23 abril 2008

[Todos necesitamos un hogar. Es evidente, pero no hay más que mirar alrededor para ver que cada vez faltan más hogares: me refiere a un verdadero hogar de familia y no a eso que va extendiéndose como una pandemia y que, suavemente, para no entristecerse demasiado, se pueden llamar “casas sin dueño”: es lo que podría haber sido un amable hogar familiar y no pasa de ser un vulgar y triste alojamiento sin alma.

Anoto algunos comentarios de gente diversa; luego, se puede ver un vídeo. Que cada uno lea, vea y luego piense en su propia experiencia, desde pequeño, en su familia; después, si quiere, que saque consecuencias para su propio hogar. No es algo intrascendente o banal, sino que uno se juega la propia felicidad. Hacen falta un padre y una madre de verdad. Y que no consideren a los hijos y a la casa como algo añadido a su proyecto profesional, que es lo más importante... Y así nos va, como suele repetir el filósofo (un amigo mío).

Dice Nuria Chinchilla, economista española, profesora del IESE y única mujer en el “Top ten management”:

- “El papel más importante en la casa -del hombre o la mujer- es atenderse mutuamente. Las mujeres suelen preocuparse primero de los hijos porque se ponen a llorar y como el marido no llora no nos preocupamos. Hay que buscar tiempos para que el matrimonio pueda desarrollar su vida conyugal. Los niños lo que absorben es el nivel de afecto que hay entre los padres y esto no es delegable, lo demás sí’’.

- “Decir ‘yo trabajo para la familia’ a veces es un engaño. El trabajo siempre es instrumental, y si te pasas la vida trabajando para comprar una casa, otra casa, otro auto, una lancha y no estás con tus hijos ni con tu mujer o marido, entonces es un engaño’’.

La investigadora italiana María Pía Chirinos añade algunas interesantes afirmaciones:

-“No se trata de volver a una imagen estereotipada de ama de casa, sino de admitir la excelencia de los trabajos del hogar”.

- “No se trata de que la madre de familia ‘se quede en casa’, sino de establecer que un hogar con una familia no puede prescindir de unos trabajos cotidianos, claramente profesionales, para el desarrollo humano de sus miembros’’.

- “…casi no hay comidas en familia, sino delante de la TV; ni cuidado de la casa ni de la ropa... Junto a la pérdida de la noción de familia, ha desaparecido la noción de hogar y se han desprestigiado los trabajos domésticos: ¿no será esto causa de aquello?’’

- “Para ser auténticos seres humanos, hay que adquirir las virtudes de la excelencia que dependen de actividades cotidianas propias a su vez del hogar: templanza y educación en el comer, hábitos de limpieza que tanto contribuyen a la dignidad personal, etc. Dudo que las máquinas o los hoteles sean capaces de sustituir el trabajo de la casa, porque somos humanos y necesitamos un hogar’’.

Y, por su parte, María José Ureta, ama de casa, mamá de tres niños, ingeniero comercial, cuenta su experiencia vital:

- “Decidí quedarme en la casa por mis hijos. Por ahora ellos y mi marido son mi prioridad. Este trabajo me lo tomo en serio. Soy una profesional en la casa y me preocupo de hacerlo bien”.

Gary Becker, premio Nobel de Economía (1992), manifiesta que mantener la familia unida es una necesidad básica porque la familia es la base de la economía. Por eso las políticas sociales deben ayudar a armonizar la vida del trabajo de la casa y la vida laboral externa, para no erosionar la familia.

Los sociólogos comentan con frecuencia creciente la importancia que las grandes empresas están dando al trabajo en casa: están cada vez más sensibilizadas con esta armonización necesaria y son ahora más flexibles respecto a las horas de entrada y salida, la duración de la jornada laboral, el lugar donde se realiza el trabajo, etc. Y esto, claro está, no por razones altruistas, sino por pragmatismo y sentido común, además de por el negocio. Porque saben que cuando no se facilita una armonización de la vida profesional y la familiar, al final se está dañando a todos; y, sobre todo, se pone a las mujeres ante la disyuntiva de dejar el trabajo, antes que arriesgarse a perder al marido y a los niños.

Los comentarios anteriores -y mucho más- puede leerse en Hacer familia.

En relación con el trabajo del hogar, reproducimos de www.opusdei.org un vídeo en el que Andrea Feehery, numeraria auxiliar del Opus Dei que trabaja en el Shelbourne Conference Center (Indiana, EEUU), habla sobre su trabajo y sus experiencias.]


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