06 junio 2006

CUIDADOS PALIATIVOS: ATENCIÓN ESPECÍFICA PARA ENFERMOS TERMINALES, MEDICINA AVANZADA PARA EL FINAL DE LA VIDA


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#320 Vita Categoria-Eutanasia y Aborto


por Carlos Centeno
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CONCEPTO DE CUIDADOS PALIATIVOS

La expresión Cuidados Paliativos se aplica a un modo especial de cuidar diseñado para proporcionar ayuda especializada a los pacientes y sus familias en las fases finales de una enfermedad terminal. Los cuidados paliativos procuran conseguir que los pacientes dispongan de los días que les resten conscientes y libres de dolor, con los síntomas bajo control, de tal modo que los últimos días puedan discurrir con dignidad, en su casa o en un ambiente lo más familiar posible, rodeados de la gente que les quiere [1].

Este modo de cuidar, los Cuidados Paliativos, ni aceleran ni detienen el proceso de morir. No prolongan la vida y tampoco aceleran la muerte. Los que trabajan en cuidados paliativos pretenden acompañar al paciente y a la familia, aportando conocimientos especializados de cuidados médicos y psicológicos, y procurando la ayuda emocional y espiritual durante la fase terminal, en un entorno que incluye el hogar, la familia y los amigos.

Esta es la filosofía de los cuidados paliativos que comenzó en Londres en la década de los sesenta y que rápidamente se fue extendiendo, primero por el mundo anglosajón, y luego por Europa y otros países.

Los cuidados paliativos recuperan la forma más profunda de comprender y atender al paciente terminal que late en la medicina. Son respuesta al descontento de los profesionales y de la sociedad que estaban ignorando necesidades claves de alivio del sufrimiento para el enfermo avanzado e incurable y para su familia. Necesidades que habían quedado escondidas quizá detrás de la búsqueda de progreso científico y de los avances técnicos que la medicina ha experimentado en el Siglo XX.

Los cuidados paliativos comienzan en Londres, a finales de la década de los 60, cuando la Dra. Cicely Saunders promueve un primer centro médico dedicado a la atención de enfermos terminales que marcará la referencia a imitar para todo el mundo. En sus orígenes es patente la entraña profundamente cristiana de los cuidados paliativos. Así se explica en el acta fundacional de este primer centro de paliativos:

"El St. Christopher's Hospice está basado en la fe cristiana en Dios, a través de Cristo. Su objetivo es expresar el amor de Dios a todo el que llega, y de todas las maneras posibles; en la destreza de la enfermería y los cuidados médicos, en el uso de todos los conocimientos científicos para aliviar el sufrimiento y malestar, en la simpatía y entendimiento personal, con respeto a la dignidad de cada persona como hombre que es, apreciada por Dios y por los hombres. Sin barreras de raza, color, clase o credo.”

La denominación cuidados paliativos o medicina paliativa viene a reemplazar al concepto Hospice de la tradición anglosajona. El término cuidados paliativos es más universal, menos ligado a un entorno cultural y permite referirse a todo tipo de programas [2]. De hecho, en el resto de los países europeos éste es el término que se está empleando en la actualidad.

Así se refiere la OMS a los cuidados paliativos:

Los Cuidados Paliativos son un modo de abordar la enfermedad avanzada e incurable que pretende mejorar la calidad de vida tanto de los pacientes que afrontan una enfermedad como de sus familias, mediante la prevención y el alivio del sufrimiento a través de un diagnóstico precoz, una evaluación adecuada y el oportuno tratamiento del dolor y de otros problemas tanto físicos como psicosociales y espirituales.

Los Cuidados Paliativos:
  • proporcionan alivio al dolor y a otros síntomas;
  • defienden la vida (son “vitalistas”) pero contemplan la muerte como un proceso natural;
  • no intentan acelerar ni posponer el fallecimiento;
  • incorporan los aspectos psicológico y espiritual en la atención al paciente;
  • proporcionan un apoyo para ayudar a los pacientes a mantener hasta el fallecimiento, dentro de sus limitaciones, el mayor nivel de actividad;
  • ofrecen su ayudan a la familia a lo largo del proceso de la enfermedad y, luego, en el duelo;
  • trabajan en equipo para resolver el conjunto de necesidades del paciente y de sus familiares incluido, cuando es preciso, el apoyo en el duelo;
  • no sólo pretenden mejorar la calidad de vida, sino que pueden influir también de manera positiva en el curso de la enfermedad;
  • se pueden aplicar de manera temprana en la evolución de la enfermedad asociados a otros tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia, dirigidos a prolongar la supervivencia, y abarcan también los estudios encaminados a comprender y a tratar de manera más adecuada las complicaciones que puedan afectar al paciente.

CARACTERISTICAS Y OBJETIVOS DE LOS PROGRAMAS ASISTENCIALES DE CUIDADOS PALIATIVOS

Algunos entienden los cuidados paliativos como una nueva filosofía, un nuevo modo-de-hacer en medicina. Realmente, la novedad existe sólo en un sentido relativo. Muchos profesionales de la medicina siempre, también en los últimos tiempos, han actuado de acuerdo con ese proceder. Los cuidados paliativos representan una novedad sólo a nivel institucional. Es decir, supone novedad desde el momento en el que han surgido y se han desarrollado iniciativas o políticas sanitarias, programas específicos, equipos especializados, hospitales, unidades, etc.

Las características peculiares del sistema de cuidados paliativos, que le diferencian del sistema tradicional de atención al enfermo en situación terminal, serían las siguientes:

En este tipo de asistencia la unidad de cuidado está constituida por el paciente más la familia. Es esencial incluir a la familia completa para conseguir que la atención al paciente sea la mejor posible.

El equipo de asistencia es multidisciplinar: médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, asistentes pastorales y personal voluntario.

Por la situación terminal de enfermedad en la que se encuentran los pacientes que reciben cuidados paliativos, los tratamientos empleados frente al dolor y demás síntomas físicos serán principalmente de intención paliativa. Además, el equipo debe proporcionar el soporte necesario para vencer el estrés psicosocial y aminorar las preocupaciones que afectan a la familia y a la mayoría de los pacientes.

Casi por definición, por su carácter interdisciplinar y por estar centrada en el paciente, la medicina paliativa es integradora y no supone una exclusión de otros especialistas ni de tratamientos activos que tengan la misma intención paliativa y miren primordialmente por el bienestar del paciente. Por subrayar la novedad o diferencia de los cuidados paliativos en los comienzos, esta característica integradora ha podido no estar patente. Modernamente, reflejando el mayor interés en las especialidades relacionadas, especialmente en Geriatría y Oncología, la medicina paliativa se ha incluido en ellas con denominaciones más amplias como “cuidados al final de la vida” o “cuidados continuados en oncología”.

Los cuidados paliativos suponen donde se implantan un cierto cambio estructural para proporcionar garantías de asistencia paliativa al enfermo terminal en el momento y también en el lugar que se necesite, y con las características habituales en cuidados paliativos: atención global por un equipo interdisciplinar y que siempre incluya a la familia.




Tabla 1


Los objetivos de cualquier programa de cuidados paliativos son:

1. Control de síntomas; de forma particular el dolor. En un programa de cuidados paliativos los síntomas son el primer objetivo en una estrategia terapéutica, pero no el único, ni con frecuencia, el objetivo más difícil de conseguir. En cualquier caso los profesionales han de ser expertos en control sintomático ya que es frecuente que estos pacientes tengan síntomas múltiples e intensos, multifactoriales y muy cambiantes. Por ejemplo, dolor, dificultad respiratoria severa, náuseas y vómitos, depresión, heridas que no cicatrizan bien, etc.

2. Prestar a los pacientes una atención personalizada e integral que abarque todos las esferas afectadas por la enfermedad: aspectos psicoemocionales, comunicación, información, asistencia espiritual, con participación activa del enfermo).

3. Servir de soporte a la familia y facilitar al paciente la relación y la comunicación dentro de su medio familiar. El programa de paliativos debe contar con recursos suficientes para atender las necesidades o problemas sociales del enfermo y la familia

4. Mantener a los profesionales que realizan el trabajo de cuidar al moribundo en condiciones óptimas, evitando el desgaste emocional y otras repercusiones psicológicas negativas.



Tabla 2

DISTINTOS TIPOS DE PROGRAMAS DE CUIDADOS PALIATIVOS

Manteniendo la filosofía de los cuidados paliativos y según las peculiares características de cada cultura, se han desarrollado diversos modelos de asistencia. Hay que insistir en que no son excluyentes entre sí y que, en la mayoría de los casos, representan actuaciones complementarias. Los principales serían los siguientes:

Centros Monográficos u Hospices: centros dedicados exclusivamente al cuidado de enfermos en situación terminal. Un Hospice tiene características peculiares que le diferencian de otros hospitales: horarios ininterrumpidos de visitas, tolerancia para permitir visitas de familiares de poca edad o incluso animales domésticos, decoración cálida y distribución apropiada de las habitaciones, etc. Los Hospices se han desarrollado principalmente en Gran Bretaña.

Unidades de Cuidados Paliativos en Hospitales. Puede tratarse de equipos especializados en cuidados paliativos que, sin poseer camas propias, actúan por todo el hospital. En algunos centros se han denominado Equipos de Soporte Hospitalario o Unidad Funcional Interdisciplinar Hospitalaria. En otros casos, sí se constituyen como sección independiente con un determinado número de camas y zona de hospitalización separada. El primer modelo, las llamadas Unidades Funcionales, se adoptan cada vez en más hospitales de enfermos agudos dentro de los servicios de Oncología. Está demostrado que son una excelente forma de desarrollo inicial de los programas de paliativos, obteniendo en poco tiempo importantes resultados en cuanto a aumento de la calidad de asistencia y mejor utilización de recursos (estancias hospitalarias, consultas a Urgencias, fallecimientos en domicilio, etc). En algunos hospitales oncológicos se prefiere contar con el segundo modelo, o sea, con una Unidad o Servicio de Cuidados Paliativos con una estructura física propia. Lógicamente un importante número de Unidades de Paliativos se sitúan en centros socio-sanitarios y hospitales de media o larga estancia.

Equipos de Cuidados Domiciliarios o de Soporte de Atención Primaria: en muchos casos suponen el complemento o continuación de los cuidados recibidos en un Hospice, un Hospital General o una Unidad de Cuidados Paliativos. En el marco de un sistema público de salud siempre son equipos en estrecha conexión con el médico de familia o de la Atención Primaria. En Estados Unidos se han desarrollado extensamente, partiendo en muchos casos de iniciativas privadas. En Gran Bretaña y España se han desarrollado gracias especialmente al empuje inicial de Organizaciones No Gubernamentales. Estos equipos pueden ser específicos y atender solo enfermos avanzados y terminales o atender también enfermos con patologías que les permitan vivir en sus domicilios, como los pacientes ancianos con enfermedades crónicas o pacientes encamados por diversos motivos.

Centros de Día de Cuidados Paliativos: son unidades de atención al paciente en situación terminal, ubicadas generalmente en un hospital o en un Hospice, a las que el paciente acude durante un día para evaluación o para recibir un tratamiento o cuidado concreto. Regresa en el mismo día a su domicilio. Se han desarrollado de un modo particular en Inglaterra. El enfermo acude durante unas horas, una o dos veces por semana y además de la consulta con el especialista y también con cualquier otro miembro del equipo de cuidados, ese mismo día puede ser atendido por el psicólogo, el sacerdote, el fisioterapeuta… o participar en algunas de las terapias ocupacionales disponibles. También se realizan ajustes de tratamiento o tratamientos más invasivos para el control de los síntomas, si se necesita (drenaje de líquidos acumulados, transfusión, terapias por vía parenteral, etc).

Sistemas integrales: Cuando todos los posibles niveles de asistencia están dotados con recursos específicos para cuidados paliativos y coordinados, hablamos de sistemas integrales. El médico de familia sigue siendo siempre el responsable de la asistencia de cada paciente, pero cuenta con un equipo de ayuda en el domicilio en caso de necesidad o para trabajar coordinadamente. De esta manera la mayor parte de los pacientes terminales podrán ser atendidos habitualmente en su domicilio. Cuando sea necesaria la hospitalización por sobrevenir un problema social o por precisar asistencia continuada, un equipo de un centro socio-sanitario podrá autorizar el ingreso del enfermo. Es la solución más adecuada y en nuestro país existen ya varias comunidades que desarrollan sistemas integrales.





Tabla 3


ELEMENTOS ÉTICOS EN LA MEDICINA PALIATIVA

"Ni la obstinación terapéutica ni el abandono terapéutico son respuestas éticas a la situación terminal. Sí lo es, en cambio, la Medicina Paliativa. Al médico se le plantea, en cada encuentro con los pacientes incurables, una cuestión previa: la de reconocer, detrás de aquella apariencia dolorida o degradada, toda la dignidad de un hombre. La enfermedad terminal tiende a eclipsar la dignidad, a destruirla. La salud confiere, en cierto modo, la capacidad de alcanzar una humanidad plena; por el contrario, sufrir una enfermedad incurable supone, de mil modos diferentes, una limitación terrible de la capacidad de llegar a ser, o de seguir siendo, plenamente hombre. Porque una enfermedad seria o incapacitante, y mucho más si es terminal, no consiste sólo en graves y críticos trastornos musculares o celulares: constituye también y principalmente, una amenaza a la integridad personal, que pone a prueba al enfermo en cuanto hombre. El buen médico no puede olvidarse de esto cuando está con sus enfermos y los atiende" [3]. Por todo ello los cuidados paliativos son un verdadero ejercicio de ciencia y humanidad.

Evidentemente, ante un enfermo en situación terminal, cabe reaccionar con respuestas diferentes a la Medicina Paliativa. Cuando no se sabe bien cómo ayudarle, o cuando sólo se ve la perspectiva de la muerte segura del enfermo sin considerarlo digno de ayuda en su último tramo de vida –“no merece la pena”, se escucha a veces-, se puede optar por abandonar al paciente: es el nihilismo terapéutico; esto puede ocurrirles a algunos profesionales que no están debidamente formados o entrenados para atender a pacientes en una situación tan compleja como es la fase terminal. Otros ven en la eutanasia o el suicido asistido la única salida para esa situación; pero es una “solución” sólo aparente y poco creativa porque -más que resolver un problema- se opta por eliminar al que lo padece. Y, por último, hay quienes consideran la muerte como un fracaso propio o de la Medicina, en lugar de admitirla como algo natural cuando ya es irremediable; estos pueden caer fácilmente en el abuso de medios terapéuticos poco proporcionados o incluso en el ensañamiento terapéutico: son los que intentan retrasar la muerte a toda costa, con fármacos y otros medios técnicos a su alcance, sin considerar los nuevos sufrimientos añadidos que suponen para el enfermo o sin contar con su consentimiento ni con una causa que lo justifique.

Parece claro que en estas respuestas citadas, frente a la situación terminal, –aunque se quieran justificar con diversos argumentos-, hay elementos contrarios a la ética, porque no se ajustan a lo que de verdad necesitan esos enfermos y la ética nos habla precisamente del “deber ser”. La Medicina Paliativa reúne una serie de elementos éticos (“lo que debe hacerse”, “lo que es correcto en una situación”, “lo que está bien”...) que responden a las necesidades de los pacientes en la última etapa de su vida. Por eso, podemos afirmar que la Medicina Paliativa es una respuesta ética ante la situación terminal.

Vamos a analizar, a continuación, diez valores éticos que es posible encontrar en la Medicina Paliativa y que contribuyen a que sea la respuesta ética y por tanto la medicina indicada para la fase final de la vida.


1º) Protección de la debilidad

Uno de los primeros deberes bioéticos es la protección de la vida debilitada: ésta es la esencia de la Medicina. La razón de ser de los profesionales de la salud no es la atención médica de los sanos y fuertes, sino de los enfermos y débiles, que son quienes lo necesitan. El enfermo terminal pierde vigor, facultades, vida...: es el más débil. Por eso necesita del médico más y no tiene sentido que oiga la lamentable y manida frase “no hay nada que hacer”; porque sí hay mucho que hacer por él, aunque padezca una enfermedad incurable y le quede poco tiempo de vida. La Medicina Paliativa comprende que los débiles son importantes y se dedica a ellos, procurando prestarles una atención de verdadera calidad.

2º) Reconocimiento de la dignidad

La enfermedad provoca muchas veces un deterioro físico que tiende a eclipsar la dignidad. Hay enfermos que sufren enfermedades muy limitantes y pueden llegar a pensar que han perdido su dignidad; y lo mismo pueden considerar algunos de los que los contemplan.

Pero no es cierto que haya enfermedades tan degradantes que hagan perder la dignidad a quienes las padecen, de manera que ya no merezcan atención médica: la Medicina Paliativa escoge precisamente a esas personas y las considera tan merecedoras como nadie de unos cuidados ciertamente cualificados.

La Medicina Paliativa reconoce en la humanidad oculta de un enfermo terminal toda la dignidad de un hombre. La persona humana es siempre digna, aunque su salud y su organismo estén muy deteriorados. Su dignidad no depende de su estado de salud, de su vigor físico o de sus circunstancias, sino de su condición personal de ser humano irrepetible.

3º) Relación personal

La Medicina Paliativa pretende ser una medicina integral, que abarca a toda la persona y considera en el enfermo todas sus facetas y necesidades. No se limita sólo a atender sus síntomas físicos. En el enfermo en fase terminal, muchas veces pasan a primera línea los aspectos espirituales, psicológicos, sociales, etc. Y la Medicina Paliativa procura no perderlos de vista y prestarles una atención específica, con la intervención de los diversos miembros del equipo multidisciplinar que atiende a estos pacientes.

Como la relación establecida es de persona a persona, el respeto a la autonomía del enfermo es esencial para la Medicina Paliativa: hay que dar al paciente la posibilidad real de participar en todas las decisiones que le afecten. Y es importante adelantarse –con el debido tacto- para conocer su parecer respecto de situaciones que se pueden presentar a lo largo de su evolución, en momentos en los que quizá ya no sea competente para decidir. Su participación en la toma de decisiones también le ayudará a sentirse respetado como persona.

4º) La relación personal extendida a la familia

En la Medicina Paliativa no se busca ayudar sólo al enfermo: la familia pertenece también a la unidad de cuidado y así se contempla desde los comienzos en la década de los 60, entre los principios básicos de la disciplina. Se dedica tiempo a la familia, se identifican familiares de riesgo, se continúa la relación con la familia después del fallecimiento del paciente para facilitarles el duelo, etc. El profesional intenta identificar dónde está el sufrimiento –en cualquier miembro de la familia- y procura aliviarlo, con todos los medios a su alcance y facilitando la intervención de los miembros del equipo que sean necesarios.

5º) Veracidad

Una relación adecuada con el enfermo sólo puede estar basada en una comunicación veraz. Hay que evitar en todo momento engañar al enfermo, porque –aunque se actúe con la intención de ahorrarle sufrimientos- se le estaría ocasionando un gran daño: supondría negarle el derecho que tiene a saber la verdad en un momento clave de su vida, y quizá privarle de la posibilidad de poner sus asuntos en orden y de prepararse adecuadamente para su muerte; además, quedaría seriamente dañada la confianza y la lealtad que deben presidir la relación médico‑paciente. En medicina paliativa se respetan los deseos del enfermo respecto a qué quiere saber y se combate “la conspiración del silencio” que a veces se forma en torno al enfermo.

La información al paciente es un proceso paulatino, que lleva su tiempo y que se desarrolla en un determinado marco cultural. Es el enfermo quien tiene que marcar el ritmo de lo que desea saber. En cualquier caso, no basta con decir la verdad en su momento, sino que hay que dar esperanza y ayudar a asimilarla, sabiendo escuchar al enfermo sobre las dudas, incertidumbres, temores y preocupaciones que le asalten. Los médicos han de asumir que a veces un enfermo –por la ansiedad o la razón que sea- tiene dificultades para comprender lo que se le dice sobre su enfermedad y habrá que explicárselo varias veces.

6º) Disponibilidad de la asistencia

Se sabe que la inseguridad o la propia incertidumbre del proceso, del desenlace, del control de síntomas, reclama certezas, seguridad de atención, referencias claras de quién atenderá, quién es el responsable, a dónde acudir. Algo tan elemental como dejar anotado a la familia un teléfono de contacto para eventualidades resuelve muchos problemas. En Cuidados Paliativos se potencia la posibilidad de que la asistencia esté siempre disponible. También se potencian los sistemas integrales de cuidado, con recursos disponibles en todos los niveles asistenciales: domicilio, hospital, centro socio-sanitario. Se revaloriza la figura del equipo de referencia.

7º) Respeto y ayuda a los demás mediante el trabajo en equipo

El equipo multidisciplinar es un punto básico de la filosofía de los Cuidados Paliativos, porque es difícil que una sola persona sea capaz de abordar adecuadamente todas las necesidades que presentan los pacientes en la fase avanzada de la enfermedad.

Es, por tanto, garantía de calidad en la atención pues son más los profesionales que aportan coordinadamente sus conocimientos y sus habilidades a esa unidad de cuidado que constituyen el enfermo y su familia. Por otra parte, el equipo es el principal soporte de cada miembro ante el estrés y el desgaste –muchas veces notables- que conlleva la atención de estos enfermos en un estado tan crítico.

8º) Respeto a la vida y respeto a la muerte

Entre los objetivos de la Medicina Paliativa no se busca acortar la vida, sino todo lo que aporte alivio o control en los síntomas. Pero tampoco se busca prolongar la agonía; por eso, ante las complicaciones finales no se actúa con medios desproporcionados para la situación concreta de ese paciente y se le acompaña serenamente en el morir, asumiendo el curso inexorable de la enfermedad.

En esa fase final de la vida, se acepta la muerte a su tiempo y se la respeta como un proceso natural que es: en este sentido podríamos afirmar que la Medicina Paliativa es ecológica. Sabe que la aceptación de la muerte forma parte del respeto a la vida.

9º) Profesionalidad

A estas alturas del desarrollo de la Medicina Paliativa, se puede decir que, como disciplina, está muy bien consolidada. Al menos, en algunos países. Según los datos más recientes, en España trabajan más de 200 equipos específicos de Cuidados Paliativos. En ellos trabajan centenares de profesionales que en su mayoría se dedican exclusivamente a atender personas al final de sus vidas. La gran mayoría de estos profesionales han elegido deliberadamente esa orientación. Es un trabajo ejemplar desde muchos puntos de vista y por tanto muy respetable. Considerando la decisión de trabajar en cuidados paliativos en sí misma, no cabe duda de que la decisión de dedicar la vida profesional a cuidar enfermos terminales es una decisión, en muchos casos, con amplio contenido ético. También hemos de considerar el modo en que los equipos de cuidados paliativos atienden a los pacientes. Hablamos de equipos multidisciplinares, de atención integral, del cuidado de la familia, etc. Un cambio en el estándar de cuidado del que se benefician por extensión otras especialidades. Los cuidados paliativos suponen el cuidado total convertido en profesión.

10º) Actitud ante el dolor

La Doctora Cicely Saunders es famosa por iniciar en los 60 el movimiento Hospice y los Cuidados Paliativos. También por acuñar la idea de “dolor total”, el concepto de “sufrimiento total” si lo expresáramos más propiamente en castellano. La idea de fondo no puede ser más integralmente humana: cerca de la muerte, cuando alguien sufre, cuando un paciente tiene dolor, todo duele: sufre no una parte del cuerpo sino la persona. La respuesta de Saunders con la Medicina Paliativa es también excelente desde el punto de vista ético: habrá que atender a toda la persona. No se puede abordar el dolor al final de la vida sólo con analgésicos.


A MODO DE CONCLUSIÓN: LAS LIMITACIONES DE LA MEDICINA PALIATIVA

Hemos repasado los que podrían ser diez valores éticos que podemos identificar en los Cuidados Paliativos y que permiten decir que los Cuidados Paliativos son la respuesta ética de la medicina a la situación terminal.. Pero, ¿es la Medicina Paliativa la respuesta para todo en la situación terminal? Se debe contestar que no. Los Cuidados Paliativos no son una varita mágica que resuelve todos los problemas del final de la vida. Realmente, la Medicina Paliativa manifiesta una postura trascendente acerca del valor y dignidad de la persona, pero, como tal, no puede resolver ella misma los grandes interrogantes de la vida: el sentido del sufrimiento, el significado de un trayectoria vital, la muerte... La medicina paliativa no proporciona respuestas últimas. Aunque sí coloca a las personas en una posición idónea para plantearse cuestiones existenciales a las que cada uno debe intentar encontrar respuesta.

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REFERENCIAS:


[1] Hospice Fundation of América. What is Hospice?: www.hospicefoundation.org

[2] GOMEZ BATISTE-ALENTORN X, ROCA CASAS J, PORTA SALES J. Editorial. Boletín Informativo de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL): Cuidados Paliativos 1992; 0: 1-5

[3] HERRANZ G. El respeto médico a la vida terminal: las nuevas exigencias de la Medicina paliativa. Atlántida 1991; vol II, 5: 29-34.

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