24 octubre 2004

SOBRE LA LAICIDAD DEL ESTADO

[Comentando la declaración de un antiguo ministro socialista -con la misma mentalidad que el actual gabinete-, el autor explica que gobernar "como si Dios no existiese" significa confesionalidad atea, igual que gobernar "como si la religión la musulmana fuese la verdadera", significa confesionalidad musulmana. Todas las versiones de la confesionalidad están excluidas por la laicidad, puesto que son modos de tomar partido; lo que la laicidad exige es precisamente gobernar reconociendo la propia incompetencia para tomar partido en cuestiones religiosas.

#018 ::Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia

por Carlos Soler

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Hace años, un ministro socialista (Virgilio Zapatero) afirmaba, apelando a Grocio, que los gobernantes "deben gobernar como si Dios no existiera". Quizás el sentido de estas palabras esté matizado en el contexto de la entera declaración, que desconozco; con esta salvedad, me ciño a la frase entrecomillada. La traigo ahora a colación porque parece surgir esa misma mentalidad en el actual gobierno.

Una primera observación: a mi juicio, esa tesis no es atribuible a Grocio. Por dos razones: Grocio no pretendía establecer aquí un criterio práctico de gobierno (gobernar como si Dios no existiera), sino elaborar una filosofía jurídica que pudiera ser aceptada por todos, es decir, un "derecho natural" que fuera universalmente válido. Las palabras textuales de Grocio no son “si Dios no existiera”, sino "incluso si concediéramos que Dios no existe"; es decir, no formulaba una hipótesis sobre Dios (“si Dios no existiera”), sino una hipótesis sobre la postura intelectual de los interlocutores respecto a la existencia de Dios (“si concediéramos que Dios no existe”), lo cual es muy distinto, aunque las palabras se parezcan.

Pero lo importante no es el punto de vista histórico, es decir, si la tesis es o no es atribuible a Grocio, sino si la tesis en sí es verdadera y constituye un criterio válido de gobierno. Pues bien, a mi entender, la auténtica laicidad -a la que sin duda aludía el ministro- no se da cuando el poder prescinde positivamente de Dios, sino cuando se reconoce incompetente para tomar partido en las cuestiones religiosas, que quedan de este modo en manos de los ciudadanos. Ahora bien, gobernar "como se Dios no existiese" sería tomar partido; sería gobernar en ateo. La laicidad como incompetencia excluye todo modo de tomar partido.

Gobernar "como si Dios no existiese" significa confesionalidad atea, igual que gobernar "como si la religión católica, o la musulmana, o la anglicana, fuese la verdadera", significa confesionalidad católica, musulmana, anglicana; del mismo modo, gobernar "como si no pudiésemos conocer si Dios existe o no existe" es confesionalidad agnóstica. Todas estas versiones de la confesionalidad están excluidas por la laicidad, puesto que son modos de tomar partido; lo que la laicidad exige es precisamente gobernar reconociendo la propia incompetencia para tomar partido en cuestiones religiosas. Esto no excluye que el poder pueda regular el ejercicio de la libertad religiosa, como de las demás libertades, en la medida en que lo requieren la pacífica convivencia y la composición de los derechos de todos.

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