29 diciembre 2007

CRUELDAD Y ABORTO: NIÑOS SIN ROSTRO

[El pasado 26 de noviembre se destapó la primera red de prácticas abortistas ilegales en Barcelona. Fueron detenidas seis personas, entre ellas el doctor Morín y su esposa, María Luisa D.S., y otros cuatro trabajadores por los presuntos delitos de aborto ilegal, asociación ilícita, falsedad documental e intrusismo. (La Gaceta, 18-XII-2007)

Pocos días después, la Consejería de Salud clausuró otras dos clínicas en Madrid: CB Medical (del grupo de Morín) y la Clínica Mayrit.

Las investigaciones han puesto en manos de los juzgados numerosos casos en los que los psiquiatras a sueldo de las clínicas de abortos han firmado sin ni siquiera ver a las embarazadas que deseaban abortar.

También un video grabado en la Clínica El Bosque deja en evidencia que allí se abortaba sin ningún límite. A esto hay que sumar las prácticas ilegales detectadas desde el pasado mes de febrero por la Guardia Civil en las Clínicas Dator e Isadora de Madrid. De manera habitual tiraban los fetos a la basura; en sus contenedores encontró la Guardia Civil restos de hasta 100 fetos.

Un editorial de ABC (24-XII-2007) titulado “Crueldad y derecho a la vida” dice, entre otras cosas: “Las últimas actuaciones judiciales y administrativas contra centros que practicaban abortos ilegales han impulsado la reactivación de investigaciones iniciadas anteriormente por la Guardia Civil y que habían quedado paralizadas.”

En concreto, se “ha reabierto una causa iniciada tras el descubrimiento en 2006, a cargo de la Guardia Civil, de restos humanos correspondientes a doce fetos, varios de los cuales superaban los siete meses de gestación. Lo más grave es que siete de esos fetos habían comenzado a respirar autónomamente antes de su muerte, según reflejaban las autopsias practicadas a los cadáveres. Este dato revela la crueldad que requiere el aborto de fetos avanzados y cómo en muchas ocasiones se está más cerca de una práctica homicida, pues en estos casos un aborto consiste en provocar el parto para facilitar luego la muerte del no nacido, cuyo tamaño no permite su eliminación en el vientre materno.”

Y concluye el editorial: “La crispación creciente de los sectores abortistas no es suficiente para ocultar que el aborto es un grave problema moral, social y jurídico, porque la premisa en la que se basa -la negación del derecho del feto a vivir en caso de conflictos con otros «bienes» jurídicos de la madre- es inconciliable con la naturaleza humana del nasciturus desde su concepción. Es necesario que este clima de opinión pública que se está conformando desemboque en un amplio debate sobre la actual ley y, entre tanto, fuerce a las administraciones públicas y a la Fiscalía General del Estado a desarrollar un estricto control de los requisitos previstos para los supuestos de aborto despenalizados. Cada día que pasa son decenas los seres humanos que mueren en España en medio de la pasividad general.”

La gravedad del caso ya ha tenido respuesta de la Organización Médica Colegial (OMC), que ha anunciado que se presentará como acusación particular “en defensa de los valores éticos y deontológicos de la profesión médica”, según informa Gonzalo de Santiago en Diario Médico (20-XII-2007).

Uno de los tres supuestos que contempla la Ley Orgánica 9/1985 es el más polémico, ya que permite el aborto para evitar un grave peligro para la vida o salud física o psíquica de la embarazada. Según algunas estimaciones, a este supuesto se acoge el 97% de las embarazadas que desean abortar. Además, no hay ningún plazo para que se pueda alegar este daño, por lo que se producen abortos en avanzados estados de gestación.

“Este supuesto se ha convertido en un auténtico coladero”, afirma Enrique Villanueva, catedrático de Medicina Legal, que ve especialmente grave “la emisión de certificados médicos falsos” y hace referencia a los casos de las clínicas investigadas, en los que se elaboraron a la medida de las gestantes.

Juan José López Ibor, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Clínico de San Carlos, considera que la Ley del Aborto ha buscado coartadas y que abusa de los profesionales sanitarios y de los científicos. “En el caso de los psiquiatras deja en sus manos decidir cuándo el nacimiento de un hijo es un verdadero problema de salud mental para la madre, cuando ni siquiera los médicos nos ponemos de acuerdo sobre los límites de la salud mental”.

Según Luis Cabero, presidente de honor de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia y vicepresidente de la Federación Internacional: “Las administraciones no cumplen con su obligación de seguimiento e inspección, ni se sigue el código deontológico. Ha habido una auténtica dejación de funciones”.

Cabero se pregunta, además, cómo pueden actuar así ciertos profesionales: “matar a un feto de 7 y 8 meses es un auténtico infanticidio”.

Rogelio Altisent, presidente de la Comisión de Deontología de la Organización Médica Colegial, cree que el verdadero problema es que se ha actuado de manera delictiva y con falsedad documental. “Hay que actuar con energía, pues se puede trasladar a la sociedad la imagen de que el médico puede certificar lo que sea”. En este sentido, instó a los políticos a intervenir.

La defensa de la vida del no nacido no es una cuestión religiosa ni de partidos, sino que es una cuestión de puro respeto al orden natural de la vida humana.

A pesar de las evidencias, Bernat Soria, el ministro de Sanidad pretende hacernos creer que son casos aislados y niega que España se haya convertido en un paraíso de los abortos ilegales: “Decir eso –afirma- es una barbaridad. Que haya habido alguna irregularidad no significa que sea lo habitual”, recalca.

Pero la realidad es otra. Leo en Scriptor.org: “Una publicación de divulgación científica como GénÉthique titula: ‘El turismo del aborto’, informando extensamente sobre las clínicas madrileñas y barcelonesas que practicaban el aborto en unas condiciones algo mucho peor que ‘ilegales’. Le Figaro titula: ‘El escándalo de las clínicas españolas’. Y describe los sinuosos meandros jurídicos, penales, morales, de una realidad ‘médica’ que sorprende por su pavorosa irresponsabilidad ética.

Pueden leerse en Le "tourisme de l'avortement" una síntesis de lo destapado en las clínicas del ‘médico’ Carlos Morin:

Cette affaire a débuté avec la diffusion d'une émission en caméra cachée, d'une journaliste danoise, enceinte de huit mois, qui aurait demandé à avorter dans l'une des cliniques de Barcelone pour la somme de 4 000 euros. Plus de la moitié des patientes se présentant en Espagne seraient étrangères et pour la majorité européennes.’ (...)

‘Pour un avortement avant la 12ème semaine de grossesse, les patientes doivent débourser jusqu'à 330 euros, montant qui s'élève à 3 300 euros jusqu'à la 25ème semaine. Malgré ces tarifs élevés, les avortements ont augmenté de 78% en 10 ans.’

Y también puede leerse en Espagne et IVG : des cliniques sans scrupule? acerca del mercado internacional del aborto ilegal en esos mismos lugares:

En octobre dernier, un reportage dans la clinique privée du Dr Carlos Morin à Barcelone, par une journaliste danoise qui avait fait croire qu'elle était enceinte de 8 mois, avait secoué l'opinion danoise. Le médecin lui aurait proposé d'avorter contre 4000 euros et se serait vanter de cette pratique auprès de patientes venues d'Angleterre, d'Allemagne et d'Australie avant de finir : "personne n'aime faire ce travail, mais le monde est comme ça !". La journaliste dans son reportage avait accusé le Dr Morin de pratiquer des "avortements frauduleux et tardifs sur des fœtus en bonne santé". Rafael Manzanera du ministère régional de la Santé a déclaré que "pour le moment, il n'y a pas d'élément permettant de l'incriminer".

Ce n'est pas la première fois que le Dr Morin est l'objet de telles accusations : déjà en 2004, le Sunday Telegraph dénonçait sa pratique des avortements tardifs. D'après des sites webs, le médecin aurait déjà fait un court séjour en prison... Eduardo Hertfelder, président de l'Institut de politique familiale, l'Espagne est devenue "le paradis de l'avortement sans règles".

Lo dicho: España se ha convertido desde hace tiempo en el paraíso del aborto sin reglas, un paraíso de pingües beneficios económicos.” Aunque Bernat Soria quiera negar la evidencia…

Y mientras tanto, se prohíbe por ley que los padres den una colleja a sus hijos. Se puede leer un resumen en Cuatro.com: “El Congreso acaba de aprobar una polémica medida que consiste en prohibir por ley a los padres dar ‘cachetes’ a sus hijos. Se van a suprimir dos artículos del Código Civil que conceden a padres y tutores la potestad de ‘corregir moderadamente a los niños’. Los padres, según el nuevo texto, no tendrán base legal para dar una bofetada a sus hijos. Deberá sustituirse por un castigo que respete la integridad física y psicológica de los menores. El cachete podrá denunciarse y a cambio la nueva ley sólo permitirá a los padres establecer castigos para literalmente ‘corregir razonable y moderadamente a sus hijos’.”

Y el Presidente Zapatero echa marcha atrás a su primera declaración de ampliar la actual ley del aborto. Que cada uno piense lo que quiera para el supuesto de que el PSOE siga gobernando en España después del próximo 9 de marzo, pues todo lo que ahora dice está evidentemente en clave electoralista. Se puede leer en Diario de Noticias: “El jefe del Gobierno, Jose Luis Rodríguez Zapatero, frenó ayer las expectativas abiertas en torno a la modificación de la Ley del Aborto que le demandaron miembros de la Ejecutiva de su partido. Lo que el presidente propuso es incluir en el programa electoral del PSOE ‘una reflexión’ sobre la evolución de los 22 años de vigencia de la norma ‘que podrá o no’ desembocar en su modificación.”

Reproducimos a continuación un artículo de Juan Manuel de Prada publicado en ABC (22-XII-2007) que lleva por título “Niños sin rostro”.]


#416 Vita Categoria-Eutanasia y Aborto

por Juan Manuel de Prada
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El progre es ese tío que ha logrado hacer pasar su cinismo por filantropía. La última hazaña filantrópica del progre consiste en reclamar aborto libre, a la vez que prohíbe que los padres puedan propinar a sus hijos un cachete si se ponen brutos. Vista desde la perspectiva progre, la aparente incongruencia de esta hazaña filantrópica adquiere un encadenamiento lógico irreprochable: cuantos más niños podamos meter en la trituradora de carne cuando todavía no tienen rostro, más reparo nos dará golpear el rostro de los que sobrevivan. El drama moral comienza con la decisión de contemplar el rostro del otro; mientras no haya rostro que contemplar, el progre puede hacer como si el otro no existiese. «¿Por qué hoy en día se rechaza el infanticidio, mientras casi se ha perdido la sensibilidad ante el aborto? -se preguntaba el teólogo Joseph Ratzinger en su opúsculo El derecho a la vida-. Quizá sólo porque en el aborto no se contempla el rostro de la criatura que jamás verá la luz». Ojos que no ven, corazón que no siente; y como el progre no está para afrontar dramas morales, cierra los ojos del corazón y mete al niño gestante en la trituradora de carne, antes de que adquiera un rostro humano.

En su afán por no mirar el rostro del otro, el progre ha desarrollado una suerte de antropología bizantina que hace depender la condición humana de una vida gestante de su tamaño, de su viabilidad, de las semanas de gestación, etcétera. El progre nos quiere hacer creer que un feto de diez semanas no merece protección jurídica porque no puede desarrollar una vida independiente de su madre. Pero la inviolabilidad de la vida humana en modo alguno depende de que sea viable por sí misma; más bien al contrario, una vida se torna más valiosa cuando más desvalida se halla, cuando más reclama nuestra ayuda para seguir existiendo, cuando carece de poder y de voz para defenderse. La inviolabilidad de la vida depende, en fin, de nuestra decisión de mirarla de frente, reconociendo en ella una dignidad inalienable. La vida humana no es intangible por el mero hecho de que pueda desarrollar una existencia autónoma: un anciano aquejado de demencia senil o un paralítico amarrado a su silla de ruedas tampoco pueden vivir por sí mismos; y, sin embargo, no se nos ocurriría pensar que por ello carecen de dignidad (aunque la filantropía progre ya se relame con la idea de darles matarile). Naturalmente, para alcanzar a ver la dignidad de una vida gestante, hay que mirarla a través de los ojos del corazón, allá donde reside nuestra libertad para elegir el bien o el mal. Y como el progre rehúye las decisiones morales, como ni siquiera acepta que existan bien y mal, recurre al fisiologismo más mostrenco y dictamina: una vida gestante no es vida, puesto que no tiene rostro. Y puesto que no tiene rostro, no puede ser sujeto, sino objeto del que puedo disponer libremente, objeto que puedo destruir llegado el caso.

Pero el progre, decíamos antes, necesita disfrazar su cinismo de filantropía. Y para justificar la matanza de vidas gestantes necesita invocar derechos. El progresismo es una máquina de hacer derechos como churros; basta con girar el manubrio y arrimar la sartén. Y, así, el progre se saca de su manga de filántropo el «derecho al aborto»: la mujer tiene derecho a decidir sobre su calidad de vida; la sociedad tiene derecho a desembarazarse de niños indeseados para garantizar a los ciudadanos altas cotas de bienestar, etcétera. El progre disfraza de derechos lo que no son sino expresiones del interés más descarnado y egoísta; y, en esta labor de camuflaje, no tiene empacho en negarle la dignidad a la vida, mientras esa vida no tenga rostro. Pero de la mirada que dirigimos a esas vidas sin rostro depende nuestra propia dignidad: cuando las tratamos como objetos de los que podemos disponer a nuestro libre antojo, estamos negando su dignidad, pero también la nuestra. Estamos, sencillamente, dejando de ser humanos.

Y el progre, que ha dejado de ser humano, necesita fingir que lo sigue siendo con aspavientos filantrópicos. Entonces va y prohíbe que a los niños supervivientes de sus carnicerías les peguemos un cachete. Tal vez en el llanto de esos niños cacheteados oiga el llanto mudo de los niños que arrojó a la trituradora, cuando aún no daban la talla. Tal vez en el rostro lloroso de los niños cacheteados vea el rostro de los niños que no llegaron a tenerlo, porque nunca fueron mirados con los ojos del corazón.

08 diciembre 2007

SÍ A LA VIDA CONYUGAL, A PESAR DE LOS PESARES

[Se ha repetido con razón que la llamada ley del divorcio express ha llevado a convertir en papel mojado el matrimonio. Juristas y Pastores coinciden en esta misma valoración. La aplicación de esta ley ha facilitado que una buena parte de los casos de separación conyugal se hayan convertido inmediatamente en casos de ruptura conyugal. La posibilidad legal de lograr en breve plazo una ruptura express -"sin culpas que demostrar y sin motivos que aducir"- es indudablemente un factor generador de divorcio.

Hasta hace muy poco, cuando se daba una situación conyugal conflictiva, la separación matrimonial dejaba posibilidades de reconciliación futura: de hecho, se acababan reconciliando al menos un 20% de los matrimonios que se separaban (cfr. # 278 de este blog, en un artículo de Juan Ignacio Bañares).

Es muy claro que esta ley-trampolín no esté pensada precisamente para favorecer la restauración de la vida conyugal y familiar en España, sino todo lo contrario.

Como razonaba Ignacio Aréchaga (cfr. # 003 de arguments): "Si los accidentes de tráfico con víctimas crecieran un 10% cada año hasta suponer un 0,3 por cada mil habitantes, nos sorprendería que el gobierno propusiera como única solución que las aseguradoras pagaran con más celeridad y sin litigios la indemnización por accidentes. Sin duda, pediríamos una política preventiva: campañas de opinión pública en favor de una conducción prudente, mayor exigencia en la concesión del permiso de conducir, un cumplimiento más estricto del código de circulación, mejorar la seguridad de los modelos de coches... Por eso llama la atención que ante la siniestralidad matrimonial en España, manifestada en el creciente número de separaciones y divorcios, el gobierno solo proponga 'agilizar' el divorcio, para resolverlo con menos trámites y desatascar así los juzgados."

El Instituto Nacional de Estadística (INE) de España ha hecho públicos, el pasado 15 de noviembre, los datos correspondientes al año 2006 sobre separaciones matrimoniales, divorcios y nulidades. Los datos principales se resumen en la tabla siguiente:




Como se ve la ley del divorcio exprés ha traído como consecuencia un gran crecimiento en el número de rupturas definitivas: en concreto, 126.952 en 2006, lo que significa un incremento del 74,3% respecto al 2005 (72.848) y mucho mayor respecto a 2004 (50.974); en cambio, las separaciones (18.793) disminuyen un 70,7% respecto al año anterior (64.028) y mucho más respecto a 2004 (81.618).

Un 72 % de las demandas de divorcio -alrededor de 90.000- se resolvieron en menos de seis meses. Los trámites se han agilizado, y esto también ha repercutido -¡y de qué modo!- en el número de matrimonios que se han separado antes de cumplir un año de casados.

En 2002, España tenía una tasa de divorcios (por 1000 habitantes) de 1,02 cuando en el conjunto de la UE ese indicador era casi el doble (1,93); en 2005, la tasa europea es de 2 y el valor de España ha crecido notablemente y oscila -según las fuentes- entre 2,16 (INE) y 1,7 (Wonkapistas); para 2006, ya la variación es entre 3,2 (Instituto de Política Familiar -IPF-, que es uno de los mayores índices de la UE) y 2,84-2,90 (Wonkapistas).

Juan Ignacio Bañares comentaba en el artículo citado más arriba: "Ni la precipitación es buena consejera, ni el apasionamiento lleva al acierto." (...) “Es cierto que una ley de divorcio nunca ‘obliga’, pero también lo es que es más fácil resfriarse si te obligan a vivir con las ventanas abiertas. Convivir, superar las dificultades de fuera y las crisis de dentro, supone tiempo, esfuerzo, paciencia: el matrimonio se hace en un momento; la vida conyugal se construye en ‘cada momento’. Uno se convierte en cónyuge en el momento de la boda, al darse y aceptarse como esposa o esposo; uno permanece cónyuge para siempre, debiendo aprender a vivir las nuevas circunstancias desde esa perspectiva, desde esa dimensión nueva libremente asumida. Por eso se dice que la fidelidad –vivir según el compromiso adquirido- es muestra del amor –que llevó a tal compromiso-. Así, aprender a amar no es sólo –aunque no sea poco- aprender a comprometerse: es también aprender a ser fiel en toda situación.”

En este mismo sentido, reproducimos un artículo titulado "Si a la vida conyugal, a pesar de los pesares", escrito por Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatra, que fue publicado en El Mundo (17-XI-2007).]


# 415 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia


por Enrique Rojas

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El amor debe ser el primer argumento de la vida. Casi todo lo bueno y lo malo de la existencia humana se vertebra en torno a los aciertos y a los errores en el amor comprometido. Equivocarse en las expectativas de la relación conyugal es grave y produce unos efectos que se alargan en el tiempo. Las expectativas son ideas previas, esperanzas, ilusiones, sobre lo que se entiende a nivel general que debe ser este tema. Aquí cuentan desde la información que hemos ido recibiendo desde jóvenes, la educación sentimental, los referentes familiares, las circunstancias personales, hasta nuestro estilo de vida, las ideas y creencias que se han ido hospedando en nosotros. Todo ello forma el subsuelo en donde nos apoyamos.

Lo que es evidente es que amor y trabajo, afectividad y profesión, constituyen los dos ejes decisivos sobre los que se consolida el ser humano.

Leemos estos días en la prensa el gran aumento del número de rupturas de parejas y divorcios en nuestro país. Quiero llamar la atención sobre cinco de los errores más frecuentes que se producen entre quienes se embarcan en la vida en pareja, o dicho de otra forma, en el manejo indiscriminado de la palabra amor:

1. Hacer del amor algo divino. Esto conduce a hacer del amor tal elogio, alzaprimarlo tanto que nos acaba deslumbrando y nos hace pensar que las cosas han de ser siempre así. En el amor inteligente hay una visión inmediata y otra mediata, una próxima y otra lejana; en el primero, la mirada se concentra en el aquí-ahí-ahora, y en el segundo, en el allí-allá-allende. En la divinización del amor entramos en un mundo mágico y excepcional que es la poesía, que nos ofrece sólo una parcela de la realidad sentimental, la mejor. Aquélla menos difícil y más desproblematizada.

En su célebre soneto Varios efectos del amor, Lope de Vega lo termina resumiendo así: «Beber veneno por licor/olvidar el provecho, amar el daño/creer que un cielo en un infierno cabe/dar la vida y el alma a un desengaño:/esto es amor. Quien lo probó lo sabe». Y un siglo antes, en el XV, Juan de la Encina, en uno de sus villancicos nos dice: «No te tardes, que me muero, carcelero./Sácame de esta cadena/ que recibo muy gran pena/pues tu tardar me condena/carcelero». El gran poeta romántico Bécquer nos pone delante del enamoramiento y nos deslumbra con sus certeros dardos expresivos, al ofrecernos lo mejor de sí mismo.

Con la esfinge de la palabra amor se acuñan muchas monedas falsas. Uno se emborracha de ella y puede perder incluso la cabeza. Amar a alguien es decirle «tú estarás siempre conmigo e intentaré darte lo mejor que tengo. Lucharé por ello, me esforzaré», pero sabiendo que mantener ese fuego encendido depende de que se vaya alimentando a base de cosas pequeñas, diarias, menudas, que le dan esas llamas permanentes. El amor es divino y es humano, el amor es espiritual y terrenal. Tener una concepción correcta evita muchas andaduras negativas…

2. Hacer de la otra persona un absoluto. Sería como una prolongación del concepto de cristalización que describió Stendhal, pero con algo más de fundamento. Decía este autor francés que enamorarse es idealizar al otro, con todo lo que ello significa.

El príncipe azul no existe, existe desde fuera, desde los aledaños de la convivencia. Pero no existe desde dentro: nadie es un gran señor para su mayordomo. Aquí se mantiene al otro en una posición excesivamente elevada, lo que lleva a ponerlo en un pedestal psicológico. En la convivencia diaria, la visión que se va a ir teniendo de él es milimétrica, codo con codo; habrá mil y una ocasiones en las que esta imagen superlativa caiga y se desplome. No de un día para otro, sino de forma gradual. El otro, de cerca, pasa de ser absoluto a ser relativo, de magnificar sus capacidades positivas a verlas con un cierto espíritu critico. Por eso, para mantenerse enamorado hay dos cosas esenciales: seguir admirando al otro y mantener un buen nivel de comunicación. Pero es una seria equivocación no ver los defectos de esa otra persona y saberlos aceptar como condición sine qua non de lo que es el ser humano. Eso es tener los pies en la tierra.

Hoy tenemos mucha información respecto a las rupturas de pareja en medio mundo, lo que está llevando a un miedo enorme al compromiso conyugal, al ver los datos de la realidad sobre la mesa. La inteligencia es capacidad de síntesis; también es tener esquemas mentales que nos ponen en la realidad.

El verdadero amor consiste en luchar por sacar lo mejor de la otra persona (y, por supuesto, lo mejor de uno mismo). Tener el arte, la gracia y el oficio de que lo más positivo que el otro tiene salga en la vida ordinaria.

En nuestra cultura, el hombre se enamora por la vista y la mujer por el oído. Al principio, en el enamoramiento casi todo se mueve en el juego de las apariencias. Después de los primeros lances, va apareciendo la verdad de cada uno. Conocer al otro en sus cosas positivas y negativas es tener un buen equilibrio psicológico.

3. Es un fallo bastante generalizado pensar que sólo con estar enamorado es suficiente para que el amor funcione. Es ése el principio, el empujón que pone en marcha toda la maquinaria psicológica de los sentimientos. Pero eso tiene validez solamente al principio. El amor es como un fuego al que hay que alimentar día a día; si no, se apaga. Hay que nutrirlo de cosas pequeñas, en apariencia poco relevantes, pero que están en la falda de lo diario. Cuando se descuidan, antes o después esa relación se enfría y acaba por llevarse las mejores intenciones.

Dicen los economistas que en los negocios hay que estar muy pendientes de los más mínimos detalles para que no se den sorpresas. Cuidar los detalles pequeños también es amor inteligente. La afectividad se parece también a un negocio en el que la cuenta de resultados es subjetiva y se mide por unos termómetros privados que nos dicen si el tema va bien o uno se desvía de la ruta.

En el hombre light, todo está centrado en lo material: dinero, éxito, poder, triunfo. Dicho de forma mas académica: hedonismo, consumismo, permisividad y relativismo. Placer por encima de todo, acumulación, darlo todo por válido si a uno le apetece y tener una visión de la realidad tan amplia que se borran los límites geográficos entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto… Con esos presupuestos, es muy difícil mantener una relación sentimental estable, salvo que la otra persona sea capaz de doblegarse, desaparecer psicológicamente y someterse a fondo. Pero eso no es matrimonio, ni relación conyugal, ni vida de pareja. Eso es otra cosa.

La inteligencia afectiva nos lleva a saber plantear lo que son los sentimientos compartidos y a buscar soluciones. Anticiparse y resolver. Prever y solventar. Facultad para dominarse a sí mismo e ir entendiendo la geografía sentimental en su diversidad. Mapa del viaje exploratorio hacia la arqueología afectiva, espacio donde radica lo más humano del hombre. Desde esos parajes, uno debe esmerarse en concretar planos y aristas y territorios a modificar, enmendar y rehacer lo que no va como es debido.

4. La vida conyugal necesita ser aprendida. Es de una gran inmadurez pensar que una vez que dos personas deciden compartir su vida, todo circulará más o menos bien, por el sólo hecho de la decisión recíproca de estar el uno de acuerdo con el otro. Se necesita un consenso sobre lo básico, bien hilvanado. La convivencia es un trabajo costoso de comprensión y generosidad constantes, en donde no se puede bajar la guardia. Para mí no hay nada tan complejo como esto. Tiene muchos ángulos y vertientes. Sus lenguajes son físicos, sexuales, afectivos, intelectuales, económicos, sociales, culturales, espirituales. La integración de todos esos engranajes, su acoplamiento y el que las piezas rueden con cierta fluidez, es una operación en donde hay que poner los mejores esfuerzos. Tarda uno mucho tiempo en entenderse con otra persona. La madurez conyugal es serenidad y benevolencia. Pero esa madurez necesita tanto de la pasión como de la paciencia.

En la psicología del aprendizaje hay todo un conjunto de reglas que se van a ir cumpliendo para que esa información se archive en la mente y dé lugar a respuestas eficaces y certeras, que solucionen conflictos y apacigüen problemas. La inteligencia y la voluntad deben estar aquí especialmente presentes. La primera como ilustración, perspicacia, percepción integradora, lucidez reflexiva, vivacidad que mueve a la experiencia y la trae a primer plano para aportar soluciones operativas. La segunda, la voluntad, no es otra cosa que la herramienta para luchar deportivamente y permitir vencernos en pequeñas escaramuzas, en batallas afanosas donde se pone el acento en puntos de mira concretos, específicos, en donde el empeño insiste para superar el capricho y el antojo del momento.

La inteligencia y la voluntad potencian la libertad y aseguran la diana de los propósitos. Una muestra pequeña de ello: compartir cosas positivas juntos, evitar la incontinencia verbal negativa (decirle cosas fuertes y negativas al otro, siendo demasiado directo), controlar el no sacar la lista de agravios del pasado (la colección de atranques y roces de atrás). Es necesaria mucha capacidad para perdonar (no hay auténtico perdón sin esfuerzo para olvidar), hay que evitar discusiones innecesarias (rara vez de la discusión sale la verdad, porque hay más desahogo y querer ganarle al otro en la contienda). Hay que evitar malos entendidos, que a veces están a la vuelta de la esquina.

Algunas personas tienen muy pocas habilidades en la comunicación conyugal y necesitan adquirir recursos psicológicos en esa área. Las expectativas demasiado idealistas ignoran la importancia de estos aspectos. Luego vendrá la vida con sus exámenes y esas asignaturas no preparadas no pueden ser superadas. Ahí se va a establecer una reciprocidad positiva, una especie de círculo de satisfacciones bilaterales. Intercambio de conexiones y vínculos que hacen mas fácil y agradable la vida del otro.

Nadie puede dudar que esto se aprende. No es posible que uno se embarque en una relación y todo funcione por una especie de automatismo innato. Verlo así implicaría un error de base que se pagaría muy caro a la larga. Porque no hay que perder de vista que, en la gran mayoría de los casos, los motivos desencadenantes de un conflicto o de una tensión suelen ser fútiles, irrelevantes, nimios, detalles de poca importancia que se acumulan a otros cansancios o frustraciones y producen reacciones de irritabilidad y/o descontrol.

5. Otra equivocación muy reiterada consiste en desconocer que a lo largo de cualquier relación conyugal, por estable y positiva que sea, han de darse algunas crisis psicológicas. Unas serán fisiológicas o normales, es decir, tránsitos necesarios, inevitables, por donde hay que pasar sin más remedio; forman parte de lo que es la condición humana, en lo que atañe a la comunicación y convivencia. Otras, relativamente fisiológicas, suceden con etapas propias del paso de los años, como el crecimiento de los hijos, el paso de las generaciones, las alternativas psicológicas, familiares y económicas…

Unas y otras deben ser superadas sin dificultad, salvo que la pareja no encuentre mínimos apoyos en su cercanía o se produzca la intervención desafortunada de algunos miembros de la familia que, con escasa fortuna psicológica, hacen daño y tienen un efecto contraproducente.

No hay felicidad sin amor y no hay amor sin renuncias. El amor entre dos personas es alquimia y complicidad y estar pendiente del otro. Para estar bien con alguien hace falta primero estar bien con uno mismo. La cultura sentimental es necesaria para alzarnos sobre la mediocridad del entorno. Por ahí nos acercamos a la vida lograda. Suma y compendio de la vida auténtica. Si no puedo cambiar el pasado, sí puedo dirigir el futuro.