13 junio 2007

ÁCIDO SULFÚRICO

[Cuando se piensa que todo ha sido inventado en el mundo del "reality show", siempre surge algo nuevo que sorprende. El pasado día 1 de junio se transmitió en Holanda, por la cadena BNN, el programa "Big Donor Show".

Como se ha difundido por todos los medios, la trama giraba alrededor de tres personas que necesitaban un trasplante renal; en el programa competían por un riñón que iba a ser donado por una mujer que padecía un cáncer incurable y a quien quedaban pocos meses de vida.

Al final resultó que todo era un montaje y no hubo tal premio de riñón: la supuesta donante enferma de cáncer era una actriz con buena salud. Lo único auténtico eran las tres personas enfermas renales, que siguen a la espera de un donante de riñón.

Ese programa ha despertado muchas críticas tanto en el Parlamento holandés, como a escala internacional.

Arnoldo Kraus ha escrito: "El reality show es parte de la bazofia que caracteriza a la televisión. Su fuerza e impacto radican en el poder del dinero y en la amoralidad característica de la mayoría de esos medios. En ellos se explota, por medio de todo tipo de artimañas y groserías que atentan contra la ética y la dignidad, a un público ávido de necesidades económicas y afectivas, y yermo de defensas intelectuales."

En este contexto tan actual del 'reality show límite' traemos a la palestra una novela reciente que lleva por título 'Ácido Sulfúrico' (Ed. Anagrama, 2007, 166 págs. 15 €) y es de la escritora belga Amélie Nothomb. Trata de un 'reality show' llamado 'Concentración' en el que se recluta a los participantes a la fuerza por las calles y parques de París. Después se les traslada, en vagones precintados, al plató, que no es otra cosa que un campo de concentración, o para ser más precisos un campo de exterminio.

Una vez allí, los participantes quedan sin nombre, sólo con un número o matrícula; son golpeados y humillados ante las cámaras... Apenas hay comida y las condiciones de vida son atroces. Se simulan las condiciones de vida de ese tipo de campos y cada día se elige caprichosamente a dos participantes para ejecutarlos. Hay niños y ancianos, mujeres y hombres.

Al estilo de Auschwitz, Dachau, Buchenwald ó Treblinka. Pero con una diferencia: en este caso hay cámaras que graban todo —sin que se percaten las pobres gentes internadas en el campo— para deleite de los telespectadores 'libres'.

Uno de los críticos literarios de 'Le Point' ha dicho que "este libro es, como el título apunta, ácido y sulfúrico". El tema de la novela es la inmoralidad de algunos espectáculos televisivos. Refleja "la televisión llevada al extremo": el sufrimiento humano y la muerte como entretenimiento para las masas de espectadores.

Las autoridades se escudan en la "libertad de expresión" para dejar que el programa siga adelante. Cuanto más insisten los medios serios en sus denuncias, más aumenta la audiencia del programa.

El programa televisivo llega a cotas máximas de audiencia: todo el mundo pendiente de la pantalla. Naturalmente los buenos ciudadanos se quejan de que exista un programa tan abominable; naturalmente, no dejan de ver el programa.

En latormentaenunvaso se plantean interrogantes personales: "La escritora belga nos interpela con una pregunta bien clara: ¿Qué haríamos nosotros si se emitiera un programa como 'Concentración'? ¿Apagaríamos la tele o la miraríamos indignados? De hecho, la pregunta es: ¿Qué hacemos ante la teleporquería a la que ya estamos expuestos?"

No se trata sólo de pensar cuál sería nuestro comportamiento ante una hipótesis de futuro, sino de ver cuál es nuestro comportamiento actual, diario, en nuestra casa, ante programas degradantes y groseros —por no emplear calificativos más gruesos— que son inmorales y atentan contra la ética, la dignidad y el buen gusto de cualquier persona: sea un reality show límite, o una película pornográfica, o cualquier otra bazofia metida en la programación sin más objetivo que lograr cuotas más altas de audiencia.

"Ácido sulfúrico" no es una novela que haya gustado a todo el mundo, pero, sin duda, aborda de modo inteligente un tema importante en la sociedad actual. Y hace pensar, lo cual ya es algo muy importante: sólo por esto —que no es frecuente— merece la pena leerla y reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos.

Reproducimos a continuación una crítica del escritor Pedro de Miguel, que fue publicada en Aceprensa (nº 029/07).]





# 391 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología

por Pedro de Miguel

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La última novela de esta escritora belga no defrauda. Quien disfrutó de "Estupor y temblores" (ver Aceprensa 146/00), "Cosmética del enemigo" (ver Aceprensa 70/03) o "El sabotaje amoroso" (ver Aceprensa 70/03), reconocerá aquí también su estilo cortante, su habilidad para sacar partido a las situaciones límite, su soterrado sentido del humor en medio de la tragedia.

"Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó. Tuvieron que convertirlo en espectáculo". Así arranca esta pesadilla: un buen día, se producen redadas al azar en diversos lugares y a los detenidos se les amontona en vagones de ganado. Es la preparación de un nuevo programa de televisión, digno heredero de "Gran Hermano".

Bajo el escueto título de "Concentración", se trata de reproducir el ambiente de los campos nazis de prisioneros y filmar el sufrimiento de sus perplejos ocupantes, sin que estos sepan nada del desarrollo del programa.

Los medios de comunicación enseguida ponen el grito en el cielo, creando un debate de proporciones gigantescas acerca de la moralidad del programa. Alimentan así la curiosidad morbosa del público, logrando que los índices de audiencia suban sin parar.

En medio de este sinsentido, Amélie Nothomb centra su atención en dos jóvenes personajes del campo: Zdena, una chica medio lela es elegida como kapo, mientras que Pannonique será la bella heroína sufriente, que soporta con estoicismo toda clase de vejaciones y se convierte pronto en punto de referencia del público y de parte de sus compañeros de infortunio.

El programa televisivo combina la crueldad (todos los días dos prisioneros son conducidos a la muerte) con el sentimentalismo, provocando esa extraña mezcla de repulsión y atracción que hace las delicias del público.

Entre las reflexiones de la íntegra protagonista, Pannonique, se encuentra ésta tan obvia como olvidada: el culpable es el público, no la clase política ni los organizadores del programa.

El ácido sulfúrico es uno de los componentes de los cócteles Molotov, y como bomba de mano actúa la novela: un golpe a la esencia de los programas espectáculo, que cultivan el morbo del espectador por inmiscuirse en intimidades ajenas hasta el punto de sufrir y gozar en medio de la abyección.

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