18 enero 2008

“NO PUEDE OCURRIR QUE LA INTOLERANCIA QUITE LA PALABRA A ALGUIEN Y MENOS SI SE TRATA DEL PAPA” (Alcalde de Roma)

[El día 16, la Oficina de Prensa de la Santa Sede emitió un breve comunicado en el que se decía, según informa el VIS:

"Debido a los bien conocidos hechos de estos días relacionados con la visita del Santo Padre a la Universidad de Estudios ‘La Sapienza’ de Roma que, por invitación del Rector Magnífico, tendría que haberse efectuado el jueves 17 de enero -dice el texto- se ha considerado oportuno aplazar el evento. El Santo Padre enviará, de todos modos, el discurso previsto".

Los hechos a los que se refiere la nota son la petición de 67 profesores al Rector Magnífico de revocar la invitación a Benedicto XVI y las protestas de grupos de estudiantes que ayer ocuparon el rectorado de la Universidad para exigir manifestarse en la Ciudad Universitaria el día de la visita del Papa.

Los profesores reprochaban al pontífice una frase de un discurso pronunciado en 1990, que tenía como tema la crisis de confianza en la ciencia en sí misma y ponía como ejemplo el cambio de actitud sobre el caso de Galileo. La frase "En la época de Galileo la Iglesia permaneció mucho más fiel a la razón que el mismo Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo", citada en el discurso, no era del entonces cardenal Joseph Ratzinger, sino del filósofo de la Ciencia Paul Feyerabend.

En el ABC de ayer (17-I-2008) se puede leer la crónica de Juan Vicente Boo: “El sonrojo de Italia por no haber estado a la altura de acoger al Papa en la Universidad de Roma dominó ayer la vida política y las primeras páginas de los diarios. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, escribió una carta de disculpa a Benedicto XVI, mientras los directores de los grandes diarios, incluidos los de centro izquierda, denunciaban el envilecimiento y la intolerancia en que los extremistas están hundiendo al país.”

Y seguía: “Ezio Mauro, director de ‘La Repubblica’, principal diario del centro izquierda, lamentaba en primera página que «hasta ayer éste era un país tolerante. Algo se ha roto, dramáticamente, ante los ojos del mundo entero. (…) “el resultado es un cortocircuito cultural y político de impacto mundial: el Papa, que es también el obispo de Roma, no puede hablar en la Universidad de su propia ciudad en esta Italia mediocre del 2008. Esto tiene sabor de censura y de rechazo del diálogo.”

El arranque del “conflicto” fue, como recuerda el comunicado del Vaticano, una carta de rechazo a la visita del Papa firmada por un grupo de 67 profesores. Hay que tener en cuenta que la Universidad de ‘La Sapienza’ es la mayor de Europa, con un total de 4.767 profesores y más de 200.000 alumnos. No hace falta ser un experto en análisis numérico para ver que el grupo de los firmantes de la carta representaban sólo el 1,4% del personal docente de la Universidad de Roma. En definitiva un grupito de profesores. Pero algunos medios los han presentado, con evidente falta de objetividad y tergiversando la realidad, como un número significativo e importante del claustro de profesores.

Leo a Juan José García-Noblejas en Scriptor.org: “…poco menos que los 67 preclaros profesores eran una especie de reencarnación de los siete sabios de Grecia, no sólo en sus específicas materias, sino en estas cuestiones de calado moral y sapiencial. Un ejemplo, el Corriere titula, como quien no quiere la cosa: Lettera di 67 cervelli contro l'intervento di Ratzinger: evento incongruo. ¡Hay que ver la razón que deben tener nada menos que "67 cerebros" firmando un papel!, ha de pensar para sus adentros el ciudadano espeso y municipal...!”

Algo parecido publicaba El País (15-I):Entre los 67 que firmaron la carta hace algunos días, y que fue publicada ayer por la prensa italiana, se encuentran los nombres de algunos de los mayores físicos del país.”

Y ayer, en otro artículo de El País, se dice: “Parece que los 67 profesores cuentan con alguna base de seguidores estudiantiles. Y no sólo estudiantes. A la protesta se han sumado colectivos antiglobalización, movimientos de gays y lesbianas, feministas, ateos; sectores molestos con el Vaticano y lo que consideran injerencias intolerables de la Iglesia en la vida pública. Estos colectivos han convocado para el 9 de febrero una manifestación contra el Vaticano.” (…) "Porque la actitud reaccionaria de este Papa, que niega sus derechos civiles a las parejas de hecho, a los homosexuales, que se pronuncia contra el aborto y la contracepción, que pide a los farmacéuticos que no vendan la píldora, indigna a muchas personas". (¿?)

¿Y los estudiantes? Algunos han mostrado casi como un acto de heroísmo desinteresado en pro de las libertades lo que un grupo reducido de estudiantes -nada representativos del total de 200.000 alumnos- ha hecho contra la visita del Papa: carteles y pintadas insultantes, manifestaciones burlescas, invasión del Rectorado, etc.

Nuncio vobis gaudeum magnum. (Non) habemus papam". Esta pancarta burlesca, parafraseando la frase ritual del anuncio de la elección de un Papa, saludaba ayer, desde el balcón principal de la facultad de Física de la universidad romana de La Sapienza, la cancelación de la visita de Benedicto XVI.” (El País, 17-I)

Stefano Migliorelli en su blog Emendatio recoge la opinión de Rutelli : "Appare inconcepibile la pretesa di zittire il Papa in un luogo di studio, formazione e dialogo e inoltre tutti avrebbero interesse a preservare i luoghi della cultura e scienza dalla diatriba politica.” Così il vicepresidente del Consiglio, Francesco Rutelli, interviene in una lettera al quotidiano Il Foglio, pubblicata in prima pagina, ed in un colloquio con Il Messaggero sulle prese di posizione contro la presenza di Papa Benedetto XVI alla Sapienza. "Ma che idea della libertà - afferma Rutelli - hanno coloro che pensano di voler proibire a Benedetto XVI di parlare all'Università La Sapienza? Chiunque - ragiona il vicepremier - può dissentire, nel dibattito pubblico. Anche da ciò che dice il Papa". "Ma la pretesa di zittirlo in un luogo che è spazio di studio, formazione e dialogo - aggiunge Rutelli - l'idea che possa essere preclusa la parola al Vescovo di Roma, intellettuale riconosciuto per la sua profondissima cultura, per decenni professore universitario e, se vogliamo aggiungere, successore di chi fondò l'Università La Sapienza 705 anni fa, appare inconcepibile".

El Rector Magnífico anunció ayer que el Papa será nuevamente invitado y que esa nueva invitación "interpreta el deseo de la mayoría académica de la Universidad La Sapienza". (El Mundo, 18-I-2008)

Si bien el Papa consideró preferible no participar en el encuentro previsto con profesores y universitarios, envió al Rector de la Universidad, Renato Guarini, el texto que había preparado para esa ocasión. Ese discurso -que debía haber pronunciado el Papa- fue leído por un profesor en el Aula Magna de La Sapienza. Y al final, en pie, se aplaudió la lectura y se escucharon gritos de: "¡Viva il Papa!".

El alcalde y líder del partido Democrático de centroizquierda, Walter Veltroni, dijo que "lo ocurrido es inaceptable. No puede ocurrir que la intolerancia quite la palabra a alguien y menos si se trata del Papa, que es un punto de referencia para millones."

Pero más interesante es ahora ver la reacción de la gente de la calle y de miles de docentes y de alumnos. Dice La Gaceta (17-I-2008): "Si Benedicto no va a la Sapienza, la Sapienza irá a Benedicto". Así rezaba ayer una pancarta con la que un grupo de jóvenes universitarios mostraron al Pontífice alemán su cariño y respeto ante los últimos ataques vertidos por un grupo minoritario de profesores —67 de un total de 4.767— y alumnos —extremistas y anarquistas— de la Universidad La Sapienza de Roma, y que acabaron por cancelar la visita que tenía previsto realizar al centro hoy. Había otras pancartas significativas: "La Sapienza está contigo" o "Los universitarios con el Papa".

La de ayer fue la primera manifestación de apoyo al Pontífice, pero no será la última. El cardenal Camillo Ruini ha invitado a todos los romanos, no sólo a los católicos, a que este domingo manifiesten en la Plaza de San Pedro del Vaticano su afecto a Benedicto XVI.

"En esta circunstancia que golpea tan dolorosamente a toda nuestra ciudad, la Iglesia de Roma expresa su filial y total cercanía a su obispo, el Papa, y expresa el amor, la confianza, la admiración y la gratitud a Benedicto XVI, que está en el corazón del pueblo de Roma".

La oficina de prensa del Vaticano ha hecho público el el texto íntegro (italiano) de la lección que Benedicto XVI debía haber pronunciado ayer en la Universidad de La Sapienza. Nos ha parecido de interés para los lectores de arguments reproducir un excelente resumen que de esa lección del Papa ha preparado Juan José García-Noblejas en su blog Scriptor.org.]

# 425 Categoria-Educacion

por Juan José García-Noblejas

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El documento de seis folios habla de varios asuntos en torno a una misma cuestión.

En primer lugar, Benedicto XVI se plantea qué puede y debe decir un Papa invitado a hablar en la principal Universidad de la ciudad de la que es Obispo:

(...) ¿Qué puede y debe decir un Papa en una ocasión como ésta? En la lección de Ratisbona hablé, sí, como Papa, pero sobre todo como antiguo profesor de aquella que fue mi universidad, buscando reunir recuerdos y actualidad.

En la universidad "Sapienza", la antigua universidad de Roma, he estado invitado como Obispo de Roma, y por eso debo hablar como tal. Cierto que la "Sapienza" fue en tiempos pasados la universidad del Papa, pero hoy es una universidad laica con esa autonomía que -fundada en su mismo concepto fundador- siempre ha formado parte de la naturaleza de la universidad, que debe estar exclusivamente ligada a la autoridad de la verdad.

En su libertad de autoridades políticas y eclesiásticas, la universidad encuentra su función particular, precisamente para la sociedad moderna, que necesita una institución de este tipo. (...)

Tras exponer qué supone ser Obispo de Roma, con la función de "episkopein", de observar y también guiar las gentes de su comunidad, según Jesucristo, añade:

(...) Pero esta comunidad de la que cuida el Obispo -sea grande o pequeña- vive en el mundo; y sus condiciones, su camino, su ejemplo y su palabra influyen inevitablemente sobre el resto de la comunidad humana en su conjunto. (...) De este modo, el Papa, precisamente como Pastor de su comunidad, se ha convertido cada vez más en una voz de la razón ética de la humanidad.

Y tras traer a colación John Rawls y la razón "pública" y la "razonabilidad" de una proposición no secularista, afirma que:

(...) Ante una razón a-histórica que busca autoconstituirse en una racionalidad a-histórica, la sabiduría de la humanidad como tal -la sabiduría de las grandes tradiciones religiosas- es algo que conviene valorar como una realidad que no se puede tirar impunemente a la papelera de la historia de las ideas. (...)

Luego de razonar preguntándose por el papel y la finalidad de la Universidad, como institución, contesta -telegráficamente- que

puede decirse que el verdadero, íntimo, origen de la universidad está en el anhelo de conocimiento que es propio del ser humano, que quiere saber qué es todo lo que le rodea. Quiere verdad.

Y tras describir a Sócrates dialogando con Eutrifón acerca de los dioses, y despegándose de atender a las presuntas guerras entre ellos, muestra el interés de Sócrates por saber acerca del Dios realmente divino. Un interés en el que los primeros cristianos se han reconocido y han reconocido el camino del don de la fe recibida:

Han acogido su fe no de modo positivista, o como salida para deseos que no se apagan; la han comprendido como el disolverse de la niebla de la religión mitológica que deja sitio para el descubrimiento de ese Dios que es Razón creadora y al mismo tiempo Razón-Amor.

Sigue luego un recorrido agustiniano en el que se puede ver que la verdad está más allá del simple saber, cercana al bien, porque hay

una reciprocidad entre la "scientia" y la "tristitia": el simple saber, dice Agustín, nos deja tristes.Y de hecho sucede que quien ve y aprende sólo aquello que sucede en el mundo, termina por entristecerse. Pero la verdad significa más que el saber: el conocimiento de la verdad tiene como objetivo el conocimiento del bien. Este es también el sentido de la pregunta socrática: ¿cual es el bien que nos hace verdaderos? La verdad nos hace buenos y la bondad es verdadera: y éste es el optimismo que vive en la fe cristiana, porque a ella le ha sido concedido la visión del Logos, de la Razón creadora que, en la encarnación de Dios, se ha revelado al tiempo como el Bien, como la misma Bondad.

En la universidad medieval, con sus cuatro facultades (medicina, jurisprudencia, teología y filosofía) ha habido mucho movimiento y mucho trabajo, viene a decir Benedicto XVI, por ejemplo, sobre teoría y praxis, sobre la justa relación entre conocer y actuar...

Y ¿cómo articular con justicia un orden de la libertad, de la dignidad humana, de los derechos humanos? Benedicto XVI salta hasta nuestros días y con Jürgen Habermas propone lo que bien puede ser un amplio consenso del pensamiento actual, cuando dice que

la legitimidad de una carta constitucional, como presupuesto de la legalidad, provendría de dos fuentes: de la participación política igualitaria de todos los ciudadanos y de la forma razonable en que son resueltos los contrastes políticos. Acerca de esta "forma razonable", [Habermas] advierte que no puede consistir solo en una lucha para lograr mayorías aritméticas, sino que debe caracterizarse como un "proceso de argumentación sensible a la verdad."

Luego el razonamiento vuelve al medievo, y con Tomás de Aquino se plantea la relación entre filosofía y teología, a partir de la cristología del Concilio de Calcedonia: "sin confusión y sin separación". Y en este sentido, viene de nuevo a colación la filosofía de Rawls, para hacer ver que

el mensaje de la fe cristiana nunca ha sido una "comprehensive religious doctrine" en el sentido de Rawls, sino una fuerza purificadora para la misma razón, que la ayuda a ser más ella misma. El mensaje cristiano, por su origen, debería ser siempre un estímulo hacia la verdad y de este modo una fuerza contra la presión del poder y de los intereses.

¿Qué sucede ahora, en nuestros días?, se pregunta Benedicto XVI para concluir su recorrido universitario e histórico de la mano de la verdad. En nuestros días, cuando el saber ha progresado enormemente en las ciencias naturales y en el saber humanístico acerca de cuestiones ligadas con nuestra identidad y técnico ha cobrado un desarrollo, hay un peligro. Centrado en la esfera del Occidente, dice que ese peligro

precisamente por la magnitud del saber y del poder logrados, se rinda ante la cuestión de la verdad. Cosa que significa que la razón, al final, se pliega ante la presión de los intereses y ante el atractivo de la utilidad, y queda obligada a recocer a esta última como último criterio.

Si la razón queda sorda al mensaje que viene de la fe y de la sabiduría cristiana, pierde el coraje por la verdad, de modo que no se hace más grande, sino más pequeña:

Aplicado a nuestra cultura europea esto significa que si ésta quiere sólamente autoconstituirse en base al círculo de la propias argumentaciones y a lo que en un momento dado le convence, y -preocupada por su laicidad- se separa de las raíces de las que vive, entonces no llega a ser más razonable y más pura, sino que se descompone y se rompe en astillas.

Concluye volviendo a la pregunta inicial acerca de lo que el Papa puede hacer o decir en la universidad: "ciertamente, no debe pretender imponer a los demás, de modo autoritario, la fe, que sólo puede ser un don en libertad". Y puede

invitar siempre de nuevo a la razón a ponerse en búsqueda de lo verdadero, del bien, de Dios y -en este camino- animarla a apreciar las útiles luces que han surgido a lo largo de la historia de la fe cristiana y ver así a Jesucristo como la Luz que ilumina la historia y ayuda a encontrar el camino hacia el futuro.

Hasta aquí, Benedicto XVI, traducido y seleccionado su texto con urgencia.

Espero que resulten de interés estos breves párrafos, traducidos con tanta rapidez como asombro por la magnífica claridad de lo que plantea, el coraje de decir lo que piensa y el respeto para quienes le escuchan. A fin de cuentas, esta lección, que iba a quedar entre los muros de La Sapienza, llegará a muchos más universitarios, gracias a que unos pocos intolerantes no quisieron que fuera pronunciada. Cosas de la vida misma.

Quien se encuentre siendo universitario y no aprecie y agradezca este discurso de Benedicto XVI sobre la universidad, pienso que debería quizá -siendo consecuente- plantearse abandonarla, libremente, por propia iniciativa.

La universidad es lo que serenamente dice este discurso, y tiene que ver con la búsqueda de la verdad y sus consecuencias. De otro modo, se convierte en un lugar de privilegios de poder, influencia e intereses de diverso tipo, lejos de la verdad.

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