14 abril 2006

SOBRE EL EVANGELIO DE JUDAS

[En estos días se está hablando mucho del llamado Evangelio de Judas, un supuesto texto antiguo que pretende modificar la imagen de Judas como el apostol traidor.

Fue anunciado de modo espectacular -en una rueda de prensa- por la revista estadounidense National Geographic y a partir del 9 de abril se está proyectando, en diversos canales de televisión, un extenso documental titulado El Evangelio Prohibido de Judas. Durante dos horas se pretende convencer a los espectadores de la autenticidad del documento y de que Judas fue en realidad (?) el discípulo más cercano e íntimo de Jesús, el único que le entendía, y que cometió el acto de traición a instancias del Mesias, para liberarle del cuerpo mortal del que estaba revestido; y que esto signifió para Judas un gran sacrificio porque sabía que iba a ser maldecido injustamente por todas las generaciones, etc, etc... Como se puede apreciar, nada que ver con la fe católica.

Para dar algunas argumentos sobre esta cuestión de actualidad, publicamos aquí dos interesantes artículos:
  • ¿Qué dice el Evangelio de Judas?, de Juan Chapa, doctor en Teología (UN) y en Letras Clásicas (Oxford) que ya es conocido por los lectores de arguments por su colaboración ¿Son fidedignos los textos del Nuevo Testamento? (cfr. #122).
  • Judas, Alí Agca, negocio... y algo más, ha sido publicado hoy en el Diario Vasco (14-IV-2006) y su autor es José Ignacio Munilla Aguirre (Párroco de El Salvador, Zumárraga (Guipuzcoa), también es conocido en este blog por su artículo La Navidad secuestrada (cfr. #252)
#296 Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia

por Juan Chapa / José Ignacio Munilla
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¿QUÉ DICE EL EVANGELIO DE JUDAS?

Juan Chapa

Entre los diversos evangelios apócrifos que aparecen mencionados por los Padres y antiguos autores eclesiásticos se encuentra el denominado «Evangelio de Judas». De él san Ireneo, en su tratado Contra las herejías, 1,31,1, escribe: «Otros declaran que Caín obtuvo su ser del Poder de lo alto y reconocen que Esaú, Coré, los Sodomitas y ese tipo de personas están relacionadas entre sí. Por eso —añaden ellos— han sido asediados por el Creador, aunque ninguno ha sufrido daño. Pues la Sabiduría tenía la costumbre de llevarse lo que le pertenecía desde ellos a ella misma. También dicen que Judas el traidor estaba muy familiarizado con estas cosas y que él solo, sabiendo la verdad como ningún otro, llevó a cabo el misterio de la traición. Por su culpa, todas las cosas, terrenas y celestiales, acabaron en confusión. Éstos son los que han escrito una historia ficticia al respecto, que denominan Evangelio de Judas».

Dado que Ireneo escribe su obra el 180, el Evangelio de Judas tuvo que ser escrito con anterioridad a esta fecha, probablemente en griego, entre el 130 y el 170. De la secta de los Cainitas no sabemos más de lo que nos dice el texto de Ireneo y una referencia de san Epifanio. No se sabe si era un grupo independiente o parte de una secta gnóstica más amplia.

Muy recientemente se ha dado a conocer la existencia de un códice del siglo IV encontrado en Egipto, que contiene un texto en copto del Evangelio de Judas. El códice contiene también otros tres escritos gnósticos. Con este nuevo descubrimiento podemos saber que el Evangelio de Judas recoge una supuesta revelación de Jesús a Judas Iscariote «tres días antes de que celebrara la Pascua». Como en el caso del Evangelio de María (ver la pregunta ¿Qué dice el Evangelio de María?), se trata de una obra carente de cualquier contenido histórico, que utiliza el nombre de Judas para trasmitir enseñanzas ocultas a los iniciados en la secta. Después de mencionar que Jesús desarrollaba su ministerio terreno haciendo milagros y mostrándose a veces ante sus discípulos en la forma de un niño, narra un diálogo entre Jesús y los discípulos. Jesús se ríe de lo que hacen (dar gracias sobre el pan) y ellos se enfadan. Judas es el único que reacciona bien ante lo que Jesús pide y éste le dice: «Yo sé quién eres y de dónde vienes. Tú vienes del reino inmortal de Barbelo y yo no soy digno de pronunciar el nombre de quien te ha enviado». (Barbelo es la primera emanación de Dios en las cosmogonías gnósticas de tipo setiano). Siguen otros encuentros y diálogos de los discípulos y de Judas con Jesús en los que se tratan complicadas cuestiones cósmicas, y casi al final se narra cómo Jesús le dice a Judas: «Tú excederás a todos, pues tú sacrificarás al hombre del que estoy revestido». El escrito acaba diciendo qué Judas recibió dinero de los escribas y les entregó a Jesús.

Este nuevo texto tiene valor para nuestro conocimiento del gnosticismo del siglo II, pero no aporta nada desde el punto de vista histórico sobre Jesús y sus discípulos que no sepamos por los evangelios. Sobre todo, este manuscrito —como los otros que se han descubierto en el siglo pasado— confirma la veracidad de las informaciones que Ireneo, Epifanio y otros escritores antiguos nos transmitieron sobre estos grupos gnósticos.

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JUDAS, ALÍ AGCA, NEGOCIO... Y ALGO MÁS

José Ignacio Munilla

Cuando en Junio del 2000 el Papa «desclasificaba» el tercer secreto de Fátima, dando a conocer que se trataba de una profecía en la que un obispo vestido de blanco caía bajo las balas, Alí Agca, el autor del atentado del 13 de Mayo de 1981 en la plaza de San Pedro del Vaticano, aprovechaba la circunstancia para declararse una víctima inocente del destino, ya que él solo había sido la pieza elegida por la providencia para el cumplimiento de la profecía. Su «apelación», lógicamente, no prosperó; y al margen de algunos comentarios irónicos por la oportunidad de su ocurrencia, nadie tomó siquiera en consideración la sola posibilidad de reabrir el caso del terrorista turco. Pero ahora resulta que, el National Geographic, en vísperas de Semana Santa y con el rumor de fondo de El Código Da Vinci, anuncia a bombo y platillo la publicación de un manuscrito copto conocido como el Evangelio de Judas, perteneciente a una secta gnóstica herética del siglo II -los cainitas-. El tal documento, presenta a Judas, el Iscariote, como el más santo y perfecto de los apóstoles, ya que fue el instrumento divino para la salvación del mundo. En labios de Jesús se pone la siguiente frase: «Tú, Judas, serás superior a todos; a través de ti sacrificaré al hombre del que me visto». Es típico del pensamiento gnóstico, dentro del cual estaba encuadrada la secta cainita, autora de este manuscrito, la concepción determinista de la historia que anula la libertad del hombre. Nosotros, los cristianos, creemos que Dios es «omnisciente»; es decir, que conoce el pasado, presente y futuro; pero añadimos que eso no supone que el conocimiento de Dios condicione nuestra libertad. Es verdad que nuestra historia personal está inmersa en los planes providentes de Dios; pero cada uno es responsable de sus actos y es sujeto activo de su destino. Al contrario de lo que piensan las herejías gnósticas, Dios es el mayor defensor de la libertad del hombre. Partiendo de sus principios deterministas, los cainitas, al igual que muchas de otras herejías de tendencia gnóstica, profesaban una gran veneración por los personajes condenados en la Biblia: Caín, Esaú, Judas, etc. y, ¡a buen seguro que hubiesen sido los mejores mentores del turco Alí Agca! Un auténtico batiburrillo de pensamiento, que tenía su raíz última en la concepción dualista de la existencia. Mientras que los cristianos creemos que Dios creó todo bueno, y que fue nuestro pecado el que introdujo el mal en el mundo, las herejías gnósticas piensan que hay dos dioses: el Dios del bien y el dios del mal. Las cosas espirituales son creadas por el primero, mientras que las materiales son fruto del dios malo. Hasta tal extremo llegan en su concepción dualista entre materia y espíritu, que incluso condenan la sexualidad, la misma procreación, y hasta la propiedad privada. ¿Todo eso es carnal y hay que desprenderse de ello! Así entenderemos la frase que antes hemos citado: «Tú, Judas, serás superior a todos; a través de ti sacrificaré al hombre del que me visto»; es decir, Jesús suspira por desprenderse de su condición humana, como si de un disfraz se tratase. El pensamiento gnóstico conduce a negar la encarnación, haciéndose más anticristiano, si cabe. Y lo más curioso de este auténtico lío de ideología gnóstica, es que su concepción negativa de todo lo material, no les lleva precisamente a poner más resistencia al mal, como hubiese parecido lógico; sino que al mismo tiempo caen en un sentimiento fatalista de la existencia. Como estamos determinados por el destino y no tenemos libertad de elección, pues entonces, barra libre para todo tipo de depravaciones ¡Viva Judas, Caín y todos los malvados de la historia! Pero hay más todavía: este manuscrito del siglo III o IV, traducción al copto de su original griego del siglo II, ya fue comentado y rebatido como herético por San Ireneo en el año 180, en su libro Contra los herejes. Por supuesto, no nos descubre ninguna fuente nueva para conocer a Jesucristo, sino que al leerlo directamente, nos confirma los motivos por los que San Ireneo incluyó a esta secta en la categoría de hereje. Ni que decir tiene que las posibilidades de que ese manuscrito fue escrito por el apóstol Judas son inexistentes; entre otras cosas porque mientras Judas se suicidó en el año 33, el original griego del manuscrito copto que ahora se da a conocer puede estar escrito casi un siglo y medio más tarde. Sería como si uno de nosotros escribiese ahora un libro sobre la Guerra Civil de los Estados Unidos y pretendiese presentarlo como una fuente histórica fidedigna de aquellos acontecimientos. ¿Cómo explicar entonces el alcance mediático alcanzado por la publicación de este manuscrito? El motivo es triple: el primero, económico; el segundo, ideológico, y el tercero, espiritual. Una publicación de este tipo, lo lógico es que hubiese tenido una tirada muy corta, destinado a los especialistas en literatura gnóstica y por los estudiosos de la patrística de los primeros siglos. Y ahora resulta, que el National Geographic tendrá una difusión millonaria, por el morbo de estar ofreciendo un supuesto «descubrimiento sensacional que cambia la concepción del cristianismo». ¿Se van a forrar a costa de la ignorancia de muchos, y de la hábil destreza de unos pocos para lanzar de forma periódica reiterados hallazgos novedosos que supuestamente socavarían las bases de nuestra fe católica! Lo importante de esta estrategia suele ser el impacto del lanzamiento, y no tanto el seguimiento posterior de la noticia. Pongo un ejemplo de lo anterior. El año 2002 se servía un auténtico notición: ¡se había encontrado en Israel una urna funeraria con una inscripción en arameo en la que se leía: «Jacob, hijo de José, hermano de Jesús»! El supuesto hallazgo tuvo una resonancia muy grande, porque parecía demostrar que la Virgen María tuvo más hijos; y, a partir de aquí, se creaba un clima de desconfianza hacia la predicación tradicional de la Iglesia. Aquel hallazgo dio lugar a múltiples tertulias radiofónicas y televisivas de cariz crítico, fue también un caldo de cultivo inmejorable para la extensión del género literario de novela esotérica anticatólica, al estilo del Código Da Vinci. Pues bien, dos años más tarde, un tribunal Israelí condenó a un tal Oded Golan, un rico coleccionista, por haber falsificado aquella urna funeraria, haciéndonos creer que era una reliquia bíblica. Ni que decir tiene que el final de esta historia no ha llegado a conocimiento de la opinión pública, por el motivo de que carecía de morbo para ser reseñado por los medios de comunicación. Más allá de la denuncia del afán de enriquecimiento a costa del engaño de las masas, es también necesario caer en cuenta que la proliferación de los Códigos Da Vinci de turno, la extrapolación y tergiversación de cualquier hallazgo arqueológico o documental, las falsificaciones interesadas, etc., forman parte también de un ataque calculado contra la fe católica. Nuestra cultura se está convirtiendo en la cultura de la duda sistemática y del relativismo. Como el cristianismo se presenta como el último reducto que se resiste a ser absorbido por la cultura dominante, los ataques que se le dirigen son tan fuertes como sofisticados No podemos ser ingenuos ante la realidad de la dictadura del relativismo. Añádase a lo anterior que esta tendencia actual de la new age, que en el fondo es una reedición del gnosticismo de los primeros siglos, responde al deseo de todo ser humano de adentrarse en lo misterioso y lo espiritual. Bien es cierto que el hacerlo de esta forma, lleva consigo el inevitable peligro de deformar el misterio a la conveniencia e ideología dominante. Pretenden llenar el espacio de la religiosidad natural del ser humano, pero desligándolo de todo compromiso moral, personal o social. ¿Siempre vendrá algún libertador al modo de «escritor e investigador», que nos anuncie que ha encontrado algún manuscrito secreto custodiado por los templarios, gracias al cual podamos abrir los ojos y descubrir que nuestros antiguos compromisos morales y eclesiales eran un mero invento de algún cardenal malo! Es la perfecta religión light: se sacia la curiosidad por lo trascendente, liberándonos al mismo tiempo de cualquier compromiso de vida. El fenómeno sería cómico, si no fuese porque hemos conocido a más de un creyente poner en duda sus convicciones de fe.

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