12 noviembre 2004

LA FICCIÓN DEL MATRIMONIO HOMOSEXUAL

[Si se prescinde de la verdad natural de la sexualidad humana y de las exigencias que le impone la dignidad personal del hombre y de la mujer -dice el autor en este artículo-, no hay razón alguna para limitar el matrimonio a la unión de dos, sean del mismo o de distinto sexo. En realidad no hay razones verdaderas para ninguna regulación jurídica que tenga que ver con el matrimonio.]

#050 ::Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por Jorge Miras

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Según publica Lorena Asensio en forumlibertas.com (25.X.04), durante una Jornada interuniversitaria de adolescencia y diversidad sexual celebrada en Barcelona el 15 de octubre, se produjo una intervención muy reveladora.
Óscar Guasch, sociólogo de la Universidad de Barcelona, sostenía que había que defender el carácter bisexual de todo ser humano: "¿sexo entre dos? ¿Y por qué no entre tres?". El presidente de una asociación gay/lesbiana presente entre el público intervino entonces para mostrar su preocupación ante esa propuesta: "¿No te estás cargando la ficción política que está permitiendo que los colectivos luchemos contra la homofobia?".

Es preciso admitir que, dentro de su caprichosa y superficial visión de la sexualidad humana, el planteamiento de Guasch no deja de ser coherente. Si, como se pretende hacer con la admisión legal del matrimonio homosexual, se prescinde de la verdad natural de la sexualidad humana y de las exigencias que le impone la dignidad personal del hombre y de la mujer, no hay razón alguna para limitar el matrimonio a la unión de dos, sean del mismo o de distinto sexo. En realidad no hay razones verdaderas para ninguna regulación jurídica que tenga que ver con el matrimonio.

Y es curioso advertir que el presidente del colectivo homosexual, en su intervención, se muestra perfectamente consciente de que no hay fundamento real alguno para equiparar al matrimonio una pareja de personas del mismo sexo: se trata simplemente de una ficción política.

En efecto, la pretensión de dar igual tratamiento jurídico al matrimonio y a las uniones homosexuales no sólo no se apoya en la verdad de las cosas, sino que ni siquiera se basa en la creencia, sincera e ingenua, de que no hay tanta diferencia entre ambas realidades: finge creer que es así. Y, desde luego, no lo hace para conseguir la libertad jurídica, que ya existe, de practicar pública y abiertamente la homosexualidad, sino para perseguir objetivos políticos de otro tipo.

Nos encontramos, por tanto, ante una iniciativa literalmente hipócrita, que finge una discriminación amañada y una analogía inexistente para cambiar, no la ley, sino la verdad y, en consecuencia, la valoración moral de las conductas.

Lo que no cabe fingir, en todo caso, es que la hipocresía sea un buen fundamento para el progreso social. Quizá es que solo se aspira a un progreso "político", ficticio.

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