ABUELOS: ¿UNA CARGA O UN ACTIVO DE LA FAMILIA?

[Interesantes reflexiones de un educador sobre los abuelos en el ámbito familiar. Su lectura es mucho más sugerente que las elucubraciones de algunos sobre la eutanasia, tan en boga en la actualidad para desgracia de mayores y de jóvenes]

#002 ::Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por Gerardo Castillo

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La relación entre abuelos y nietos suele ser más fácil que la relación entre padres e hijos (sobre todo cuando los hijos están en la adolescencia). De los abuelos no se espera que sean tan severos como muchos padres; además suelen ser más abiertos, comprensivos y pacientes, lo que facilita mucho que los chicos o chicas se confíen y hablen más con ellos. Suelen ser una “segunda instancia” a la que recurren los hijos.

Los nietos, a su vez, aportan mucho a sus abuelos: observando a los niños y hablando con ellos se aprende siempre. Por ejemplo, a ser más sencillo, a confiar más en los demás, a tener más curiosidad, a ser más optimista y alegre. Cuando alguien empieza a ser llamado abuelo/a incrementa la ilusión de vivir; se siente más querido, más escuchado, más valorado, más útil. Ser abuelo es un regalo que se recibe del cielo justamente cuando uno empieza a hacerse viejo (para así nunca llegar a serlo). El regalo consiste en renovar las ganas de vivir, en volver a hacerse niño, en recuperar el espíritu joven, en evocar y saborear los buenos recuerdos del pasado. No es extraño, por ello que algunos padres mayores de hoy estén reivindicando ante sus hijos el derecho a ser abuelos.

La diferencia de edad suele ser un problema entre padres e hijos, pero no entre abuelos y nietos. En esta segunda situación esa diferencia atrae y es una posibilidad, no un problema. Con frecuencia los niños cuentan a los abuelos cosas personales que no cuentan a sus padres. Ocurre que los niños necesitan ser escuchados y los abuelos tienen lo que no suelen tener los padres: tiempo, paciencia, experiencia, sabiduría, historias interesantes.

Un abuelo puede y debe colaborar con los padres en la educación del niño, pero nunca debe sustituirlos (excepto en casos límite, como cuando los niños han quedado huérfanos de padre y madre). Si el abuelo sustituye a los padres será un mal abuelo y un mal “padre”. El niño necesita un padre, una madre, un abuelo, una abuela; de cada uno de ellos se espera algo diferente; no son funciones intercambiables.

Se suele decir que los abuelos maleducan a sus nietos. No ocurre en todos los casos. Es cierto que les suelen permitir más cosas, hacer más regalos, etc., pero esto no siempre es malo; es una compensación con respecto al rigor de muchos padres. De los abuelos se espera que sean un poco “liberales”. Es malo cuando las concesiones son excesivas (por ejemplo darles mucho dinero) y cuando se hace en contra de buenos criterios de los padres y/o a espaldas de éstos últimos (por ejemplo, dejándoles ver los programas de televisión que no les dejan los padres).

Lamentablemente los abuelos de hoy no suelen vivir con los nietos; se relacionan poco con ellos; no les cuentan tantas historias (en parte por culpa de la televisión que suelen ver con exceso tanto los abuelos como los nietos). Esto es preocupante, porque de ese modo lo niños no llegan a conocer sus raíces y se produce una ruptura entre generaciones. Además, queda un vacío en su educación que nadie lo puede llenar.