sentimientos de temor hacia un mundo que se percibe como violento.
• Alto grado de aceptación de la violencia, que suscita un deseo de exponerse más a ella tanto en los videojuegos como en la vida real.
• Se admite la violencia como medio para resolver conflictos.

Adicción a los videojuegos

Los videojuegos producen adicción puesto que se ha probado que al jugar con ellos se libera en el cerebro una sustancia llamada dopamina, que es como un narcótico que provoca una sensación de placer. En 1998 el Dr Paul Grasby realizó un estudio en el Hospital de Hammersmith que demuestra que los videojuegos provocan la secreción de dopamina en el cerebro. Al jugar se duplican los niveles de dopamina en el cerebro, lo que produce una sensación semejante a la generada por una inyección de anfetaminas o de Ritalina. [10]

Dr David Walsh, un reconocido experto y fundador del Instituto Nacional de los Medios y la Familia, señala el caso de niños que juegan con los videojuegos más de 43 horas a la semana [11]

Cuanto menos se juegue, menos violencia habrá

Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford llegó a la conclusión de que si se reduce el tiempo dedicado a la televisión y a los videojuegos a menos de una hora diaria, entonces las agresiones verbales disminuyen en un 50% y las físicas en un 40% entre niños del tercer y cuarto grado. [12]

Relación causal entre el juego en la adolescencia y los índices de criminalidad

Una de las tragedias más sobrecogedoras de la sociedad moderna es la constituida por la nueva hornada de asesinos adolescentes. Estos casos de adolescentes que provocan matanzas han desconcertado al mundo y han llevado a muchos a preguntarse por las causas de tales acciones desesperadas. No se sabe a ciencia cierta cuál es la causa, y está claro que no se puede atribuir la responsabilidad de estos atentados exclusivamente a la industria de los videojuegos. No obstante, es igualmente claro que no se puede desestimar el indiscutible nexo entre esos asesinatos y los videojuegos con los que los asesinos pasaron horas jugando.

Ejemplos:

• el 19 de abril de 1999, en un instituto Columbine (Colorado), Eric Harris y Dylan Klebold mataron a quince personas, hirieron a veintitrés y a continuación se suicidaron. Harris anunció en su página web el día 19 de abril que haría que “DOOM se hiciese realidad” (N. del T. “DOOM” es el nombre del videojuego y es una palabra que en inglés designa “destino aciago” o “muerte”). Además, Harris llamó a una escopeta “Arlene”, que es el nombre de uno de los personajes del videojuego DOOM. [13] Finalmente, Harris diseñó en su videojuego una ambientación del escenario de muerte que se adecuaba perfectamente a las características del instituto de Columbine antes del tiroteo.

• En West Paducah (Kentucky), Michael Carneal, que tenía 14 años, disparó y mató a tres estudiantes, hiriendo a otros cinco. Era un adicto de los videojuegos DOOM, QUAKE y FINAL FANTASY, que son todos ellos juegos que se recrean en la violencia. Michael Breen, un fiscal en el caso contra Carneal, declaró en el juicio: “Michael Carneal, descerrajó nueve tiros en diez segundos. De los nueve, ocho dieron en el blanco. Tres impactaron en las cabezas y cuellos de las víctimas y fueron por tanto letales. Esa puntería sobrepasa con mucho la exigida en el ejército a los tiradores de precisión. Este chico nunca había disparado una pistola en su vida, pero debido a su obsesión con los videojuegos, se había convertido en un tirador de precisión.” [14]

• En Fayette (Alabama), Devon Thompson disparó a tres policías tras ser detenido bajo la sospecha de conducir un coche robado. Se hizo con las armas de uno de los policías, disparó a los tres hombres e inmediatamente se metió en el coche de policía para darse a la fuga. Esta espeluznante acción es parecida a algunas de las escenificadas en GRAND THEFT AUTO (N. del T. en castellano sería algo así con “Impresionante Robo de Coches”), el videojuego favorito de Thompson, que premia a los jugadores por cometer el crimen que él perpetró. Cuando Thompson fue detenido por los asesinatos, dijo: “La vida es un videojuego. Llega un momento en el que tienes que morir.” [15]

La industria de los videojuegos ha sido incapaz de autorregularse

En circunstancias que reflejan el cuento del zorro que protege el corral de los polluelos, la autorregulación actual de la industria de videojuegos ha sido incapaz de impedir que menores de edad compren y jueguen con videojuegos que contienen escenas de violencia y sexualmente explícitas, y que han sido diseñados para mayores de edad. Un estudio llevado a cabo en 2004 por la Comisión Federal de Comercio descubrió que a más de dos tercios de los jóvenes de menos de 17 años les era permitido adquirir juegos para adultos. Además, el 87% de los menores de 17 años han jugado alguna vez con videojuegos para adultos. [5]

Aunque en Medios con Sentido Común respetamos el derecho de los fabricantes de videojuegos a plasmar en ellos su creatividad (puesto que, por otra parte, no pensamos que todos los niños expuestos a la violencia de los juegos adoptarán necesariamente un comportamiento violento) no obstante defendemos encarecidamente la introducción de medidas más severas que impidan la venta de estos juegos a los menores y también hacer a éstos objeto de las campañas publicitarias de los videojuegos, ya que el acceso continuado de los menores a dichos juegos representa un peligro para su salud.

En 1994, la industria de los videojuegos constituyó su propio ente auto-regulador, el Panel de Calificación del Software de Entretenimiento (the Entertainment Software Ratings Board, ESRB), que califica todos los videojuegos. Hay cuatro categorías:

• E – Everyone (Todos los públicos, de 6 años para arriba),
• T – Teen (Adolescentes, más de 13 años),
• M – Mature (más de 17 años),
• AO - Adult Only (Sólo Adultos)

El zorro cuidando el corral de los polluelos

¿Cómo está funcionando este sistema autorregulador de clasificación?

• El Instituto Nacional de los Medios y la Familia de EEUU ha constatado que sólo el 21% de las tiendas de venta y alquiler han adoptado medidas para que los menores no puedan acceder a los videojuegos para adultos. [16]

• Eso no queda ahí; la Comisión Federal de Comercio de EEUU ha llegado a la conclusión de que el 69% de los chicos de menos de 17 años de edad pueden comprar videojuegos clasificados como para usuarios mayores de esa edad. [17]

• Por otra parte, el estudio llevado a cabo en 2005 por la Fundación Familiar Kaiser constataba que: [18]

• El 87% de los chicos menores de 17 años han jugado con videojuegos “M” (para mayores de esa edad).

• El 90% de los adolescentes dicen que sus padres nunca comprueban la clasificación de los videojuegos antes de comprarlos o alquilarlos.

• Sólo el 1% de los adolescentes afirman que sus padres les han prohibido jugar con videojuegos “M”.

Paralelismos con la industria del tabaco

De la misma manera que se descubrió que la industria del tabaco estaba dirigiendo sus campañas publicitarias a ‘los fumadores del mañana’, la Comisión Federal de Comercio de EEUU ha señalado que la industria de los videojuegos está focalizando sus campañas de publicidad en los menores. De hecho, la citada Comisión, que centró su estudio en los videojuegos “M”, descubrió que el 60% de ellos iban destinados a jóvenes de menos de 17 años. [19]

Dicha Comisión encontró un documento que decía:

“… [el juego] tiene una clasificación “M”, lo que puede disuadir a los padres de comprarlo. Sin embargo, cuánto más jóvenes sean los televidentes, mayor es la probabilidad de que les influya la publicidad televisiva… Por tanto, se recomienda dirigir la publicidad a: varones de entre 12 y 17 años – objetivo primordial; varones entre 18 y 34 años - objetivo secundario.” [20]

Hace una década se castigó a la industria del tabaco por focalizar de igual modo su publicidad en la juventud: “los jóvenes constituyen el futuro del negocio de los cigarrillos,” declaró Charles Tucker, Vicepresidente para asuntos publicitarios de RJ Reynolds. “Cuando los jóvenes de entre 14 y 24 años de edad crezcan, pasarán a representar una porción clave del mercado de los cigarrillos.” [21]

Propuesta de mejoras

Para salvaguardar a nuestros hijos de las ya demostradas consecuencias negativas que acarrea el jugar con videojuegos de contenidos violentos, Medios con Sentido Común opina que deberían producirse cambios en la ley, en la industria de los videojuegos y en los propios hogares:

  • Promulgar leyes, tanto a nivel estatal como federal, que prohíban la venta de videojuegos “M” de contenidos ultraviolentos y obscenos a menores de 17 años.
  • Cambiar los actuales códigos de publicidad para que la publicidad de los videojuegos se rija por los mismos códigos que regulan la publicidad de otros productos de riesgo para la salud, tales como el tabaco y el alcohol.
  • Divulgar clasificaciones de videojuegos más detalladas, que den información exhaustiva sobre sus contenidos (por ejemplo, no se llama la atención sobre la violencia contra las mujeres o las violaciones de mujeres).
  • Formular y establecer un sistema independiente y uniforme de calificaciones para todos los medios de comunicación, incluyendo los videojuegos.
  • Animar a los padres a implicarse y estar al tanto de lo que sus hijos compran para jugar.
  • Mirar atentamente el etiquetado – no conformándose con los resúmenes– para averiguar más exactamente el contenido de los juegos.
  • Considerar los videojuegos como un riesgo potencial para la salud de millones de niños, lo mismo que el alcohol y el tabaco.
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Notas:


[1] O’Keefe, Lori. January 2002. Media exposure feeding children’s violent acts, AAP policy states. AAP News.

[2] The Henry J. Kaiser Family Foundation. March 2005. Generation M: Media in the Lives of 8-18 Year Olds. A Kaiser Family Foundation Study.

[3] Funk, Jeanne B., Bechtoldt-Baldacci, H., Pasold, T., & Baumgardner, J. (in press). Violence Exposure in Real-life, Video Games, Television, Movies, and the Internet: Is There Desensitization? Journal of Adolescence.

[4] Anderson, Craig. March 21, 2000. Violent Video Games Increase Aggression and Violence. U.S. Senate Testimony, Hearing on The Impact of Interactive Violence on Children, Committee on Commerce, Science and Transportation, 106th Congress, 1st Session.

[5] December 16, 2004. Gov. Blagojevich proposes bill to make Illinois first state to prohibit sale or distribution of violent and sexually explicit video games to minors. Office of the Governor Press Release.

[6] Craig Anderson. op. cit.

[7] Jeanne B. Funk et al. op. cit.

[8] Sept 18, 2003. “Grand Theft Auto” Creators Sued for $100M Over Killing. The London Independent.

[9] The Henry J. Kaiser Family Foundation. op. cit.

[10] Sanchez. August 23, 2002. Violent Video Games and Operant Conditioning: Physical and Psychological Effects. Maxwell School.

[11] National Institute on Media and the Family. www.mediaandthefamily.org.

[12] Dr. Thomas Robinson, Stanford University, Pediatric Adolescent Medicine. 2001;155:17-23

[13] Ibid., x

[14] Tompkins, Aimee. December 14, 2003. The Psychological Effects of Violent Media on Children. AllPsych Journal.

[15] February 15, 2005. Lawsuit Claims video games led to Fayette police deaths. Associated Press State & Local Wire.

[16] November 28, 1999. Is it all DOOM and GLOOM? Computer gaming draws devotion and fire. Some see it as a healthy outlet and a way to socialize. Others say it inspires real life violence. The Denver Post.

[17] Federal Trade Commission. 2000. Marketing Violent Entertainment to Children. A Review of Self-Regulation and Industry Practices in the Motion Picture, Music Recording & Electronic Game Industries.

[18] The Henry J. Kaiser Family Foundation. op. cit.

[19] Federal Trade Commission. September 11, 2000. FTC Releases Report on the Marketing of Violent Entertainment to Children.

[20] Ibid., xvii

[21] January 15, 1998. Tobacco Firm’s Ads Tried to Hook Kids. San Francisco Examiner.

[22] Ibid., xvii

26 agosto 2005

LA NATURALEZA Y LO NATURAL COMO LÍMITE AL PODER

[En contra de lo que a veces suele decirse con bastante ligereza, “la sustitución de la naturaleza por la libertad individual o por un supuesto consenso social –dice la autora de este artículo-, no conduce a una mayor libertad, ni de los individuos ni de la sociedad en su conjunto. Más bien ocurre todo lo contrario: la renuncia a lo natural como criterio de la praxis jurídica y política conduce inmediatamente a imponer el (des)criterio de unos pocos sobre todos los demás.” La apelación a la naturaleza resulta incómoda al legislador porque implica que reconozca que su poder no es omnimodo, sino que tiene un límite que debe respetar. Pero, mal que les pese a algunos, "la verdad -como decía el poeta- es lo que es y sigue siendo verdad, aunque se piense al revés..." La apelación al consenso social como única medida para dictar leyes, es claramente arbitraria, y a esta conclusión pueda llegarse sin necesidad de saber mucha mecánica cuántica, pero sí valorando la libertad propia y la ajena, pues mucho más respetuoso con la libertad de todos resulta tomar como criterio de discernimiento “lo justo por naturaleza”, que, como su nombre indica, no ha sido definido por nadie y por tanto vale para todos por igual.
Si pensamos en la reciente ley del matrimonio de homosexuales, no puede decirse que proceda de un mayoritario respaldo popular, o que responda a una necesidad de la naturaleza humana no cubierta hasta ahora por omisión negligente de los anteriores gobernantes. Sin embargo, dice la autora de este texto, “por diversas causas que no procede examinar aquí, el hombre contemporáneo se ha acostumbrado a considerar su vida y su sexualidad como bienes adyacentes, no constitutivos, de su individualidad; como bienes con los que no se identifica realmente, sino que simplemente usa a su arbitrio (…) El pensamiento de que hay inclinaciones más o menos rectas, y que tal rectitud o falta de rectitud es naturalmente conocida por nuestro entendimiento, en la medida en que éste es el entendimiento de un ser esencialmente corpóreo y sexuado, se le antoja un pensamiento extraño o alienante (…) Tales persuasiones falsas tienen que ver, sobre todo, con la idea –obviamente falsa- de que nuestra libertad es absoluta, es decir, de que somos simultáneamente dueños de nuestras acciones y de los efectos de nuestras acciones sobre nuestra naturaleza. Como si pudiéramos lanzar la piedra y, al mismo tiempo, evitar que después cayera por su propio peso.”
Y sigue más adelante: “Sin embargo, no hace falta mucha reflexión para advertir que la verdadera extrañeza o alienación comienza cuando, en la práctica, el hombre renuncia a aquel pensamiento directivo, que le muestra que, efectivamente, hay inclinaciones rectas y otras que no lo son. Pues éste es, de hecho, el único pensamiento capaz de introducir orden y unidad en nuestra vida fragmentada, sencillamente porque responde a la misma naturaleza de las cosas.”
Reflexiones muy interesantes para el que esté interesado en la búsqueda de la verdad y el que desee formarse un recto criterio en estas cuestiones tan obscenamente ensuciadas en nuestros días. Publicado en Nuestro Tiempo (mayo, 2005).]

#204 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia



por Ana Marta González
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Las relaciones humanas han de estar regidas por la justicia, virtud que nos pide dar a cada uno lo suyo, esto es, su derecho. Pero dar a cada uno lo suyo no significa dar a todos lo mismo. Significa únicamente que a la hora de asignar bienes, las diferencias entre unas personas y otras han de estar justificadas. Algunas de esas justificaciones son convencionales, pero otras –que llamamos “naturales”- no lo son, y a fin de que la justicia no degenere en arbitrariedad, y la arbitrariedad en tiranía, estas últimas han de ser incorporadas en las primeras.

Justicia versus igualitarismo

Sobre esta base, la virtud de la justicia no persigue tanto la anulación de toda diferencia como remediar las diferencias injustas, esto es, las que, resultando de las acciones inicuas de los hombres, no atienden en última instancia a razón natural alguna.

Por ello, invocar el concepto de justicia con el fin de anular toda diferencia natural equivale a sustraerlo de su contexto operativo y otorgarle una especie de poder metafísico del que carece. Esto es lo que en el fondo persigue toda ideología igualitarista. Ahora bien: anular realmente toda diferencia natural excede las posibilidades del obrar humano. Por eso, todo lo que el ideólogo puede hacer es fingir convencionalmente que tales diferencias no existen, pero nunca suprimirlas realmente, pues se dan al margen de nuestra voluntad.

Por lo demás, la imposibilidad metafísica de anular la naturaleza propiamente dicha conlleva la automática y arbitraria “naturalización” de otra instancia: la libertad individual en el caso del liberalismo, el consenso social en el caso del socialismo. En efecto: aunque las doctrinas modernas de derechos naturales tienen el mérito indudable de haber destacado la independencia de la subjetividad humana frente al poder político, su aproximación al derecho como algo poseído individualmente por el sujeto en un hipotético estado de naturaleza prepolítico entrañaba una importante variación respecto a la doctrina clásica del derecho natural, para la cual el derecho se establece siempre en el contexto de una relación.

Ahora bien: precisamente el oscurecimiento de este originario contexto relacional del derecho está en la base de la dialéctica moderna que contempla alternativamente a los individuos o a la sociedad como fuente de todo derecho, naturalizando de este modo, ya la libertad individual, ya el consenso social. Por lo demás, para ambas ideologías la cuestión de la justicia parece reducirse únicamente a la ampliación del campo de los derechos subjetivos, sin más límites que los impuestos externamente por la técnica. Implícita en esta aproximación a la justicia y al derecho hay una visión puramente tecnocrática de la sociedad, mitigada –en el caso del socialismo- con una retórica igualitaria más o menos sentimental, que, lejos de restituir a la sociedad su intrínseca dimensión ética, simplemente salpica de emoción la tecnoestructura subyacente.

Sin embargo, en contra de todas las apariencias, la sustitución de la naturaleza por la libertad individual o por un supuesto consenso social, no conduce a una mayor libertad, ni de los individuos ni de la sociedad en su conjunto. Más bien ocurre todo lo contrario: la renuncia a lo natural como criterio de la praxis jurídica y política conduce inmediatamente a imponer el (des)criterio de unos pocos sobre todos los demás. Más aún: tal y como ha destacado Spaemann, el sentido de lo que llamamos “derechos humanos”– que ha sido históricamente destacado por el pensamiento liberal- desaparece tan pronto los pensamos al margen de la naturaleza, porque, en ese preciso momento, desaparece la última frontera que sustrae al hombre de toda manipulación arbitraria por parte del poder político.

En efecto: la imposibilidad metafísica de anular toda diferencia natural no es el único ni el principal inconveniente de las versiones igualitaristas de la justicia. Además de este inconveniente metafísico –y relacionado con él- se da un inconveniente ético: si prescindimos de toda diferencia natural, si no reconocemos públicamente un lugar para “lo justo por naturaleza” nos quedamos sin criterio operativo para distinguir entre convenciones justas e injustas, entre leyes justas e injustas.

Por eso no es de extrañar que la apelación a la naturaleza y a lo natural, para justificar la legitimidad o la falta de legitimidad de una determinada medida legislativa no sea un pensamiento agradable a los que están en el poder. En efecto: la apelación a la naturaleza resulta incómoda a los poderosos porque entraña el reconocimiento de que su poder tiene un límite que no es manipulable –como sí lo es, en cambio, la apelación a los votos recabados en unas elecciones-.

Por el contrario, la arbitrariedad derivada de la apelación al consenso como única medida de la convivencia política sólo se evita en la medida en que todos reconocemos como criterio una instancia no constituida por ninguno de nosotros. Mucho más respetuoso con la libertad de todos resulta tomar como criterio de discernimiento “lo justo por naturaleza”, que, como su nombre indica, no ha sido definido por nadie y por tanto vale para todos por igual.

Lo justo por naturaleza

Ciertamente, no cabe hablar de “lo justo por la naturaleza” sin hacer una aclaración previa, pues a lo largo de la historia del pensamiento político y jurídico se han planteado dos formas radicalmente diversas de entender esta expresión. Para una de ellas, “lo justo por naturaleza” equivale al derecho del más fuerte, bien entendido que –como hace notar Sócrates a Trasímaco- “el más fuerte” no es simplemente el que goza de mayor poderío físico: puede referirse también a la fuerza de la mayoría, o a la fuerza de los que tienen suficiente poder como para generar un ficticio consenso y hacerlo pasar por último criterio de actuación.

Esta visión de lo “justo por naturaleza” como el derecho del más fuerte, fue abanderada en la Antigüedad por sofistas como Antifonte y su discípulo el general ateniense Alcibíades, protagonista del famoso incidente de Melos relatado por Tucídides en su Guerra del Peloponeso. Fue asimismo representada –e indirectamente criticada- magistralmente por Platón en las figuras de Calicles en el diálogo Gorgias, y Trasímaco, en el primer libro de la República. Pero precisamente en estos dos Diálogos, el propio Platón se hace eco de otra acepción de “lo justo por naturaleza”, a saber, la representada por Sócrates, el cual, mostrando las inconsistencias de la postura de Calicles y Trasímaco, propone entender lo justo por naturaleza no como lo fácticamente impuesto por el más fuerte, sino como “lo racional”. Implícita en la propuesta de Sócrates está la idea de que lo más natural al ser humano, es decir, “lo que de verdad y en el fondo queremos, en cuanto que somos esencialmente seres racionales”, no es imponer el propio parecer y los propios gustos a los demás, sino más bien regular nuestras relaciones con ellos atendiendo a razones que podemos compartir sin violencia. Y precisamente en esto último consiste para Sócrates la apelación a lo natural como criterio de justicia.

Ahora bien: la apelación clásica a lo natural como criterio está pensada para ser eficaz no sólo en la vida privada, sino también en la vida política. En este contexto puede venir bien recordar cómo, según Aristóteles, la justicia política no estaba constituida únicamente por la justicia legal, sino también por la justicia natural. “La justicia política –escribe Aristóteles- se divide en natural y legal” (EN, V, 7). A diferencia de lo que se plantea con Hobbes y Locke, el derecho natural no era para Aristóteles una realidad pre-política sino algo implícito y constituyente de la misma vida política. De acuerdo con esto, la justicia que ha de vivirse entre ciudadanos libres e iguales consiste ciertamente en dar a cada uno lo suyo o su derecho, pero este derecho tiene dos fuentes, la razón natural y la convención de los hombres.

En efecto: en el mismo lugar, Aristóteles sigue describiendo la justicia natural y legal con las siguientes palabras: “natural, la que tiene en todas partes la misma fuerza, independientemente de que lo parezca o no, y legal la de aquello que en un principio da lo mismo que sea así o de otra manera, pero una vez establecido, ya no da lo mismo, por ejemplo, que el rescate cueste una miina, o que se deba sacrificar una cabra y no dos ovejas…”.

Sorprendente en las palabras de Aristóteles es la alusión a que lo natural tiene en todas partes la misma fuerza “independientemente de que lo parezca o no”: la posibilidad de sustraerse a las apariencias, para reconocer lo natural que se oculta en o detrás de ellas es un rasgo que define la aproximación de Aristóteles a la justicia, lo que le permite afirmar sin lugar a dudas que no toda justicia es convencional, resultado del común acuerdo de los hombres. Más aún: tal y como las palabras precedentes ponen de manifiesto, ni siquiera la justicia convencional es ya sólo puramente convencional, una vez que ha sido establecida –siempre que no haya sido establecida en contra de lo natural.

Ciertamente, algunas de las justificaciones que empleamos habitualmente para discernir una asignación de bienes justa de otra injusta parecen apelar a instancias puramente convencionales. Así, la asignación de los puestos de honor en un banquete puede justificarse apelando a criterios más o menos convencionales de rango y posición social. De igual manera, la asignación de un puesto de trabajo a determinadas personas que cumplen determinados requisitos formales en lugar de otras que no los cumplen, incluso a pesar de que cuenten con una mayor preparación específica para la tarea en cuestión, tiene también mucho de convencional.

Sin embargo, los ejemplos aludidos ya ponen de manifiesto que, si tales justificaciones convencionales no han de ser finalmente arbitrarias, deben remitir en última instancia a criterios que ya no son puramente convencionales; sino que deben remitir a una instancia que ya no sea, sin más, convencional.

Así, aunque es sin duda convencional que determinadas personas, en atención a su rango social, antecedan a otras en los puestos de honor en un banquete, la distinción de rangos como tal debe justificarse apelando a criterios de otra índole: por ejemplo, apelando al hecho de que esa persona o sus ancestros hayan prestado determinados servicios a la sociedad, o tal vez al hecho de que tal persona esté actualmente constituida en autoridad, lo cual se supone que es también un servicio a la sociedad (aunque en ocasiones más bien parezca lo contrario). Por lo demás, es obvio que algo se rebela en nosotros cuando el comportamiento de esas personas, convencionalmente investidas de una mayor dignidad, no se ajusta al reconocimiento que reciben en atención a los servicios que justifican tal investidura. Pienso que en esa natural indignación hemos de reconocer asimismo una referencia a un orden que no es puramente convencional, sino natural, pues pertenece a la naturaleza de los asuntos humanos que las personas se comporten de acuerdo con la dignidad que les ha sido conferida.

Igualmente, aunque el acceso a determinados puestos de trabajo esté regido por el cumplimiento de una serie de requisitos formales, que cabe calificar de convencionales, no cabe duda de que, para no ser arbitrarios ni injustos, tales requisitos deben remitir de alguna manera a criterios que, al menos en general, respondan a la naturaleza de las cosas. Por eso también nos sentimos presa de una natural indignación cuando los criterios formales, lejos de ser reflejo de una valía real, llegan a convertirse en una excusa para apartar a los que efectivamente están mejor capacitados para desempeñar una tarea concreta.

En suma: en nuestro comportamiento habitual, exigimos que los criterios convencionales sean respaldados por criterios de otra índole, que a falta de una palabra mejor, podemos llamar “naturales”.

Criterios naturales

Ahora bien: al hablar de “criterios naturales” no estamos únicamente apuntando la idea de una necesaria adecuación entre rango y comportamiento, capacidad y tarea. Es decir: no apuntamos únicamente la obviedad de que un ser se ha de comportar de acuerdo con su naturaleza, a fin de no perder su dignidad peculiar. Más allá de esto, y de un modo mucho más fundamental, con la referencia a lo natural y a la naturaleza queremos referirnos a un origen no meramente convencional, es decir: un origen que no resulta únicamente del acuerdo de los hombres y que, precisamente por eso, puede constituirse en criterio para discernir qué convenciones son conforme a la naturaleza y cuáles no lo son.

En este sentido conviene notar que, en contra de lo que pudiera parecer a primera vista, no sólo las capacidades, sino tampoco los rangos, obedecen simplemente a motivos convencionales. En el caso de las capacidades es claro: a fin de cuentas, el origen de su desigual repartición entre los seres humanos no es otro que la naturaleza. Pero también en el caso de los rangos ocurre algo parecido: no tanto porque los rangos sean naturales en el mismo sentido que lo son las capacidades, sino porque lo que está en la base de los rangos –premiar un servicio prestado- sí es natural: sólo que en este caso la palabra “natural” va más allá del simple origen físico, hasta designar la naturaleza moral del hombre. En virtud de esta última podemos hablar de “lo justo por naturaleza”, pues con esta expresión sencillamente indicamos que es conforme a la naturaleza moral del hombre mostrar agradecimiento por los servicios prestados, aunque ciertamente sea convencional que dicha gratitud se manifieste con tales honores.

En efecto: como ha quedado implícito en las reflexiones precedentes, el sentido primario de la apelación a lo justo por naturaleza no es constituir la naturaleza física en criterio moral o jurídico, y esto por dos razones fundamentales. La primera es que en tal apelación va implícita la referencia a una relación, y no simplemente a la naturaleza individualmente tomada. No es la naturaleza como tal, sino, en todo caso, la relación de conveniencia entre algo y la naturaleza lo que delimita el sentido de lo justo por naturaleza.

Ahora bien –y aquí se sitúa la segunda razón-: en el caso del hombre ésta no es jamás una naturaleza puramente física, unida azarosa o accidentalmente a una facultad racional, sino una naturaleza esencialmente racional, en donde la palabra “racional” no sólo designa la posesión de una facultad concreta, sino que denota un principio formal que afecta a la totalidad del organismo. Esto significa, en primer lugar, que el organismo humano, con sus tendencias naturales está marcado por una esencial apertura a la razón, de tal manera que el hombre sólo puede vivir bien en la medida en que integra racionalmente los bienes incoados en sus tendencias. Pero, al mismo tiempo, poseer una naturaleza racional comporta que la razón, que informa esencialmente aquel organismo con sus tendencias, no es ella misma indiferente a tal organismo ni a tales tendencias. De hecho, el término “razón”, a diferencia del término “intelecto”, presupone un organismo con tendencias, cuyos fines propios son naturalmente conocidos por la razón. En eso precisamente estriba, para Tomás de Aquino, la diferencia entre los ángeles –criaturas intelectuales- y los hombres –criaturas racionales.

Ahora bien: precisamente porque el hombre que es sujeto de relaciones de justicia no es razón pura sino que está dotado de un cuerpo, su misma corporalidad resulta moralmente relevantes, a la hora de justificar determinadas diferencias.

Así, por ejemplo, el hecho de que los seres humanos seamos seres corpóreos justifica que estemos más obligados frente a los seres que tenemos espacialmente más cerca que a frente a los que tenemos más lejos. Asimismo, el hecho de que los seres humanos no sean pura razón desencarnada, sino que se generen unos a partir de otros y mantengan vínculos de sangre, puede incluso ser invocado públicamente como una especie de justificación para dar preferencia a los familiares sobre a los extraños. Así, se suele admitir que un padre no está obligado a declarar en un juicio en contra de su hijo. Y algo semejante cabe decir de la mujer, que no está obligada a declarar en contra de su marido. Después de todo, como dice Aristóteles, el hombre es un animal “más conyugal que político”. En ese “más” va implícita la referencia a una condición más básica, más fundamental que la misma participación en la vida pública, que Aristóteles incluye en su definición de hombre.

El hombre, animal conyugal y político

En efecto: según Aristóteles la comunidad conyugal es anterior a la política si atendemos a las condiciones de posibilidad de la misma comunidad política. Sin embargo, la comunidad política es anterior a la conyugal si consideramos en qué condiciones la naturaleza humana muestra de hecho sus virtualidades más específicas, es decir, en qué condiciones el hombre llega a manifestarse plenamente como humano.

Así, cuando al comienzo de la Política observa que el hombre es un animal político por naturaleza su intención no es únicamente señalar que el ser humano posee una inclinación a la vida social, pues, de alguna manera, esto se da también en otros animales. Más allá de esto, Aristóteles está interesado en mostrar que el ser humano sólo alcanza a manifestarse como tal asumiendo las responsabilidades derivadas de su vida en sociedad. Pues la sociedad humana es una sociedad peculiar, intrínsecamente ética. En efecto: Aristóteles observa que en el caso del hombre, y precisamente porque está naturalmente dotado de palabra, no cabe hablar de una sociedad similar a la que se da –como él mismo sugiere- entre las abejas. Por el contrario, en el hecho de que el hombre esté naturalmente dotado de palabra y no solamente de voz, Aristóteles descubre el carácter intrínsecamente ético de la sociedad humana: pues la palabra, a diferencia de la voz, no simplemente es expresión de estados subjetivos, sino que transmite contenidos objetivos, y por ello es vehículo apropiado para hablar de “lo justo y lo injusto, lo útil y lo nocivo”.

Lo presupuesto en tales palabras es que estas cosas –lo justo y lo injusto, lo útil y lo nocivo- poseen un sentido objetivo que no depende en última instancia de nuestras decisiones, y cuyo reconocimiento garantiza que la misma vida social no se edifique sobre premisas arbitrarias o intereses irracionales, sino más bien sobre convenciones respetuosas con la naturaleza de las cosas y que, por eso mismo, son capaces de sustraerse a la manipulación ideológica.

En efecto: si por un lado el hombre sólo alcanza a desarrollar su humanidad en sociedad, por otro, la sociedad sólo es realmente humana cuando respeta la naturaleza del hombre, es decir, cuando encuentra en la naturaleza del hombre su pauta de desarrollo. Pues el auténtico desarrollo humano supone el respeto –nunca la anulación- de una naturaleza que no ha sido otorgada por la sociedad. Del respeto a dicha naturaleza depende, en general, el respeto al ser humano. Y al contrario: la violación de esa naturaleza entraña siempre una violación del ser humano.

Ahora bien: como premisa fundamental de la misma comunidad política, a la que hace en última instancia posible, se encuentra ese otro tipo de comunidad que Aristóteles no vacila en considerar más arraigada en nuestra naturaleza que la misma inclinación racional a la vida política: no tanto porque el hombre se defina esencialmente como animal conyugal, cuanto porque la conyugalidad define el modo humano, racional, de dar cumplimiento a una inclinación más elemental que la misma inclinación racional, como es la inclinación sexual:

“La amistad entre marido y mujer –dice Aristóteles- parece fundada en la naturaleza, pues el hombre, por naturaleza, tiende antes a vivir en parejas que en comunidades políticas, en la medida en que es anterior, y más necesaria, la casa que la ciudad, y en que la procreación es más común a los animales. Ahora bien, los demás animales se asocian sólo en la medida en que ésta lo requiere; el hombre y la mujer cohabitan, no sólo por causa de la procreación, sino también para los demás fines de la vida; en efecto, desde un principio están divididas sus funciones, y son diferentes las del hombre y las de la mujer, de modo que se complementan el uno al otro poniendo a contribución cada uno lo que le es propio. Por eso también parecen darse en esta amistad a la vez lo útil y lo agradable. Y también puede tener por causa la virtud o excelencia, si ambos son buenos, porque cada uno tiene su virtud propia, y pueden hallar placer en esto. Por otra parte, los hijos parecen ser un lazo entre ellos, y por eso se separan más fácilmente los que no los tienen: los hijos son, en efecto, un bien común a ambos, y lo que es común mantiene la unión. En cuanto a la cuestión de cómo debe vivir el hombre con la mujer, y en general el amigo con su amigo, no parece que en ella deba investigarse otra cosa sino cuál es la actitud justa, porque evidentemente no es la misma para con el amigo, el extraño, el camarada y el compañero de estudios”. (En, VIII, 12,1162 a 16-33).

La legalización del matrimonio de homosexuales

Precisamente esta reflexión nos permite dirigir nuestra atención a la reciente ley del matrimonio de homosexuales. Sin duda, tal ley no ha caído del cielo. Tampoco puede decirse que haya nacido de un clamoroso respaldo popular. Con todo, la lamentable pasividad con la que ha sido recibida sugiere que cae en un terreno abonado previamente con un perfumado estiércol. En efecto: por diversas causas que no procede examinar aquí, el hombre contemporáneo se ha acostumbrado a considerar su vida y su sexualidad como bienes adyacentes, no constitutivos, de su individualidad; como bienes con los que no se identifica realmente, sino que simplemente usa a su arbitrio, sin más orientación que lo que le dicten sus inclinaciones de cada momento. El pensamiento de que hay inclinaciones más o menos rectas, y que tal rectitud o falta de rectitud es naturalmente conocida por nuestro entendimiento, en la medida en que éste es el entendimiento de un ser esencialmente corpóreo y sexuado, se le antoja un pensamiento extraño o alienante, probablemente porque, en esta materia, las “persuasiones falsas” inducidas por la cultura de masas encuentran un importante aliado en la debilidad humana. Tales persuasiones falsas tienen que ver, sobre todo, con la idea –obviamente falsa- de que nuestra libertad es absoluta, es decir, de que somos simultáneamente dueños de nuestras acciones y de los efectos de nuestras acciones sobre nuestra naturaleza. Como si pudiéramos lanzar la piedra y, al mismo tiempo, evitar que después cayera por su propio peso.

Sin embargo, no hace falta mucha reflexión para advertir que la verdadera extrañeza o alienación comienza cuando, en la práctica, el hombre renuncia a aquel pensamiento directivo, que le muestra que, efectivamente, hay inclinaciones rectas y otras que no lo son. Pues éste es, de hecho, el único pensamiento capaz de introducir orden y unidad en nuestra vida fragmentada, sencillamente porque responde a la misma naturaleza de las cosas.

- ¿Pero acaso no cabe forzar la naturaleza, y de este modo adaptarla mejor a nuestros intereses? ¿Acaso no lograríamos con ello una mayor liberación, una mayor autonomía?

- Ciertamente, es técnica y legislativamente posible forzar la naturaleza, pero con ello no se llega jamás a una instancia más fundamental que la naturaleza misma –no se llega, por ejemplo, a la libertad-, sino que simplemente se deteriora indefinidamente la base de la convivencia humana y se causa un daño al hombre mismo. Pues, lo queramos o no, el ser humano no posee una libertad utópica, desarraigada, carente de supuestos. Muy al contrario: su personalidad se asienta en una base natural y se desarrolla únicamente en la medida en que libremente asume dicha base natural.


Nuestra libertad tiene un principio natural. Y los actos que contrarían dicho principio no consiguen para nosotros un mayor espacio de libertad. Simplemente nos deterioran más y más como personas. Entre esos actos se cuentan, ciertamente, los que la tradición ha llamado “actos contrarios a la naturaleza”. En un contexto cultural decididamente corrupto, en el que tales actos eran práctica común, el Platón de Las Leyes no dudó en plantearse la cuestión decisiva: “examinar qué de lo instituido lleva a la virtud y qué no” (Leyes, VIII, 836d). En efecto: tal y como observa Aristóteles “todos los que se preocupan por una buena legislación indagan sobre la virtud y la maldad cívicas”, pues –sigue diciendo- “la ciudad no es simplemente una comunidad de lugar para impedir injusticias recíprocas y con vistas al intercambio. Estas cosas, sin duda, se dan necesariamente si existe la ciudad; pero no porque se den todas ellas ya hay ciudad, sino que ésta es una comunidad de casas y familias para vivir bien, con el fin de una vida perfecta y autárquica. Sin embargo, no será posible esto si no habitan un mismo lugar y contraen entre sí matrimonios” (Política, III, 9). El matrimonio, que es esencialmente heterosexual, está en la base de la misma sociedad política.

Esto último explica también que en sus Principios Metafísicos de la Doctrina del Derecho, Kant excluyera absolutamente toda legitimación jurídica de los actos sexuales contrarios a la naturaleza. A su juicio, tales actos “en tanto lesionan a la humanidad en nuestra propia persona , no pueden librarse de una total reprobación, sin restricción ni excepción alguna” (MC, 6: 277). En efecto: ninguna manipulación técnica, ninguna ficción legal puede evitar que la naturaleza siga siendo naturaleza, ni que la naturaleza de una persona deje de ser el criterio para discernir qué acciones constituyen realmente una ayuda y cuáles, por el contrario, la dañan. Pues, tal y como apunta Spaemann, no se puede escupir a alguien en la cara y sostener al mismo tiempo que no se le ha querido ofender como persona. El cuerpo humano, su vida, su sexualidad, es el hombre mismo. En esto precisamente se basa la atinada observación de Kant: “la adquisición de un miembro del cuerpo de un hombre es a la vez adquisición de la persona entera, porque esta es una unidad absoluta; por consiguiente, la entrega y la aceptación de un sexo para goce del otro no sólo es lícita con la condición del matrimonio, sino que sólo es posible con esta condición” (MC, 6: 278).

Por todo ello cabe decir que lo verdaderamente racional es el reconocimiento de la naturaleza y lo natural, no su anulación. Por lo demás, tal reconocimiento de lo natural no tiene únicamente relevancia en el ámbito privado, a fin de encaminar correctamente la propia vida. Tiene también relevancia, y mucha, en el ámbito público, en la medida en que ha de regularse con leyes justas, que realmente garanticen que cada uno recibe lo suyo –no lo de otro. En este sentido, el hecho de que haya una complementariedad natural entre los sexos, justifica un tratamiento públicamente diferenciado de las relaciones sexuales entre personas de distinto sexo y personas del mismo sexo. Designar con el mismo nombre dos relaciones distintas por naturaleza es contravenir la justicia natural y, en lo que supone de anulación de todo criterio extra-convencional de justicia, constituye un paso decisivo hacia la tiranía.

La justicia, sin duda, consiste en “una cierta igualdad”. Esta “cierta igualdad” obedece a la igualdad esencial entre los seres humanos. Sin embargo, tal y como apunta Aristóteles, “no hay que dejar en olvido en qué cosas hay igualdad y en cuáles desigualdad, pues esta cuestión presenta una dificultad y reclama una filosofía política” (Pol. III, 12). En efecto: la igualdad esencial que existe entre los hombres no es por sí sola un motivo para considerar irrelevantes las diferencias secundarias que existen entre ellos, ni constituye tampoco una invitación a desestimar tales diferencias, sin preguntarse a qué obedecen. Pues, al lado de unas diferencias puramente convencionales, hay otras cuyo reconocimiento pertenece a la integridad del bien humano, en la medida en que el ser humano no es razón pura, sino un ser corpóreo, que realiza su corporalidad de dos modos claramente definidos, como varón y como mujer.

Por esta razón, el tipo de igualación que reclama la justicia no puede confundirse con la anulación artificial de toda diferencia natural: esto último, más bien, nos dejaría sin criterio alguno para discernir qué igualaciones son justas y cuáles son injustas, entregándonos sin remedio a la arbitrariedad demagógica de los poderosos.