05 diciembre 2005

DECENCIA

[La televisión tiene el riesgo de destruir la diferencia entre lo normal y lo anormal -según dice Robert Spaemann-, "porque en sus parámetros lo normal carece en sí de interés suficiente y siempre habrá entonces que enfrentarlo a una alternativa. Su criterio no es la difusión de los valores y los principios sino el provocar el mayor impacto". Esta posible deformación llevada a su nivel más rastrero y hecha de forma sistemática es la telebasura.

La
telebasura suele equipararse con razón a la prensa amarilla y como ella participa de todas o varias de las siguientes características (cfr. wikipedia):

  • Manipulación informativa, o confusión de información y opinión.
  • Nulo respeto al derecho de intimidad y al honor.
  • Conversión del dolor y de la miseria humanas en espectáculo.
  • Atracción por el sexo, el escándalo y la violencia.
  • Utilización del cuerpo humano desnudo, en especial el femenino.
  • Trivialización de la prostitución y del consumo de drogas.
  • La aberración como modelo a imitar.
  • Desprecio de cualquier figura de autoridad.
  • Apuesta por la pelea en vez del diálogo.
  • Lenguaje soez y ofensivo.
  • Relativismo cultural, y difusión de la subcultura.
  • Fomento de la pseudociencia y el ocultismo.
En muchos países se han creado o se están formando organismos para defenderse de este verdadero cáncer social, que como tal tiende a crecer y ocupar todo el espacio que le permita la programación televisiva.

En Estados Unidos existe, entre otros organismos,
el Parents Television Council (PTC), que fue fundado en 1995 para asegurar que los niños dejen de ser constantemente agraviados por el sexo, la violencia y el lenguaje obsceno en la televisión y los demás medios. Esta organización de extensión nacional tiene casi un millón de miembros a lo largo y a lo ancho de USA y trabaja con esfuerzo por detener el caudal de mensajes nocivos y negativos dirigidos de modo especial a la gente joven.

En el artículo que ahora publicamos, el crítico de televisión José Javier Esparza habla sobre unas actuaciones recientes y eficaces de otro Consejo similar que existe en la República Checa. En España, hay serios intentos de particulares, pero, en cambio, los entes oficiales han sido cosa de broma. Pero como el grado de grosería que ha alcanzado la televisión es alarmante para cualquier familia normal, habrá que intentar de nuevo que se cree un Consejo de Televisión eficaz, que actúe de árbitro y tenga capacidad de sacar tarjetas amarillas y rojas, como en el futbol; y que tenga también potestad para aplicar sanciones económicas ejemplares, como los checos.

Reproducido de El Correo (28-XI-2005)]

#241 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por
José Javier Esparza
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En la República Checa funciona un Consejo que controla las emisiones televisivas. Lo que se controla no es la información o la ideología, sino la cualidad moral de los contenidos en determinados horarios. Así, el Consejo checo para las emisiones televisivas ha infligido multas a dos cadenas privadas por la difusión de escenas indecentes en sus ´reality-shows´. Las cadenas son culpables de emitir contenidos «vulgares y sexuales» que causan «daño al desarrollo moral, psíquico y físico de los niños y la juventud».

Los programas sancionados son ´Elegidos´ (Priva) y ´Gran hermano´ (Nova). Las multas no arruinan un balance: algo más de 400.000 euros por cabeza, es decir, nada que no puedan recuperar con un nuevo alarde de indecencia. Pero al menos así se marca, con la sanción, un límite de interés público a los excesos de la pantalla. En España se ha hablado mucho y se seguirá hablando del control de ciertos contenidos televisivos. A nadie le molesta la pluralidad ideológica, incluso cuando llega al nivel de la gresca política, pero a todos nos alarma el grado de grosería que la tele ha alcanzado.

Para controlar eso, la UE lanzó una ´Directiva TV sin fronteras´ que en España todo el mundo se saltó a la torera. Después las cadenas firmaron un Código de Autorregulación que a los pocos meses ya estaba siendo violado a mansalva. O sea que, a juzgar por la experiencia, la única forma de controlar eficazmente el nivel moral de la pantalla es crear instituciones legítimas con capacidad sancionadora.

Todas las sociedades normalmente constituidas tienen una idea básica de lo que es moralmente aceptable e inaceptable, de lo decente y lo indecente. Esa idea básica puede tolerar transgresiones en espacios aptos para la transgresión (horarios minoritarios, programación para adultos, etc.), pero trata de mantener su vigencia en los espacios abiertos, especialmente si los frecuentan niños y jóvenes: la protección moral de los menores forma parte de las reglas elementales de cualquier sociedad. Parece que España quiere ser la excepción. A veces a uno le dan ganas de ser checo.

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