17 enero 2007

¿HA FRACASADO LA LEY CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO?

[En esta cuestión de la violencia doméstica –recuerda oportunamente Rafael Navarro-Valls- , lo primero que parece advertirse es que “se está produciendo aquello que Octavio Paz denominaba ‘uno de los tiros por la culata de la modernidad’. Según el poeta mexicano: ‘Se suponía que la libertad sexual acabaría por suprimir tanto el comercio de los cuerpos como el de las imágenes eróticas. La verdad es que ha ocurrido exactamente lo contrario. La sociedad capitalista democrática ha aplicado las leyes impersonales del mercado y la técnica de la producción en masa a la vida erótica. Así la ha degradado, aunque el negocio ha sido inmenso’.”

Ante esa degradación social, es bastante ingenuo pensar que sólo con medidas legales se puede erradicar el problema de la violencia doméstica. “El Derecho –sigue diciendo Navarro-Valls- es un modesto instrumento de paz social. Pero echar sobre sus espaldas la ingente tarea de variar los comportamientos sociales una vez alterados, es olvidar que el Derecho tiene un influjo mayor mediante lo que podríamos denominar su actividad negativa. Esto es, puede contribuir a no erosionar el ecosistema familiar y social con más eficacia que a restaurarlo, una vez modificado por perturbaciones sociales.”

Las medidas legales son necesarias pero sólo con eso no se resuelve el problema: mientras no se haga un acertado diagnóstico de las causas, será problemático –por no decir imposible- que se pueda aplicar una terapia que conduzca efectivamente a esa ingente tarea de mejorar el comportamiento de las personas y, como consecuencia, se produzca también una mejora en el conjunto de la sociedad.

Navarro-Valls apunta algunas pautas diagnósticas que merecen un poco de reflexión y que enseguida nos sugieren acciones de humanismo cívico, como diría Alejandro Llano:

+ "La revolución sexual ha sido absorbida en buena parte por la cultura y ha dejado en ella una huella profunda"…

[…se requiere una nueva revolución hecha por ciudadanos que borre esa huella patológica y siembre a cambio paz social, solidaridad, alegría…]

+…"ha pasado de la exaltación del sexo a su trivialización y, de ahí, al desencanto"...

[…el desencanto suele llevar, como es sabido, al aburrimiento, a la búsqueda de sensaciones fuertes y, muy frecuentemente, al comportamiento agresivo: con la mujer, o con un conductor novato, o con un mendigo que duerme en un portal…]

+ …"existe una hipertrofia de la afectividad en la que el fluir de los impulsos se convierte en la estrella polar que guía el comportamiento humano"…

[…no conviene que el estado de ánimo, los sentimientos alterados y los impulsos más o menos neuróticos sean –sustituyendo a la razón- quienes orienten las decisiones de una persona…]

+ …"esta mezcla de inmadurez afectiva e hipersentimentalismo provoca un desequibrio anímico que desemboca en la tendencia a entablar relaciones interpersonales basadas tan sólo en el egoísmo"…

[…no nos puede extrañar que haya reacciones violentas contra personas del entorno doméstico si, en lugar de la razón, es esa mezcla demencial y explosiva de egoísmo e inmadurez quien rige la vida de tantos y tantas…]

¿Cómo podemos atajar estas causas de violencia? Concluye Navarro-Valls, haciéndose eco de otros muchos: “Desde instancias diversas se sugiere un esfuerzo combinado de reconstrucción social en el que intervengan todas las fuerzas sociales: Estado, sociedad civil, religión y poder mediático. Tal vez debamos comenzar por la escuela y la familia en un esfuerzo de verdadera socialización de los valores.”

En la misma línea de buscar soluciones, se ha celebrado en la Universidad de Navarra una mesa redonda sobre Los malos tratos en el seno familiar y profesional.

El Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, Juan Manuel Fernández, declaro que "ninguna ley ni la creación de órganos especializados sirven por sí solos para eliminar los malos tratos. La mejor protección frente a cualquier tipo de violencia es la educación en valores éticos, morales y religiosos.”


El abogado y profesor Eduardo Ruiz de Erenchun trató sobre el acoso en el ámbito profesional y ofreció un perfil aproximado del maltratador en el centro de trabajo: "No posee sentido de culpabilidad, es cobarde, mentiroso compulsivo y mediocre profesionalmente. Además, suele padecer complejo de inferioridad y busca siempre el respaldo de la dirección de la empresa".

Acerca de las razones de esta lacra social, explicó que "en la actualidad se combinan dos factores: la necesidad de responsabilizar por nuestros problemas a los profesionales -como médicos, abogados o docentes- que sufren de manera creciente denuncias y vejaciones; y la cultura de violencia en la que estamos sumergidos, que nos lleva a resolver los desacuerdos con agresiones".

Elena Iñigo, profesora de Derecho penal en la Universidad de Navarra, consideró positiva la última Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género. Sin embargo, criticó que, "a pesar de ser una norma clara e integral, define este fenómeno como el maltrato de hombres contra mujeres cuando comparten o han compartido relación de afectividad. Así se dejan fuera otros casos que también suponen acoso". Asimismo, recordó que "existe una gran concienciación sobre la agresión contra la mujer, pero nadie se ocupa de los ancianos y los niños, dos colectivos muy frágiles que también la padecen".

Reproducimos un artículo de Elena Iñigo que lleva por título ¿Ha fracasado la Ley Contra la Violencia de Género?, que fue publicado en el Diario de Navarra (26-XI-2006).]


#361 Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia

por Elena Iñigo

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No parece posible hablar de la llamada violencia de género sin hacer referencia a las cifras. En este año [2006] 60 mujeres han perdido la vida en nuestro país a manos de sus parejas o ex parejas. Estas cifras de homicidios o asesinatos revelan que las reformas legislativas recogidas en la LO 1/2004 de Protección integral contra la violencia de género no están surtiendo efecto. Parece que la ley no cumple las expectativas pero, en todo caso, eso depende de cuáles sean estas expectativas.

La ley ha fracasado si tenemos únicamente en cuenta la función intimidatoria que posee. En los supuestos de violencia de género la ley apenas intimida. Sobre todo, porque va dirigida a sujetos difícilmente intimidables, ya que son, en su mayoría, delincuentes pasionales y, por ello, irracionales. El maltratador doméstico no responde al perfil de sujeto racional que valora las ventajas y los perjuicios que una actuación de este tipo le puede causar. Esto demostraría que los incrementos de pena en estos delitos no tienen efectos disuasorios relevantes.

Por otra parte, esta ley no está dirigida de manera directa a evitar homicidios y asesinatos. De hecho no incluye ninguna agravación de pena específica cuando estos se cometen por cuestiones de género o en un entorno doméstico, sino que está dirigida a evitar actos de violencia física y psíquica. Regula, de manera principal, la sanción de los malos tratos. Y en esta materia, sí está resultando fructífera. Estas acciones se persiguen duramente y permiten la imposición de medidas cautelares y otras de protección que antes no se podían establecer. En este sentido, la represión de estos actos es más dura. Sin embargo, la función disuasoria en los malos tratos también es muy escasa.

Este panorama evidencia lo insatisfactorio del Derecho penal como único medio de solución. Hay que preguntarse si es necesario seguir empeñados en modificar de nuevo la ley penal, o si acaso el Derecho penal no es el instrumento adecuado en la lucha contra la criminalidad violenta de género. Es obvio que éste debe actuar con toda su virtualidad preventiva y, como no, también represiva, pero también lo es que esto no basta.

La violencia de género es demasiado compleja como para dejar su solución únicamente en manos de la ley penal. Es necesaria una intervención en otros órdenes. Por un lado, tras los episodios de violencia de género, intentar que no acaben en homicidios o asesinatos. En este sentido hay que potenciar medidas policiales, asistenciales y sociales como albergues, grupos de ayuda legal, grupos de apoyo y servicios de orientación. En esta línea la ley ha apostado por un cambio desde la raíz del problema empezando por el proceso de socialización y de educación (para evitar que estos hechos se produzcan). Por otro lado, es necesario crear nuevos y efectivos medios de ayuda a las víctimas a través del reconocimiento de derechos como el de información, asistencia gratuita y otros de protección social y apoyo económico además de la intervención propiamente jurídica.

Las vías de solución a este problema deben tener carácter preventivo y las medidas tienen que estar relacionadas con un proceso creciente e importante de socialización, sensibilización y educación. Por esta línea ha apostado también la ley contra la violencia de género. Pero quien realmente tiene que apostar por cambiar las cosas es la sociedad en su conjunto. La igualdad y el respeto a los otros no son conceptos que pueden ser impuestos. Tienen que nacer de un sentimiento íntimo y profundo que se consigue con una formación y educación en la igualdad y en el respeto. Esta será la mejor prevención contra el delito.

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