13 diciembre 2006

MI ENCUENTRO CON “EL PADRE ELÍAS”

[Michael D. O´Brien (Ottawa, Canadá, 1948) ha escrito numerosos libros de ensayo y ficción, entre los que cabe destacar la serie de novelas agrupadas bajo el título “Hijos de los últimos días”. El Padre Elías. Un Apocalipsis, publicada en 1996, fue la primera de esta serie y desde el primer momento fue un bestseller en Norteamérica. Ahora (2006) ha sido traducida al español y editada por LibrosLibres.

Además de un escritor prolífico, es también un pintor autodidacta, con una extensa obra pictórica que expone en museos e instituciones de todo el mundo. Es asimismo director del Nazareth Journal, una revista familiar católica, y vive con su mujer y sus hijos en Combermere, Ontario. Su web personal es www.studiobrien.com

Sobre el Padre Elías hay ya bastantes referencias directas en internet y habrá cada vez más: por ejemplo, si en Google se busca "Father Elijah" aparecen 32.100 sitios; en español, a la busqueda de "El Padre Elías" de momento sólo corresponden 872 lugares, pero el libro apenas lleva unas semanas en la calle. El Padre Elías tiene también un excelente web site propio publicado por Jordi Molas: www.elpadreelias.com

Algunos comentarios sobre el libro:

  • El personaje del Padre Elías tiene su miga. Es un carmelita que vive alejado del mundo en el convento de los Carmelitas en Israel. Perseguido de niño por los nazis, él salvó su vida de forma casi milagrosa pero toda su familia murió en un campo de exterminio. Más adelante llegó a ser un lider de la sociedad judía, pero el asesinato de su mujer en un atentado terrorista cambió su vida. De descreído, a carmelita. Y un buen día recibe una misión secreta encomendada por el propio Papa.
  • Los detalles sobre su vida se van conociendo fragmentariamente a lo largo de la trama y van esculpiendo al personaje.
  • ¿De qué habla el libro? Hay un nivel superficial que se centra en las aventuras y desventuras del Padre Elías: traiciones, enemigos poderosos, escándalos, asesinatos... Y hay también un nivel más profundo, el de las ideas que configuran al libro como una novela de tesis, contra el laicismo y velando por la fidelidad de la Iglesia a su misión divina. Esta novela puede verse como una parábola sobre la vida del cristiano en el mundo contemporáneo.

Dice Jordi Molas: "El Padre Elías es un libro fundamental para entender incluso lo que está sucediendo hoy en día por culpa de ese dominio del relativismo feroz que tantas veces ha denunciado Benedicto XVI. No esperes una novela trágica ni catastrofista. Encontrarás, eso sí, una novela vigorosa y muy esperanzadora, aunque durante muchas de sus 600 páginas veas el cielo de un gris tenebroso muy inquietante."


En el blog Sin Miedo a la Verdad se dice entre otras cosas: "...debo decir que me ha impresionado. No sólo la trama es interesante, con giros muy bien realizados (...) No sólo expone cómo la política y los medios de comunicación pueden ser (y muchas veces son) instrumentos de manipulación. Es algo más, la lucha interior de una persona, la forma en la que las apariencias pueden engañarnos, y mucho más."

Y en Análisis Digital, Raúl Mayoral comenta:
"A medida que avanza, [el lector] comprueba que muchas de las situaciones descritas en el libro y que rodean al núcleo narrativo están ocurriendo en nuestro mundo actual. El clima de animadversión que impera hoy en ciertos círculos hacia la Iglesia y los católicos es reflejado fielmente en la novela. La lectura de ésta es una prioridad para los católicos si quieren estar informados de lo que sucede hoy en muchos ámbitos de la vida pública."


Y más adelante se dice: "Por la novela de Michael O´Brien desfilan los tradicionales enemigos de Cristo. Los que diseñan un plan de guerra que tiene por objetivo la supresión de Dios. Los que conciben a la Iglesia como un vestigio inquisitorial, una fuerza que actúa en contra del progreso de la humanidad. Los que consideran a los católicos como unos fanáticos empeñados en entrar en el siglo XXI galopando a lomos de un caracol. Pero la obra también nos advierte que las personas de nuestra generación se mueven como si estuvieran dentro de una nube espesa pero invisible. Tienen todas las facultades de la percepción obturadas. Resulta conveniente la apertura del velo que tapa el significado de las cosas. Incluso, alerta de que los creyentes pueden incurrir en la tentación de reducir la fe a un sistema filosófico, conservando las formas exteriores de la religión y perdiendo su corazón. Hay también una referencia a la probable infiltración del enemigo en el seno del Vaticano. El adversario exterior es solo una parte del conflicto."

Y en el web site de Criteria Club de Lectores se puede leer lo siguiente: "O’Brien consigue en esa impactante novela explorar el estado del mundo moderno, los puntos fuertes y las flaquezas del escenario religioso contemporáneo, a través de un personaje de carne y hueso, con el que nos es fácil descubrir cómo en nuestro mundo actual, el Anticristo no es un demonio disfrazado, sino que es un hombre, un hombre de hoy en día que vive en un momento real y es seguido por personas reales, probablemente a causa de una mezcla de apostasía, vanidad y afán de poder."

Y Pedro Fernández Barbadillo dice en el blog Bocabulario: "La novela aporta varios beneficios a los lectores, incluso a los católicos, pues habla de realidades a las que hoy se quiere volver la espalda: la existencia del Mal en el mundo, el advenimiento del Anticristo, las instituciones mundiales como medio para dominar a la humanidad, la enemistad contra la Iglesia por parte de muchos políticos, periodistas y hasta sacerdotes."

Rafa Rubio por su parte completa esta visión profunda del libro de O'Brien en su página non legere sed eligere: "Se trata de un libro bastante poco habitual (...) que mina sus páginas de auténticas cargas de profundidad. Muchas veces en estos dos días me he sorprendido parado frente a sus páginas, pensando, rezando,..."

"...nos situa ante un panorama que no nos resultará extraño. Una época convulsa, en el que la Iglesia Católica ha sido relegada a un lugar marginal en la sociedad, y sufre una enorme convulsión interna (...)"

"Quizás lo que mas me ha gustado del libro es ver reflejada la Iglesia que conozco, la Iglesia que vivo a diario. Una Iglesia preocupada por la sociedad, volcada con los más débiles y formada por hombres, algunos malos muchos buenísimos, con sus defectos y sus errores, sometidos a mil tentaciones pero, sobre todo, en lucha continua por que reine en sus corazones el Amor."

A continuación publicamos un comentario de Fermín Fuertes especialmente redactado para arguments. Completa las impresiones anteriores, al hacer ver las luces y sombras del libro. Y confirma que es una buena novela de ideas que merece la pena leer.]

#354 Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia

por Fermín Fuertes, Doctor en Filosofía y Presbítero

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Cuando lo vi en el expositor de la librería, pensé: ¡uff!, otro para el montón de aburridos pseudo-trhillers-religiosos. Y pasé de largo, sin hacerle más caso. Pero al cabo de un cierto tiempo un amigo –ventajas de las buenas amistades- me comentó que un consumado lector le había dicho que era un libro interesante.

Animado por esta nueva perspectiva, tardé pocas horas en comprarlo. Me enganchó, me cautivó. Acostumbrado a que las novedades literarias sean en su gran mayoría planas y anormales, con personajes generalmente bastante desequilibrados (cuando no totalmente desquiciados), y con tramas que se desarrollan en ambientes impregnados de una triste desesperanza, la audacia del autor era sorprendente.

Michael D. O’ Brien (a quien no conocía hasta ahora) había conseguido hacer una novela en la que no sólo algunos de los protagonistas principales eran católicos y se comportaban con naturalidad como tales (que ya es una buena cosa), sino que además el mismo argumento era un tema neta y descaradamente cristiano. Parecía un eco narrativo de un texto del Concilio Vaticano II: “A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo” (1). “El lector encontrará en este libro -advierte O’Brien en su Introducción- un apocalipsis en su antiguo sentido literario, pero escrito a la luz de la revelación cristiana.”

Casi al comienzo, cuando leí que, ya en el vuelo a Roma, el inocente carmelita era deliberadamente discriminado por la habitualmente correcta azafata (“volvió y repitió su pauta de conducta de amabilidad selectiva”), me dije: vaya, otro humano que sólo acepta su libertad, no la de los demás y, menos todavía, la libertad religiosa; otro ejemplo de laicismo intolerante que está convencido de que lo religioso debe ser reprimido. Y mi empatía con el Padre Elías creció un montón. Quizá porque yo también he experimentado a veces manifestaciones de “acritud selectiva”. Pronto me hice amigo del buen fraile, del libro y del autor. Sumergirse en su lectura era fácil, se podía hacer casi sin esfuerzo. Lo difícil era dejar de leerlo. Y eso que, como señala el autor, el libro es “una novela de ideas”, “no progresa al paso adictivo de un serial de televisión”, y, para colmo, “ofrece la Cruz”.

Me parecieron estremecedoras las páginas en las que se relatan las tribulaciones de un sacerdote, director de una revista religiosa, que quiere mantenerse fiel a sus convicciones. Me parecieron apasionantes y muy instructivos los largos diálogos que Elías, movido por la caridad pastoral, mantiene con Smokrev.

Me gustó menos la solución que el autor da al conflicto suscitado con Anna. Yo hubiera sido más atrevido: habría subrayado la fuerza regeneradora del amor, sobre todo del Amor de Dios; y no habría hecho depender la fidelidad de Schäfer casi casi de las circunstancias externas.

Pero todo cuadro necesita luces y sombras. Y “El Padre Elías”, en su conjunto, es un buen testimonio de la victoria de la luz. Es una obra de ficción, no un estudio teológico o un tratado de espiritualidad. Sin embargo, O’ Brien ha conseguido con su novela -y le felicito por ello- mostrar algunas convicciones del cristiano, que me parecen de gran actualidad.

Señalo tres, sirviéndome de autores que, en sus textos, consiguen expresarlas con fuerza y belleza:

  • “La cultura de la Eucaristía promueve una cultura del diálogo, que en ella encuentra fuerza y alimento. Se equivoca quien cree que la referencia pública a la fe menoscaba la justa autonomía del Estado y de las instituciones civiles, o que puede incluso fomentar actitudes de intolerancia” (2).
  • “No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y, ¿qué puede salvarnos, si no es el amor?” (3).
  • “El Señor necesita almas recias y audaces, que no pacten con la mediocridad y penetren con paso seguro en todos los ambientes” (4).

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Notas:

(1) Conc. Vaticano II, Gaudium et Spes, 37,2

(2) Juan Pablo II, Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine, 26

(3) Benedicto XVI, Homilía 20.VIII.2005

(4) San Josemaría Escrivá de Balaguer, Surco, 416

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