23 noviembre 2006

LA REVUELTA CONTRA LA BIOLOGÍA: FORZAR LOS LÍMITES DE LA NATURALEZA HUMANA

[Carlos Rubbia es un investigador del CERN (Centre Européen pour la Recherche Nucléaire) que, como se sabe, es el laboratorio de investigación en Física de partículas más importante del mundo. Obtuvo el Premio Nobel de Física en 1984 -junto con Simon Vendermeer- por el descubrimiento de los bosones W y Z.

El Profesor Rubbia se muestra contrario a la clonación y esto porque «hay principios fundamentales que la ciencia debe respetar».

Como físico nuclear, Rubbia asegura conocer demasiado bien «el contraste entre la belleza del descubrimiento y la preocupación por sus consecuencias». Ha sucedido con la energía nuclear y está sucediendo con la ingeniería genética.

La investigación científica -sostiene el premio Nobel- debe por tanto usar «el acelerador con sentido común», tomarse «el tiempo para reflexionar» y no dejarse contagiar por la sociedad actual «superficial y arrogante».

En esa línea de reflexión serena y profunda sobre la investigación científica y los límites de la naturaleza humana se mueve el artículo del periodista Ignacio Aréchaga que reproducimos ahora, publicado en Aceprensa (04-10-2006), nº 103/06.

Anotamos algunas pinceladas del texto:

  • "Paradójicamente, una sociedad cada vez más consciente del peligro de no respetar los ecosistemas, parece pensar que la naturaleza humana es totalmente maleable, pues en el fondo nada sería natural en el hombre."
  • "La procreación asistida, que empezó como el remedio para que una pareja superara un problema de infertilidad, ha ido acogiendo deseos que ya no tratan de imitar la naturaleza sino de forzar sus límites."
  • "Basta pensar en esas madres postmenopáusicas que gracias a la FIVET satisfacen su deseo de tener hijos a una edad más propia de ser abuelas. El récord conocido lo tiene Adriana Illescu, una profesora rumana jubilada, soltera, que en enero de 2005 dio a luz a la edad de 67 años, con óvulos y semen donados y tras nueve años de tratamientos de fertilidad. Todo un 'ensañamiento procreativo'."
  • "... la perspectiva adoptada por la ideología de género. Más allá de las obvias diferencias biológicas, las diferencias entre hombres y mujeres serían puramente convencionales, una mera construcción social, que habría que 'deconstruir' para liberar a la mujer."
  • "No se trata solo de romper con la diferenciación entre profesiones masculinas y femeninas. También los roles familiares específicos de padre y madre deberían ser revisados para que no haya diferencias en el seno de la familia. Y es que no existirían propiamente dos sexos, sino variadas orientaciones sexuales. Se comprende que para la 'perspectiva de género' la naturaleza estorba."
  • "El objetivo sería 'liberar al hombre de su biología', según diagnosticaba el [entonces] cardenal Joseph Ratzinger [ahora convertido en Benedicto XVI]: "Ya no se admite que la naturaleza tenga algo que decir; es mejor que el hombre pueda modelarse a su gusto (...) Todo esto, en el fondo, disimula una insurrección del hombre contra los límites que lleva consigo en cuanto ser biológico. Se opone, en último extremo, a ser criatura. El hombre tiene que ser su propio creador, versión moderna de aquel ‘seréis como dioses’." (Peter Seewald, "La sal de la tierra", Palabra, Madrid, 1997, pág. 142)
  • Concluye Aréchaga: "Por ahora, no parece que el resultado sea el paraíso en la tierra."]


#349 Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia

por Ignacio Aréchaga

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El adjetivo "natural" está bien para la jalea real, las leches limpiadoras o las plantas medicinales. Pero es palabra tabú en lo que se refiere al ser humano. Unas normas éticas basadas en la naturaleza humana despiertan inmediatamente la sospecha en una sociedad que ha hecho bandera de la liberación. Pero incluso la idea de un "canon" biológico de lo que es un ser humano resulta hoy discutible.

El elogio de la diversidad y el respeto a las diferencias son rasgos característicos de la cultura actual. Esta tendencia subraya positivamente la intrínseca dignidad de la persona humana y la igualdad de derechos. El problema surge cuando para asegurar la igualdad de trato se niega la misma noción de normalidad. ¿La carencia de algún atributo biológico característico de la especie humana es una enfermedad o solo una diferencia?

AUTISMO: ¿NADA QUE CURAR?

El autismo siempre se ha considerado una patología neurológica. Sus rasgos más característicos son dificultades en las formas de comunicación, manifestadas en el tono de voz, en la expresión facial e incluso en el lenguaje hablado, en la resistencia a establecer contacto visual, el apego a pautas estereotipadas de conducta, las explosiones de irritación. Los padres que tienen un hijo con este trastorno buscan ayudarle a través de una terapia conductual intensiva y la asistencia a escuelas especiales.

Sin embargo, autistas adultos, que se consideran oprimidos por los que quieren curarles, forman hoy un movimiento activista que propugna que se respete su peculiar modo de ser. "Necesitamos que se nos acepte como somos", dice Joe Mele ("International Herald Tribune", 21-12-2004). "No tenemos una enfermedad, y por lo tanto no podemos ser curados. Simplemente este es nuestro modo de ser".

Si uno entra en la web de www.neurodiversity.com puede hacerse cargo de esta postura. Los enemigos del enfoque terapéutico consideran el autismo como una forma alternativa de conexión neuronal, con sus ventajas y sus inconvenientes, pero no un trastorno psíquico. Entre las ventajas estaría la capacidad para desarrollar una gran habilidad en un campo de interés que les apasione, por su obsesiva atención a los detalles. De hecho, lo primero que uno se encuentra en esa web es una galería de personajes célebres a los que se atribuye la condición de autistas, desde el filósofo Ludwig Wittgenstein al pianista Glenn Gould, o científicos como el matemático Alan Turing o el químico del siglo XVIII Henry Cavendish, descubridor del hidrógeno.

Este movimiento causa consternación en muchos padres de niños autistas, que lo que encuentran en sus hijos no son rasgos extraordinarios de genios de la ciencia o virtuosos del piano. Kit Weintraub, madre de dos hijos autistas y autora del ensayo "A Mother's Perspective", no tiene dudas: "Ser autista no es más normal que tener espina bífida".

¿DISCAPACIDAD O IDENTIDAD?

La idea de que la carencia de una capacidad humana, como el sentido del oído, es una enfermedad se encuentra cada vez más discutida por parte de aquellos sordos que consideran su situación como una identidad cultural, distinta pero no inferior a la de los oyentes.

El distinto enfoque se ha manifestado en la polémica, dentro de la propia comunidad de sordos, respecto al implante coclear, dispositivo electrónico que permite recuperar parcialmente la audición a sordos profundos. Estos dispositivos (un electrodo puesto en el oído interno y un aparato externo con micrófono y procesador electrónico) han dado resultados especialmente satisfactorios en los niños a los que son implantados a edad temprana y en los adultos que han perdido la audición después de haber adquirido el lenguaje.

El objeto del debate no es si el implante resulta más o menos eficaz. Lo que se discute es la necesidad de corregir la sordera.

A favor están los padres de niños sordos que quieren que sus hijos aprendan a oír y a hablar, y que puedan comunicarse con ellos sin limitarse al lenguaje de signos. Es el caso, en España, de la Federación de Amigos y Padres de Sordos (FIAPAS), que apoya el implante. Y, según el testimonio de sordos que se han sometido a esta intervención (más de 3.600 en los últimos veinte años), el implante ha mejorado su comunicación.

En cambio, dentro de la Confederación Nacional de Sordos de España (CNSE), hay una postura mucho más reticente. Es la sociedad la que debe adaptarse a las diferencias de sus miembros, y no al revés. Según Felisa Pino López, vocal responsable de Información: "Ningún ser humano tiene capacidad para todo, y una sociedad respetuosa con los derechos humanos de sus miembros debe articular las medidas sociales necesarias para que los individuos y los grupos puedan desarrollarse plenamente en su diversidad, sin la obligación de adaptarse a una norma" ("El País", 17-01-2005).

Frente a la afirmación de que el implante coclear mejora la calidad de vida de los sordos, responde que "el concepto de calidad de vida suele definirse desde el punto de vista de la mayoría social, de la 'normalización' (ajuste a la norma), sin tener en cuenta diferentes escalas de valores y diferentes modos de vida de las personas y de las colectividades".

¿Escuchar la música de Mozart o el canto de los pájaros es solo un ajuste a la norma o tiene en sí mismo un valor que eleva la calidad de vida? Quizá lo que suscita las reservas de la CNSE hacia los implantes es la idea de que al sordo le falta algo, y que es preciso acercarle a la comunidad oyente. "Las comunidades de personas sordas han dado como respuesta a la sordera las lenguas de signos, que contribuyen a la diversidad cultural humana, y constituyen una forma propia de percibir y vivir el mundo, plenamente satisfactoria para sus miembros", explica Felisa Pino.

SORDERA DE ENCARGO

La convicción de que ser sordo es tan normal como ser oyente está también en el origen de un caso que creó mucha controversia en EE.UU. en 2002 ("The Washington Post Magazine", 31-03-2002). Sharon Duquesnau y Candace McCullough, una pareja de lesbianas sordas de Washington, querían tener por inseminación artificial un hijo también sordo. Para aumentar la probabilidad de que así fuera, Sharon utilizó el semen de otro sordo, y consiguió que su hijo naciera sin audición.

Recibieron no pocas críticas, también de algunos sordos, que les reprochaban que era inmoral imponer voluntariamente al niño una minusvalía. Pero la pareja de lesbianas sordas veía las cosas de otro modo. "La sordera constituye otra forma de normalidad, distinta de otras normalidades pero no inferior", decía McCullough. Desde hace algunas décadas, muchos miembros de la comunidad sorda han sido estimulados con la idea de que la sordera no es una minusvalía, sino una identidad cultural.

La pareja decía que habría aceptado a un bebé que oyera. Pero pensaban que serían mejores madres si el niño era sordo, pues compartirían la misma cultura y la misma experiencia de vida, y se moverían en la misma comunidad de sordos. Un hijo sordo permite que la comunidad familiar sea más homogénea, decían. Pero, si la sociedad se enriquece con la diversidad, ¿no sería enriquecedor para su familia un hijo distinto, que oyera? En cualquier caso, ellas ya habían decidido que el niño no necesitaba oír, como tampoco necesitaba un padre.

UN HIJO COMO YO

Cada vez más, la fecundación "in vitro", combinada con el diagnóstico preimplantacional, se utiliza para evitar que nazcan niños que tienen el riesgo de alguna anomalía genética. Y si unos padres oyentes pueden recurrir a estas técnicas para evitar tener un hijo sordo, ¿unos padres sordos no podrían utilizarlas para seleccionar un hijo sordo?

Se lo planteaba un artículo publicado en "Nature" (20-10-2004), a raíz de la autorización dada por la Infertility Treatment Authority de Australia para utilizar el diagnóstico a una pareja que quería evitar tener un hijo sordo, cuya probabilidad era de un 25%. En cambio, según explicaba Helen Szoke, directora del organismo, recurrir al diagnóstico para tener un hijo sordo no les parecía admisible: "Nuestra política es que el procedimiento solo debe ser usado para evitar una anomalía genética". Pero un estudio internacional entre 2.906 genetistas de 36 países reveló actitudes variadas: en Noruega ninguno estaría dispuesto a hacer un test genético para favorecer el nacimiento de un niño sordo; pero en EE.UU., Rusia, Italia o Israel, más de un tercio dijo que sí. (D.C. Wertz y otros, "Am. J. Bioeth." 2 W21, 2002).

Cuando el hijo ya no se recibe como un don sino como un encargo, los deseos del cliente pasan al primer plano.

LOS DESEOS DEL CLIENTE

La procreación asistida, que empezó como el remedio para que una pareja superara un problema de infertilidad, ha ido acogiendo deseos que ya no tratan de imitar la naturaleza sino de forzar sus límites.

Basta pensar en esas madres postmenopáusicas que gracias a la FIVET satisfacen su deseo de tener hijos a una edad más propia de ser abuelas. El récord conocido lo tiene Adriana Illescu, una profesora rumana jubilada, soltera, que en enero de 2005 dio a luz a la edad de 67 años, con óvulos y semen donados y tras nueve años de tratamientos de fertilidad. Todo un "ensañamiento procreativo".

En España la ley no marca ningún límite de edad, lo que ha permitido que una española con los 60 cumplidos alumbrara a un niño tras someterse a un tratamiento de fertilidad. La mayoría de las clínicas de reproducción asistida dicen que no suelen aceptar a mujeres de más de 50 años, por los riesgos de la maternidad tardía para la madre y el feto. Pero los datos de 2002 indican que hay un centenar de nacimientos de madres de más de 48 años y 35 de más de 50.

El aumento de la esperanza de vida de la mujer hasta más de 80 años es uno de los motivos aducidos por las clínicas para aceptar a mujeres mayores. Si una mujer es madre a los 50, aún le quedan treinta años para ocuparse de su hijo, dicen. Pero lo que la fecundación "in vitro" no puede recuperar es la energía vital de una madre antes de la menopausia, lo cual influirá en el modo de criar a su hijo; ni tampoco conviene perder de vista que cuando su hijo esté en edad de casarse, tendrá que afrontar el problema añadido de cuidar a su madre octogenaria, que además suele ser una mujer sola.

PADRES GAYS, MADRES DE ALQUILER

Puestos a forzar los límites de la naturaleza, algunos gays están realizando sus deseos de paternidad, recurriendo a una donante de óvulos y a una madre de alquiler. En Estados Unidos, donde pocos estados han regulado la maternidad de alquiler, no hay más límite que los 100.000 dólares que puede costar el proceso. Diane S. Hinston, fundadora de Creative Family Connections, una firma jurídica dedicada a poner en contacto a los que quieren ser padres y a las madres de alquiler, no ve ningún reparo: "Creo en las familias no tradicionales. Pienso que las familias tienen todas las formas y tamaños" ("The Washington Post", 18-01-2005).

En España la maternidad de alquiler es ilegal, conforme a la ley de reproducción asistida recién aprobada, pero algo empieza a moverse. Un editorial de "El País" (3-08-2006) iba en esta línea de blanquear lo que hasta hace poco sonaba extraño. "La expresión "madres de alquiler" se empleaba hasta hace poco con ánimo denigratorio. Ahora el fenómeno se anuncia por Internet y ha perdido su condición aberrante, aunque siga siendo ilegal en la mayoría de los países". Da la impresión de que si algo se anuncia por Internet cobra visos de normalidad.

Para terminar señala que hay países con legislación más permisiva, lo que "está provocando un tráfico creciente y complicado. La experiencia indica que cuando esto ocurre la realidad obliga a flexibilizar la norma para adaptarla a situaciones como las derivadas de los nuevos modelos de familia, como los homoparentales". Si antes se trataba de defender el derecho de los gays a adoptar, ahora parece oportuno favorecer que puedan crearse una familia a golpe de talonario.

CAMBIO DE SEXO

Si hay alguien empeñado en forzar la mano a la naturaleza es el transexual, que no se reconoce en su sexo biológico. En España, una vez admitido el "matrimonio" entre personas del mismo sexo, son los transexuales los que han pasado a un primer plano como minoría marginada que reclama su normalización.

Es llamativa la desproporcionada presencia mediática de este colectivo en los últimos tiempos. La Sociedad Española de Endocrinología estima que en el país entre 2.000 y 3.000 personas sufren trastornos de identidad de género. Sin embargo, según las informaciones de prensa, hay no menos de siete asociaciones de transexuales, y en el PSOE existe incluso un Área Transexual, a cargo de una activista transexual, por supuesto.

Para dar satisfacción a sus reivindicaciones, el gobierno de Rodríguez Zapatero ha aprobado el anteproyecto de ley que regulará el cambio de sexo y de nombre de estas personas en el Registro Civil. Según fuentes del PSOE, se trata de la ley "más avanzada del mundo", que es lo que suele decirse cuando se trata de algo que no hace nadie. La exposición de motivos explica que la finalidad de la ley es "garantizar el libre desarrollo de la personalidad y la dignidad de las personas cuya identidad de género no se corresponde con el sexo con el que inicialmente fueron inscritas". Dicho así, parece como si todo el problema fuera un error del funcionario en el momento de la inscripción, cuando lo que ocurre es que el género con el que ellos/ellas se identifican no está de acuerdo con su sexo biológico. Y lo decisivo también aquí no es la biología sino lo que el interesado "siente".

Para acordar la rectificación de sexo y nombre en el Registro, se exige que al solicitante se le haya diagnosticado un trastorno (disforia) de género y que haya sido tratado médicamente durante al menos dos años para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado. En cambio, no se exige que el tratamiento haya incluido cirugía de reasignación sexual (modificación de los genitales). En esto coincide con la ley de Reconocimiento de Género que aprobó el Parlamento británico en 2004.

Por otra parte, hay psiquiatras que piensan que una operación de cambio de sexo no es la respuesta a los problemas de identidad de género. El Dr. Richard Fitzgibbons, que con treinta años de experiencia clínica dirige el equipo del Institute for Marital Healing, explica el malestar de estas personas: "Su tristeza y falta de aceptación por compañeros o por un padre les lleva a pensar que podrán huir de su dolor emocional y encontrar más felicidad, aceptación y confianza siendo del otro sexo". Pero el sexo cromosómico es inmutable: "Cada célula del cuerpo de una persona contiene los cromosomas que lo identifican como varón o mujer. No es solo una cuestión de diferencia de genitales. Antes del nacimiento las hormonas prenatales modelan los cerebros de los niños de un modo diferente al de las niñas. La cirugía y los tratamientos hormonales pueden crear la apariencia de un cuerpo masculino o femenino, pero no pueden cambiar la realidad que subyace. No es posible cambiar el sexo de una persona" (www.mercatornet.com, 14-10-2005).

Así que no cabe excluir que, tras la intervención médica, tampoco se sientan satisfechos en su nueva condición. La ley española, que no exige cirugía de reasignación sexual, podría dar lugar incluso a sexos de ida y vuelta, ya que en ningún lado se dice que solo se puede cambiar una vez. Esta sería la situación más ventajosa para los que creen que el sexo biológico es un mero accidente que puede modificarse conforme al género elegido, a su vez cambiante.

EL GÉNERO SE CONSTRUYE

Esta es la perspectiva adoptada por la ideología de género. Más allá de las obvias diferencias biológicas, las diferencias entre hombres y mujeres serían puramente convencionales, una mera construcción social, que habría que "deconstruir" para liberar a la mujer.

No se trata solo de romper con la diferenciación entre profesiones masculinas y femeninas. También los roles familiares específicos de padre y madre deberían ser revisados para que no haya diferencias en el seno de la familia. Y es que no existirían propiamente dos sexos, sino variadas orientaciones sexuales. Se comprende que para la "perspectiva de género" la naturaleza estorba.

Así, Judith Butler, teórica americana de los estudios sobre gays y lesbianas, se desmarca del feminismo centrado sobre la noción de mujer, que a su juicio no deja suficiente espacio a las diferentes identidades lesbianas. "Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia, "hombre" y "masculino" podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; "mujer" y "femenino", tanto un cuerpo masculino como uno femenino", escribe en "Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity" (Routlegde, Nueva York, 1990).

Butler piensa que nuestras sociedades producen códigos implícitos de conducta, que aseguran el predominio de lo masculino y de lo heterosexual.

Por eso, las prácticas sexuales minoritarias deben servir para subvertir la norma y mostrar que no hay que dar por supuesta la heterosexualidad. Su idea es que la sexualidad puede evolucionar a lo largo de toda la vida, por lo que nada debe ser fijo. El género, como un artificio, se construye.

Según su última identidad conocida, Butler es lesbiana y educa a un hijo con su compañera, que tuvo el niño por inseminación artificial.

RECHAZO A SER CRIATURA

Paradójicamente, una sociedad cada vez más consciente del peligro de no respetar los ecosistemas, parece pensar que la naturaleza humana es totalmente maleable, pues en el fondo nada sería natural en el hombre.

El objetivo sería "liberar al hombre de su biología", según diagnosticaba el cardenal Joseph Ratzinger: "Ya no se admite que la naturaleza tenga algo que decir; es mejor que el hombre pueda modelarse a su gusto (...) Todo esto, en el fondo, disimula una insurrección del hombre contra los límites que lleva consigo en cuanto ser biológico. Se opone, en último extremo, a ser criatura. El hombre tiene que ser su propio creador, versión moderna de aquel ‘seréis como dioses’" (Peter Seewald, "La sal de la tierra", Palabra, Madrid, 1997, pág. 142).

Por ahora, no parece que el resultado sea el paraíso en la tierra.

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