ISLAM RADICAL Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Desde finales de 2005 esas caricaturas satíricas de Mahoma se han convertido en el centro de una importante controversia política y social, con actuaciones muy violentas por parte de radicales islamistas, con asalto a representaciones diplomáticas, quema de banderas, amenazas y atentados: sobre todo en Irán y Siria, pero también en el Libano, Irak, Palestina y otros muchos países. Parece evidente que se ha aprovechado la crisis de los dibujos blasfemos para arremeter contra la supuesta islamofobia de Occidente. Dice El País de hoy: Las caricaturas de Mahoma han sido una cerilla encendida lanzada contra un depósito de gasolina. Sean cuales sean sus diferencias, los musulmanes de todo el mundo comparten la percepción de que Occidente los trata de forma injusta. Los dobles raseros en Palestina, la ocupación de Irak y la difícil integración en Europa son sólo los focos más visibles de una relación de clara desigualdad. Algunos grupos aprovechan ese sentimiento de acoso al Islam para convertir la ofensa provocada por las caricaturas en una protesta violenta que ha conmocionado a los europeos y ocultado el hecho de que la gran mayoría de los 1.300 millones de musulmanes ha contenido su dolor (El País,12-II-2006) .
La Oficina de Prensa de la Santa Sede publicó el día 4 de febrero un comunicado en el que se recordaba que la libertad de expresión no puede ofender las creencias religiosas; al mismo tiempo, criticaba las “deplorables” manifestaciones violentas que el caso de las caricaturas había provocado. El texto íntegro del comunicado es el siguiente:
- Per rispondere a varie richieste di precisazioni sulla posizione della Santa Sede di fronte a recenti rappresentazioni offensive dei sentimenti religiosi di singole persone o di intere comunità, la Sala Stampa della Santa Sede è in grado di dichiarare:
- 1. Il diritto alla libertà di pensiero e di espressione, sancito dalla Dichiarazione dei Diritti dell'Uomo, non può implicare il diritto di offendere il sentimento religioso dei credenti. Tale principio vale ovviamente in riferimento a qualsiasi religione.
- 2. La convivenza umana esige poi un clima di mutuo rispetto, per favorire la pace fra gli uomini e le Nazioni. Inoltre, talune forme di critica esasperata o di derisione degli altri denotano una mancanza di sensibilità umana e possono costituire in alcuni casi un'inammissibile provocazione. La lettura della storia insegna che non è con tale via che si sanano le ferite esistenti nella vita dei popoli.
- 3. Va però subito detto che le offese arrecate da una singola persona o da un organo di stampa non possono essere imputate alle istituzioni pubbliche del relativo Paese, le cui Autorità potranno e dovranno, eventualmente, intervenire secondo i principi della legislazione nazionale. Azioni violente di protesta sono, pertanto, parimenti deplorabili. Per reagire ad un'offesa, non si può infatti venir meno al vero spirito di ogni religione. L'intolleranza reale o verbale, da qualsiasi parte venga, come azione o come reazione, costituisce poi sempre una seria minaccia alla pace.
Desde París, el presidente francés, Jacques Chirac, lanzó un llamamiento a la "responsabilidad, respeto y mesura para evitar todo lo que puede herir las convicciones" ajenas.
En Londres, el ministro británico de Exteriores, Jack Straw, dijo que la reproducción de esos dibujos ha sido "insultante, insensible y una falta de respeto". Straw dijo que "todos respetamos la libertad de expresión, pero nadie tiene la obligación de insultar o ser incendiario de forma gratuita".
El secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Kofi Annan, ha terciado en el asunto subrayando que la libertad de prensa debe mantenerse en todo momento dentro de los límites del respeto en lo que se refiere a las creencias y principios religiosos.
La Comisión Europea afirmó que la libertad de expresión es uno de los derechos fundamentales en la UE, pero reconoció que hay que tener en cuenta la "gran sensibilidad" de algunas comunidades, especialmente en materia religiosa, para evitar altercados.
El propietario del diario France-Soir, el franco-egipcio Raymond Lakah, despidió al director del periódico, Jacques Lefranc, por reproducir en ese rotativo las polémicas caricaturas de Mahoma publicadas en Dinamarca.
También los propietarios del semanario jordano Shihan despidieron al editor del periódico por reproducir tres de las doce viñetas sobre Mahoma. La compañía, Impresores Arabes, dueña de la publicación jordana, emitió un comunicado en el que asegura que había decidido "despedir a su editor, Yihad Momani, después de haber publicado las viñetas blasfemas". La empresa agregó que también había decidido retirar los ejemplares del mercado y prometió "castigar a todos aquellos que estuvieran envueltos en esta acción irresponsable y vergonzosa".
Todos apreciamos una clara desproporción entre la publicación de esas viñetas y los actos violentos que se han producido en estas últimas dos semanas. Y todos apreciamos también en alto grado, en la vida democrática, la libertad de expresión. Pero, evidentemente, la libertad de expresión no es un valor absoluto y tiene sus límites (p.e., evitar la ofensa religiosa o racial). Nadie aceptaría que, so capa de la libertad de expresión, un periódico deportivo publicase una caricatura claramente ofensiva contra un futbolista de color.
Reproducimos a continuación un interesante artículo de Iván Jiménez-Aybar, titulado “Islam radical y libertad de expresión”, que se publicó el día 8 en el Diario de Navarra. Dice el autor, entre otras cosas: …los medios de comunicación deben reflexionar sobre los límites de la libertad de expresión, para así moverse con mayor soltura en la delgada línea que a veces separa una saludable crítica caricaturesca de la ofensa a los sentimientos más íntimos de las personas (en este caso los religiosos).
#275 Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia
por Iván Jiménez-Aybar
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Febrero de 2006: incendio de embajadas, amenazas de bomba, agresiones físicas, banderas pisoteadas ardiendo, sermones que incitan a degollar a los infieles, llamamientos generalizados al boicoteo a gran escala. Éstas son algunas de las reacciones a la publicación por el periódico danés Jyllands-Posten de unas caricaturas de Mahoma.
Septiembre de 1988: la aparición de Los versos satánicos de Salman Rushdie desencadenó fanáticas protestas en buena parte del mundo islámico y en diversas ciudades europeas. En Bradford, el mismo “Consejo de Mezquitas” que aboga de modo incesante por el respeto al derecho de libertad religiosa de los musulmanes en ese país, escenificó la quema del libro de Rushdie mientras se animaba a acabar con su vida. Un mes después, el ayatolá Khomeiní emitió su célebre “fatua” (edicto) condenando a muerte al escritor y a todos los que habían participado en la publicación de su libro. Precisamente la “fatua” a la que se ha referido recientemente Hassan Nasrala (líder de Hezbolá) afirmando que, de haberse cumplido, nadie se atrevería ahora a ultrajar al profeta. Quizá se dirigía a esas decenas de fieles de la mezquita londinense de Regent’s Park que se manifestaban –algunas con el rostro cubierto portando pancartas donde se decía: “¡Decapitad a quienes insultan al islam!” “¡Liberalismo al infierno!” “¡Europa, tú te arrastrarás cuando los mujadiyines vengan rugiendo!”.
La libertad de expresión tiene sus límites. Y en este caso se han sobrepasado. Dibujar a Mahoma con una bomba atada a la cabeza a modo de turbante atenta gravemente contra los sentimientos religiosos del pueblo musulmán. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha reconocido que dichos sentimientos pueden actuar como límite de la libertad de expresión (sent. 20-9-92, caso Otto-Preminger-Institut contra Austria). Lo ha dicho muy bien Joseph Sitruk, el gran rabino de Francia: “El derecho a la sátira se acaba cuando se trata de una provocación o un desprecio del otro”. Asimismo es, como mínimo, imprudente. Se ha regalado a los más radicales una excusa perfecta para mostrar su odio a Occidente y a los valores que nos sustentan. Por otro lado, flaco favor se ha hecho a los musulmanes de bien que defienden con ardor que el islam es una religión de paz, a riesgo en ocasiones de su propia vida. Por todo ello, los responsables del periódico danés hicieron bien en pedir disculpas.
Pero esto no les basta a los radicales. Pretenden que el país entero se doblegue y solicite el perdón de los ofendidos. Y, obviamente, su primer ministro Rasmussen les ha contestado que su Gobierno no controla a los medios de comunicación, que existe libertad de prensa y que, por tanto, no puede atender su petición. La tensión ha ido en aumento cuando las viñetas de la discordia han sido posteriormente difundidas en medios de comunicación de diversos países, con la mera intención de ilustrar la noticia. Ciertos sectores del mundo musulmán (gobiernos incluidos) no aciertan a entender por qué los dirigentes europeos no han censurado de inmediato dichos medios, cerrándolos y encarcelando a sus responsables, como se hace en sus países. Que se lo digan si no a Jihad Momani, director del semanario jordano Shihane, el cual se atrevió a publicar las caricaturas. Al día siguiente el semanario fue clausurado, y él llevado a prisión (en Irán hubiera sido degollado en el acto).
No entienden nuestra actitud porque no comprenden el verdadero significado de la democracia, de la libertad, de los derechos humanos. El islamismo radical propone una religión sin razón, donde todo queda subyugado bajo el manto de la ley islámica. Con estas premisas, pretender explicarles el alcance del derecho a la libertad de expresión es una utopía.
Sin duda, los medios de comunicación deben reflexionar sobre los límites de la libertad de expresión, para así moverse con mayor soltura en la delgada línea que a veces separa una saludable crítica caricaturesca de la ofensa a los sentimientos más íntimos de las personas (en este caso los religiosos). Pero ello debe hacerse sin ceder en la defensa de nuestros derechos. Las libertades de prensa y de expresión son innegociables. “Prefiero el exceso de caricatura que el de censura”, ha dicho Sarkozy. De acuerdo; pero respeto, prudencia y sentido común que no falten. Por favor.
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