19 mayo 2006

EL OTRO CÓDIGO: 'DA VINCI CODE' VERSUS 'DA SONY CODE'

[Hace pocos días (11-V-2006), en respuesta a unas declaraciones del director de la película 'El Código Da Vinci', Manuel Sánchez Hurtado, encargado de relaciones con la prensa internacional de la Oficina de información del Opus Dei en Roma, entregó un comunicado que decía:

«La prensa italiana ha publicado ayer algunas entrevistas a Ron Howard, director de la película Da Vinci Code. En las frases que se le atribuyen, Howard afirma que “negar el derecho de ver el film es un acto fascista”, y también que “decir a alguien que no vaya a ver la película es un acto de militancia y la militancia genera odio y violencia”. En esas entrevistas se menciona varias veces al Opus Dei. Las frases parecen referirse a las recientes declaraciones de algunas autoridades de la Iglesia.

Me atrevería a rogar a Ron Howard que mantenga la serenidad y se exprese con respeto.

No conviene perder de vista la realidad de la situación: esta película es ofensiva para los cristianos, Howard representa al agresor, y los católicos son víctima de una ofensa. No se puede quitar al agredido incluso el último derecho, el de expresar su punto de vista. No son las declaraciones de algunos eclesiásticos o la petición respetuosa del Opus Dei de incluir una advertencia al inicio del film de que se trata de un trabajo de ficción, las que generan violencia: son más bien los retratos odiosos, falsos e injustos, los que alimentan el odio.

En sus declaraciones, Howard repite también que es simplemente una película, una historia inventada, y que no hay que tomarla demasiado en serio. Pero no es posible negar la importancia del cine y de la literatura. La ficción influye en nuestro modo de ver el mundo, sobre todo entre los jóvenes. No es serio no tomársela en serio. Ciertamente, la creatividad artística necesita un clima de libertad, pero la libertad no se puede separar de la responsabilidad.

Imagine usted una película que cuente que Sony esta detrás de los atentados de las Torres Gemelas, que promovió porque quería desestabilizar los Estados Unidos. O bien una novela que revele que Sony pagó al pistolero que disparó al Papa en la Plaza de San Pedro en 1981, porque quería oponerse al liderazgo moral del Santo Padre. Son sólo historias inventadas. Supongo que Sony, una empresa respetable y seria, no estaría contenta de verse retratada de este modo en las pantallas, y que no se quedaría satisfecha con una respuesta del tipo: “no se preocupe, es sólo ficción, no hay que tomarla demasiado en serio, la libertad de expresión es sagrada”.

En todo caso, quienes han participado en el proyecto de la película no tienen motivos para preocuparse. Los cristianos no reaccionarán con odio ni violencia, sino con respeto y caridad, sin insultos ni amenazas. Pueden seguir calculando tranquilos el dinero que recaudará la película. Porque la libertad del beneficio económico parece la única libertad sagrada de verdad, la única exenta de toda responsabilidad. Es probable que recauden mucho dinero, pero están pagando un alto precio al deteriorar su prestigio y su reputación.

Espero que la polémica de estos meses no sea estéril, que sirva para que se reflexione sobre el carácter relativo del beneficio económico cuando están de por medio valores más altos; sobre la importancia de la ficción; sobre la responsabilidad que acompaña y protege siempre a la libertad.”

El plan de comunicación de la Oficina ante este caso se puede encontrar en la página web del Opus Dei. Allí se explica con detalle la posición que ha mantenido en estos meses.»


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A continuación publicamos un nuevo comunicado de la Oficina de información del Opus Dei en Roma (Manuel Sánchez Hurtado, 17-V-2006), con motivo del estreno de 'El Código Da Vinci'.

Es interesante descubrir la incoherencia de Sony: se enorgullece de actuar siempre de acuerdo con un excelente Código de Conducta, pero esto no parece responder a la realidad pues resulta evidente para todo el mundo que la película ‘El Código Da Vinci! no respeta en absoluto ‘El Código Da Sony’. Lean, lean. Se publica el comunicado íntegro, primero en español y luego en inglés.


#309 Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia

por Manuel Sánchez Hurtado
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“Hoy se presenta la película El Código Da Vinci. La película mantiene las escenas de la novela que son falsas, injustas y ofensivas para los cristianos. Incluso multiplica su efecto injurioso, por la potencia que tienen siempre las imágenes. También se ha confirmado que la película no estará precedida por un cartel que aclare que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Durante los últimos meses, muchos católicos, cristianos de distintas confesiones, judíos, musulmanes, otros creyentes y ciudadanos de buena voluntad han alzado respetuosamente su voz para pedir respeto. Parece que su petición no ha tenido éxito. Esas voces no reclamaban un trato de favor, no querían poner entre paréntesis la libertad de expresión. La petición de respeto es de sentido común y responde a los compromisos que Sony ha adquirido con la sociedad.

He aquí, a título de ejemplo, algunos textos del Código de Conducta del Grupo Sony, aprobado por las máximas autoridades de la Corporación el 28 de mayo de 2003, que muestran ese compromiso. En el apartado 1.3 se afirma: “Reconociendo que una conducta social y profesionalmente aceptable en una cultura o región puede ser vista de modo diferente en otras, el personal de Sony debe ser cuidadosamente respetuoso hacia las diferencias culturales y regionales en el cumplimiento de sus deberes”. El apartado 2.4 explica las normas de comportamiento que deben observar todos los miembros de la empresa: “Nadie puede expresar insultos raciales o religiosos, ni bromas ni otros comentarios o comportamientos en el lugar de trabajo que creen un ambiente hostil”. Por lo que se refiere a la publicidad (apartado 3.4), Sony se compromete a no hacer una publicidad falsa, que desoriente o calumnie a otros.

Los dirigentes de Sony han manifestado repetidas veces ese compromiso ético. En una reciente publicación de la empresa, un alto ejecutivo reconoce que sus “negocios tienen impacto directo e indirecto en las sociedades en las que operan”. Otro afirma que la “ética y la integridad tienen que formar parte del DNA” de la empresa. Y un tercero asevera que “no puede haber prosperidad para una compañía que no respeta el ambiente y la sociedad en la que vive”. Nadie en estos meses se ha atrevido a llegar tan lejos en sus afirmaciones como los directores de Sony, aunque sus declaraciones son desmentidas por la penosa falta de respeto que supone la película para cientos de millones de cristianos. El fin económico no justifica los medios ofensivos. Además, es el agresor quien se degrada, no es la víctima quien pierde su dignidad.

Pero no se trata aquí de formular juicios. La cuestión que queda abierta es si esta película respeta el Código de Conducta del Grupo Sony, o si por el contrario, estamos también en este caso, ante un “Código de ficción”, y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Los acontecimientos de los últimos meses han impulsado a muchos creyentes a profundizar en su fe cristiana, a conocer mejor el Evangelio y la Iglesia, su historia y su presente. Como hace 20 siglos, Jesucristo sigue siendo “escándalo y locura” para algunos. Pero son muchos más los que –por un don recibido, no por méritos propios– creemos que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios y el Redentor del hombre, que vino al mundo para difundir la caridad.

Hoy termina un episodio lamentable, pero pasajero. Los cristianos han reaccionado siempre ante la falta de respeto con una actitud pacífica, buscando el diálogo y evitando el conflicto. Además, este episodio puede servir para que los cristianos nos tomemos más en serio la fe y para que todos aprendamos a comprender y respetar a los demás”.

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Today Sony Pictures lifted its veil of secrecy from The Da Vinci Code. The novel’s offensive caricatures of Jesus Christ, Christian history, the Catholic Church and Opus Dei have all been retained in the film. Indeed the offensiveness of the caricatures has been magnified by the power of visual imagery.

Moreover, Sony has announced that the film will not include a fiction disclaimer stating that any resemblance to reality is purely coincidental.

Catholics, other Christians, Jews, Muslims, and other persons of good will have repeatedly asked Sony to respect religious belief. In so doing, we were not asking for a special favor. Nor have we wished to limit anyone’s freedom of expression. From the beginning we have appealed to Sony’s own sense of common decency. Unfortunately, this appeal has failed.

In addition, this request for respect is in line with the commitments to society that Sony Corporation has made publicly. The Sony Group “Code of Conduct,” approved by the highest authorities of the corporation on May 28, 2003, contains the following:


• “Recognizing that conduct that is socially acceptable in one culture or region may be viewed differently in another, Personnel (of Sony) are required to give careful consideration to cultural and regional differences in performing their duties” (section 1.3);

• “No Personnel may make racial or religious slurs, jokes or any other comments or conduct in the workplace, that create a hostile work environment” (section 2.4);

• With respect to publicity, Sony commits itself not to engage in false publicity that misleads or slanders others (section 3.4).


In a recent business publication, a high executive of Sony acknowledged that “its businesses have direct or indirect impact on the societies in which it operates.” Another affirmed that “ethics and integrity have to be in the company’s DNA”. And a third stated that “there can be no prosperity for a company that does not consider the environment and society.”

In appealing to Sony in recent months, no one has asked Sony to do any more than live up to its own public commitments. Unfortunately, Sony’s actions have not matched its words and have offended the religious beliefs of hundreds of millions of Christians. The end, in this case financial, does not justify the means. It is the aggressor that loses dignity, not the victim.

We do not mean by this to judge the intentions of any individuals. The question is whether this film respects the Sony Group Code of Conduct, or whether that code is yet one more “Fictional Code,” in which any resemblance to reality is purely coincidental.

As he was 20 centuries ago, Jesus Christ is for many today “a scandal and a folly.” But many still receive the gift of faith, and firmly believe that he is the Son of God, the Redeemer of every man and woman, and the source of charity for the world. God can bring good out of bad and the events of recent months will lead many believers to rediscover the depth and beauty of their Christian faith.

Soon this regrettable but fleeting episode will be forgotten. Let us hope that its lessons about mutual respect and understanding are not.

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