25 diciembre 2004

LA EDUCACIÓN NO ES MONEDA DE INTERCAMBIO

[La finalidad de la educación -sea de política estatal o de iniciativa ciudadana- es la mejora de las personas y, como consecuencia, que se logre una sociedad más humana. El autor dice que a juzgar por lo visto en los últimos lustros, los ciudadanos no lo hacen nada mal cuando ejercen el protagonismo que les corresponde en la sociedad. Que las políticas estatales sean de verdad políticas sociales habría que demostrarlo, pero que las políticas sociales no tienen porqué coincidir con las políticas estatales es una evidencia manifiesta. Sería muy de desear que se abandonasen discursos rancios y se apostase realmente por la calidad en la educación, tanto estatal como de libre iniciativa ciudadana. Pero parece que a algunos esta apuesta de calidad y libertad les da miedo; prefieren coartar la libertad ciudadana, aunque sea a costa de perder también la calidad educativa.]

#086 ::Educare Categoria-Educacion

por Alfredo Rodríguez Sedano, Prof. de Sociología de la Educación.
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Cuando la educación ocupa un lugar tan importante en los discursos de la campaña electoral es, sin duda, por la importancia que tiene para el desarrollo y progreso de un país.

Sin embargo, la educación no es moneda de intercambio, un instrumento para alcanzar cotas de poder, un medio para homogeneizar a la sociedad. La educación tiene como finalidad la mejora de los educandos y, consiguientemente, el desarrollo y progreso de las culturas, de los países, de una sociedad más humana.

Bien harían algunos líderes políticos en callar sobre esta cuestión, pues cada vez que hablan todo lo empeoran. Imaginemos que me dedico a dar consejos a una serie de científicos sobre cómo deben de investigar y les marco las pautas de actuación. Cualquiera en sus cabales diría que soy un insensato, y eso sería lo más suave.

Algunas propuestas educativas hacen hincapié en que mejorarán decididamente la enseñanza pública, cosa que está muy bien y ya era hora. Sin embargo, no dicen cómo. Señalan a lo más la inversión económica que realizarán para crear más puestos de trabajo. La educación se entiende entonces en términos de mercado. ¿Por invertir se va a mejorar la educación? Comprendo que uno no puede saber de todo, pero al menos debe asesorarse bien sobre lo que habla.

En ese discurso se echa de menos qué harán con la enseñanza concertada. Si nos fijamos en las propuestas de los discursos, la omisión a esta posibilidad permite prever que desaparecerá. Eso sí con elegancia: “si usted no cumple con los requisitos que le impongo –inasumibles como los que se plantean en Cataluña- le retiro la subvención”. Eso es democracia y libertad en el siglo XXI, piensan algunos. La pluralidad para mí, parecen decir.

Pensaba, con cierto grado de optimismo, que habíamos superado el viejo dilema políticas sociales-políticas públicas. Las conquistas sociales que los ciudadanos están logrando con nuevas realidades emergentes que no son estatales, se ven amenazadas. ¿Se puede confiar en quien no cree –por las propuestas que presenta- en la libertad? Lo que nos espera, si salen algunos dirigentes políticos, es más Estado y menos ciudadanía, aunque en sus palabras sostienen lo contrario a lo que mantienen sus propuestas.

A juzgar por los avances políticos, sociales y económicos en las últimas legislaturas, no lo hacen tan mal los ciudadanos cuando se les otorga el protagonismo que les corresponde en la sociedad. Que las políticas públicas sean políticas sociales habría que demostrarlo, pero que las políticas sociales no tienen porqué coincidir con las políticas públicas (estatales) es una evidencia manifiesta. Bien les vendría a algunos políticos abrirse a la realidad y percibir que las configuraciones sociales son bien distintas y alejadas de algunos discursos políticos.

No envenenar la educación es lo mínimo que se puede y debe pedir a un dirigente político. La educación no es moneda de intercambio para alcanzar cotas de poder, porque eso es mercadear con las personas, utilizarlas, ejercer un dominio despótico, poner a la educación un fin distinto al que tiene.

Sería muy de desear que se abandonasen viejos discursos caducos y se apostase por la calidad y la libertad en la educación. Parece que a algunos esta apuesta les da miedo. Ideologizar la educación no da buenos resultados.

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